Ni italianos, ni suecos, ni franceses, ni japoneses. Donostia ha estado tomada hoy por los piratas, que en embarcaciones variadas, algunas de las cuales presentaban serio riesgo de naufragio, han surcado las aguas del Cantábrico, desde el puerto a la playa de La Concha, para tomar la ciudad.

Pero antes de hacerse a la mar, por la mañana, en los efímeros astilleros de la rampa del muelle se han montado, retocado y apañado las naves que han zarpado por la tarde. Poco preocupaban las tormentas, los tiburones o los ataques de corsarios rivales, y sí recibir las visita de las inoportunas turistas de este año, las carabelas portuguesas.

Algunas de las naves prometían aguantar lo justo para levar anclas pero otras lucían incluso mástil. Piezas de corcho, palés, flotadores varios, cañas entrelazadas e, incluso, colchones, han hecho las veces de improvisados cascos de los barcos de los cientos de piratas que llenaron de alegría la bahía donostiarra,

A partir de las 9.30 horas las tripulaciones han ido llegando al puerto, algunas empujando carros, otras acarreando piezas de madera y otras con las manos en los bolsillos a la espera de que en el puesto habilitado para este fin se les hincharan los cojines que se convertirían en sus txalupas.

Poco a poco, y por turnos, han ido montando sus navíos, siendo conscientes de que, probablemente, tendrían que abordar alguno ajeno, otra tradición pirata, ya que es frecuente que se “tomen prestadas” las embarcaciones cercanas.

Por eso, y por un punto de pereza, Jon González y su cuadrilla, en esta ocasión se lo han trabajado lo justito. “En el año pasado trajimos palés y más cosas. Este año nos hemos conformado con los hinchables. Además nos ha tocado venir muy pronto”, ha explicado González con una voz algo cascada como consecuencia de disfrutar de la fiesta.

Tras montar su nave, Jon y sus amigos han vuelto a casa para descansar algo antes de retornar a la comida popular. Tras el abordaje vespertino, la intención era la de pasar de nuevo por casa para tomar una ducha y seguir gozando de la Semana Grande.

¿Las medusas?

“Lo único que no sabemos es cómo estará el tema de las medusas. Pensábamos que nos dirían algo por la mañana pero no han comentado nada”, añade este joven de Amara que ha afirmado que otros temas, como empujones o un golpe de remo, no les generaban gran preocupación.

De distintos barrios de la ciudad son Ane Rodríguez, Maia Arriandiaga, Naroa Ribero e Izaro García, más otra amiga que con la excusa de que estaba soplando el flotador guardó el anonimato.

Este grupo de jóvenes navegantes se estrenaban en el abordaje de forma sencilla, con unos palés y unos flotadores atados a ellos. Lo reconocían: “lo hemos comprado todo esta mañana”. 

Mientras esperaban que a las 11.00 horas les llegara el turno de montar su embarcación en la rampa, inflaban los flotadores con forma de neumático.

Siendo novatas en el tema tenían claro que esperarían a ver “qué nos dicen los que llevan más años” , para determinar su hoja de ruta.

El único temor, el mismo que el de la cuadrilla de Jon González, que se presentaran en la bahía las tropas portuguesas en forma de carabela.

Para salir del muelle habían decidido aplicar la premisa del “sálvese quien pueda” y zarpar, si hiciera falta, falta a codazos. 

“Si cuando lleguemos no está nuestro barco tendremos que coger otro”, aseguraron estas aguerridas piratas sin miedo al frío. “Eso da lo mismo, luego te cambias y listo”.

Lo que prevalecía en esta cuadrilla era la ilusión de salir por vez primera a surcar los mares, un trocito, y divertirse como corresponde a la ocasión.

Porque la diversión es el ingrediente principal del abordaje pirata, en el que pese a que la mayor parte de las tripulaciones son muy jóvenes, también se pueden ver algunas compuestas por marineros y marineras con más años de lucha contra las mareas. 

Arañados pero enteros

 El sol, que se está haciendo el remolón en la Semana Grande donostiarra, también se ha escondido en el día del abordaje, aunque la temperatura era agradable la ausencia del astro rey se ha dejado notar al salir del agua.

A las 17.00 horas han zarpado las naves desde el puerto, donde la orden de salida se esperaba con ansiedad, para realizar una travesía corta pero intensa. Tanto el puerto como todas las zonas colindantes, como el paso de los Curas, mostraban un aspecto abarrotado y las fotografías se han sacado casi a codazos. 

 Como también es costumbre, han sido más las tripulaciones que han llegado a nado o empujando su embarcación que las que las que lo han hecho sobre su cubierta.

Mientras, brazadas por el mar y carreras en tierra. Madres, padres, amigos y amigas e incluso amonas y aitonas han intentado ver cómo salían del puerto los barcos de los más jóvenes de la casa. Lo ha reconocido Isabel: “No he visto a mi hijo salir pero voy corriendo a la playa a ver cómo llega, que tienen muy poco fundamento”,

No han faltado los sobresaltos, ya que sobre todos los primeros minutos han resultado algo complicados, tal y como ha reconocido Irati Riaño al llegar a La Concha junto a sus amigas.

“El el puerto ha sido todo un poco caótico, nos hemos tirado de las camisetas para hacernos sitio. Pero después todo ha ido muy bien”, ha asegurado esta joven de Egia.

La tripulación de Irati ha llegado, a primera vista, bastante entera. A Asier no le ha pasado lo mismo. Nada grave que lamentar, aunque sí una herida en la planta del pie que le ha hecho entrar en la arena cojeando.

Tras echar el ancla a la playa de La Concha, lo poco que quedaba de los navíos han sido aupado a hombros para subirlo hasta el paseo, que ha mostrado un aspecto cuanto menos singular adornado de unicornios, flamencos y cisnes de goma, tablas y navegantes agotados, 

Camisetas llenas de arena, flotadores pinchados, risas, algún que otro arañazo y no pocos golpes, han sido las huellas que han dejado los viajes por mar de unos piratas a los que, en tierra firme, les quedan muchas horas, días, (y noches) de diversión.