“Antes se llevaba prácticamente con un cuaderno y un boli. Ahora la gestión se ha profesionalizado mucho”. Lo dice Imanol Otaegi, responsable del centro que gestiona el Judo Club San Sebastián en el gimnasio de la calle Casa Nao, en Altza. Este barrio supone la tercera pata del club, que comenzó siendo pionero hace ya 68 años con su conocido local de la calle Mari –fue el primer club de judo creado en Euskadi– y que, además de esa sede en la Parte Vieja, gestiona desde hace quince años la sala de Artes Marciales de Anoeta. Hace un año dio un paso más, llegando hasta el barrio de Altza.

La afirmación de Otaegi se debe a este crecimiento experimentado por el club deportivo donostiarra, que cuenta en la actualidad con alrededor de 820 alumnos y alumnas. 40 permanecen en la calle Mari y 650 pasan por las instalaciones de Anoeta, así que otros 130 pertenecen a su sede de Altza, cifra que ha alcanzado en apenas un año. “El deporte está viviendo un boom. En todo caso nuestra duda era saber si los vecinos del barrio iban a hacer deporte aquí o en otro sitio, pero qué mejor que practicarlo cerca de casa. En el primer año, Donostia Kirola ha contabilizado casi 10.000 usos de gente que ha entrado con la Kirol Txartela y para este segundo año calculo que creceremos un 30%”, dice Otaegi.

El gimnasio de la calle Casa Nao se acondicionó en su momento para dar un servicio al barrio mientras duraban las obras del polideportivo del barrio. Cuando abrió la nueva instalación –en abril del pasado año–, el Patronato de Deportes ofreció la gestión de ese gimnasio provisional al Judo Club San Sebastián, que lo vio como una buena oportunidad para atender una demanda creciente. “El centro de Anoeta se nos había empezado incluso a quedar pequeño y surgió esta opción. Es un gimnasio que iba a cerrar, pero era una pena después de la inversión que se había hecho, así que lo pusimos de nuevo en marcha”, comenta el encargado.

Además de judo, el club ofrece en su sede de Altza otras modalidades de artes marciales como son haikido, kickboxing, brazilian jiu-jitsu y grapping: “Por ahora es esto lo que ofrecemos, aunque en un futuro tenemos intención de ampliar. Y además tenemos la rama de fitness con otras actividades como gimnasia acrobática, danza contemporánea, un pilates diferente... la idea es complementar con otros cursos públicos que tiene el Patronato, nosotros damos otras opciones”.

El judo y los niños

Comenta Otaegi que la mayor parte de los alumnos son niños y niñas: “Sobre todo el judo y el kárate son dos actividades que tienen tirón entre los niños. Los padres quieren que sus hijos hagan ejercicio y, como alternativa a otros deportes, tiene mucho tirón. Cuando llega la adolescencia muchos lo dejan y se quedan los que llamamos pata negra, los que realmente les gusta, y ahí siempre hemos sido minoritarios comparados con otros deportes. En Anoeta tenemos una clase de veteranos con 43 alumnos, alguno incluso rondando los 60 años”. Aunque dice que últimamente también hay adultos que, sin haber practicado artes marciales anteriormente, prueban opciones como “el brazilian jiu-jitsu”.

Subraya Otaegi los beneficios del judo entre los más pequeños: “Está reconocido por la UNESCO como el deporte que recomienda a la gente joven. Por un lado se trabaja mucho la psicomotricidad y hay un acondicionamiento físico importante, porque estás continuamente traccionando, cogiendo, empujando... Aparte hay un tema de respeto y disciplina, con unas normas y unos valores que se interiorizan. Y además, las artes marciales te pueden dar seguridad y autoestima”.

Reconoce Otaegi que “el gran salto” del Judo Club fue hacerse cargo “de la instalación de Anoeta”. “Te pasas cualquier tarde y hay un montón de niños. El Patronato nos dio una concesión que está siendo exitosa y luego hemos tenido la oportunidad de llevar también este centro en Altza”, comenta Otaegi, que ahonda en la idea de que el club “se ha tenido que profesionalizar” para manejar una estructura que incluye los citados 820 alumnos, con toda la pinta de que la cifra va a aumentar en el futuro: “Ahora tenemos la capacidad de llegar a más gente con este centro y nos estamos adaptando. Hay un director técnico del Judo Club, que es Julen Idarreta, estamos los responsables del centro y, además, los profesores. En total siete personas. En Altza estamos dando clases Gorka Aduriz y yo. Pero aquí hacemos de todo: dar clases, pagar las nóminas y limpiar los baños”.

“Hay que tener en cuenta que los márgenes son bajos, porque nos alimentamos casi exclusivamente de nuestra base”, continúa explicando el encargado del centro de Altza: “Ha habido un cambio generacional en el club, aunque los veteranos nos siguen ayudando. Con este centro el Patronato nos ha dado la oportunidad de llegar a otro barrio y los vecinos pueden practicar cerca de casa deportes que les gustan. Estamos contentos, porque hacemos algo que nos encanta y nos lo tomamos como un proyecto personal”.