Llevar a cabo la dirección de tres colegios mientras se desarrolla la integración de los mismos en uno nuevo no es tarea sencilla. Así lo confiesa Javier Martínez Baigorri (Pamplona, 1975), quien tomará las riendas del futuro centro escolar de Donostia.
¿Por qué la elección del nombre de ElaiEnea?
Como estamos construyendo un centro nuevo queríamos que no tuviera ninguna referencia a ninguno de los tres anteriores. Buscábamos, además, un nombre vocativo, algo que, por un lado, hiciera referencia a la historia previa y, por otro, al porvenir, y de ahí vino ElaiEnea, que se podría traducir como la casa de las golondrinas. Nos resulta un animal muy evocativo, que hace referencia a la libertad, a las migraciones y a su movimiento, y lo unimos a construir una casa en común, algo que hacemos los tres centros, las familias y el alumnado. Se trata de un nombre muy dinámico que rompe con los nombres tradiciones que tenían los centros y que creemos que trae frescura y novedad.
La fusión comenzó este curso con los alumnos de 0 a 3 años. ¿Cuáles serán los siguientes pasos a dar?
El nuevo centro estará fusionado hasta sexto de Primaria, incluido, a partir de septiembre, así que ya tendríamos toda la etapa de Infantil y Primaria. La actividad en la ESO y en Bachiller se mantendrá tanto en Jesuitinas como en Larramendi y lo que ahora es Santa Teresa ya será ElaiEnea. Dentro de dos cursos ya estará todo fusionado, aunque todavía tendremos actividad en dos edificios, en lo que es actualmente Santa Teresa y, de manera transitoria, mantendremos el final de la ESO y Bachillerato en las instalaciones actuales de Larramendi, pero con la idea de, si es posible, en tres años haberlo centralizado.
Imagino que será un proceso complicado.
Sí. Es complicado porque hay que ir construyendo sobre la marcha. La decisión se tomó el año pasado y los tres centros han tenido este curso actividad propia. Con todo lo que implica para el personal y para los equipos directivos el día a día normal, aparte hay que hacer el esfuerzo de ir creando un proyecto común, porque no es solamente juntarnos, sino que estamos trabajando las bases del proyecto pedagógico, cómo queremos que sea. Tenemos equipos de trabajo que están preparando proyectos para el año que viene y todo eso requiere de un intenso trabajo por parte de todos. Al final, es llevar el día a día de un colegio y estar creando un proyecto nuevo.
“Está la pena del proyecto que se termina, pero también la ilusión, con sus interrogantes, por el que comienza”
En general, ¿cuál ha sido la reacción de los alumnos y de los padres a la fusión?
Aunque se llevaba mucho tiempo hablando de esta posibilidad, la realizad en la que nos encontramos hizo precipitar el nacimiento del proyecto. Con infantil se ha hecho así porque no quedaba otra y para el resto se está viviendo de todo un poco. Por un lado, hay ese sentimiento de pérdida de casa que tiene cada uno, que es algo normal, pero, por otro lado, ir conociéndose y ver que se refuerza el proyecto lleva a pensar en un colegio más fortalecido. El otro día, por ejemplo, estaba en Santa Teresa y había muchos alumnos de Jesuitinas que habían ido a ver las instalaciones. También vamos preparando actividades conjuntas para que se vayan conociendo. Hay una mezcla de sentimientos. Está la pena del proyecto que se termina, pero también la ilusión, con sus interrogantes e incertidumbres, por el que comienza.
En esa construcción, ¿cómo se mantienen las bases de cada centro?
Cada centro tiene muchos años de historia y ahora lo que buscamos es cómo sacar lo mejor de esas tres culturas. Seguramente cada uno verá que habrá perdido en algo, pero en otros habrá ganado. Al final, tenemos mucho conocimiento común como para poder ofertar un proyecto que sea atractivo no solo para las familias que están ahora, sino para la ciudad de Donostia.
También hay cierto punto de resignación, de que la situación es la que es y no queda otra.
Eso es así. La actual necesidad ha hecho precipitar la decisión, que podía haberse tomado en otro momento o no. Ahora toca hacer de la necesidad virtud. La natalidad es muy baja y sigue bajando, lo que genera mucha incertidumbre, pero hay que hacerlo lo mejor posible para vivir en esta situación. Esto nos permite cambiar lo que ya teníamos trabajado y pensar que quizás la sociedad nos está pidiendo otra cosa.
“La actual necesidad ha hecho precipitar la decisión, que podía haberse tomado en otro momento o no. Ahora toca hacerla virtud”
¿Ya se ha decidido qué va a pasar con cada instalación?
Lo que está decidido es que ElaiEnea va a tener su sede normal en lo que han sido hasta ahora las instalaciones de Santa Teresa. El año que viene seguirá habiendo actividad separada y en dos años los tres seremos un único centro, por lo que vamos a tener que utilizar instalaciones en Larramendi, aunque en el corto o medio plazo está previsto que todo esté concentrado en un único lugar.
En su caso, ¿qué supone para usted este proyecto?
Para mí es un reto. Llevo siete años en la dirección de un colegio Jesuitinas en Pamplona y cuando me ofrecieron ir a Donostia me pareció un proyecto ilusionante. En otras ocasiones se han dado reparto de etapas, pero una fusión en la que tres centros se conviertan en uno y con ello creen uno nuevo es algo que no lo conocía. Está la ilusión de trabajar con los equipos directivos y generar un proyecto bonito. La situación no es fácil porque los niños siguen siendo muy pocos y el tiempo apremia, pero me he encontrado con un equipo humano súperbueno con muchas ganas de trabajar. Tenemos por delante un reto muy bonito.