Que un comercio con nombre propio, Calzados Tello, llegue a cumplir 120 años es casi una heroicidad pero, sobre todo, un orgullo para la propia ciudad.
Para hallar los orígenes de este histórico comercio hay que remontarse a los tiempos en los que Miguel Tello, originario de Lechago (Teruel), con 24 años llegó a Donostia iniciándose como reparador de calzado, trabajo que tuvo que diversificar para dar de comer a su numerosa prole.
Su bisnieta, Estíbaliz Tello, lo califica de “gran emprendedor” y destaca el esfuerzo llevado a cabo para poner en marcha un taller de curtidos en la calle Urbieta, negocio que evolucionó de forma tan positiva que hizo que inaugurara una fábrica de calzado en la calle Arroka, en Amara Zaharra; un punto de la ciudad que en aquel entonces acogía un importante número de actividades industriales.
El crecimiento continuó implacable, tanto que llegó a abrir una sucursal en Burdeos, en torno a 1918, además de dos tiendas de venta de calzado en las calles Urbieta y Hernani. Su tesón hizo que en 1930 se le concediera la Medalla del Trabajo del Círculo Mercantil.
La historia de Calzados Tello suma innumerables capítulos y, como destaca la representante de la cuarta generación, Estíbaliz Tello, no todos buenos. “Como la vida misma se dieron momentos de subida y otros de bajada”, constata.
Momentos duros, subraya Estíbaliz Tello, fueron los de la Guerra Civil, cuando “los locales y las fábricas fueron incautados”. A los herederos de Miguel y su mujer Gregoria les tocó la tarea de “recuperarlos poco a poco”. “Lo último que recuperaron fue la fábrica”, explica.
“Un grupo de comerciantes, entre los que estaba mi abuelo Domingo, viendo la capacidad que tenía el turismo ya en la época en la que la gente venía a dejarse ver, gestó la primera Semana de Cine Internacional de San Sebastián que, al año siguiente y con el impulso de las instituciones, pasó a ser el Festival de Cine que conocemos”, destaca Tello.
Y es que, subraya, el comercio que lleva el apellido de la familia siempre ha estado “implicado” con la actividad de la ciudad. “De generación en generación se ha trasmitido que podemos aportar nuestro grano de arena a Donostia”, abunda.
Con esta premisa por bandera, tras el fallecimiento de Domingo los caminos de los Tello se bifurcaron, manteniéndose una línea con el nombre de Tello y abriendo sus puertas Scarpin en la calle Hondarribia, donde permanece hasta la fecha de la mano de las hermanas Tello ya con el apellido por nombre.
Fue tal el éxito de Scarpin, negocio que puso en marcha el padre de Estíbaliz, Manolo, junto a sus hermanas, que hubo momentos en los que se formaron colas para comprar zapatos. La innovación llegó de su mano, aplicando la política de introducir novedades todos los meses.
“Fue ésta una época en la que se hicieron cosas muy interesantes, prestando atención a los consumidores y participando en la organización de muchos eventos en la ciudad”, incide.
A partir de la década de los 80 y hasta aproximadamente el año 2000, se dieron años “bonitos” en los que “el comercio de San Sebastián crecía, tenía nombre y apellidos y era reconocido como diferente y original. Había sitio para todos y se practicaba una forma de hacer honesta”, afirma Estíbaliz Tello, que califica esta época de “brillante”.
No es para menos, ya que el negoció creció de tal forma que Tello llegó a contar con diez tiendas en Gipuzkoa: en Beasain, Olaberria, Tolosa, Irun, Donostia... En Scarpin, el comercio de la calle Hondarribia, se llegaron a tener más de 1.000 modelos distintos cada temporada.
En 2008, con la crisis, se tuvo que “virar hacia el origen” y apostar por las colecciones propias y el producto muy bien escogido.
Con la entrada de la cuarta generación han llegado nuevos cambios. “Si algo hemos sabido hacer en esta familia es adaptarnos, ser flexibles. Y es que estamos a pie de calle, en las tiendas, y no perdemos el rumbo de lo que está pasando”.
“Escuchando al cliente hemos aprendido mucho y en ello estamos”, abunda Estíbaliz Tello, que sigue la tradición familiar tomando parte en los eventos de la ciudad, además de trabajar no solo con calzado de diseño atractivo sino apostando también por el calzado cómodo y para hormas complicadas. “Seguimos siendo una tienda que aporta soluciones”, insiste.
Nuevas tecnologías
A Estíbaliz y su hermana Ariadna les ha tocado lidiar con las nuevas tecnologías que, a su entender, en ocasiones generan cierta “frustración”, dado que las clientas acuden al comercio buscando modelos que ya no existen o que no son como los esperaban. “Nos hacemos falsas imágenes de lo que queremos y las clientas acaban dando más vueltas buscando algo que a veces ni existe”, añade.
Pero, son también una herramienta de las que las hermanas Tello se valen mediante distintas fórmulas, tanto para impulsar la venta online como para dar todas las explicaciones necesarias a su clientela.
“Somos gente seria, que sabemos con lo que trabajamos, que nos formamos constantemente”, asegura Estíbaliz Tello en su local que es, en la actualidad, “un comercio multi-marca con las marcas más importantes del Estado, con las que llevamos trabajando toda la vida, más una sección de producto propio”. Aunque no tienen fábrica propia, los fabricantes les “adaptan” el calzado a su gusto o producen sus “diseños”.
Siguiendo la línea de renovar la oferta, “prácticamente todas las semanas” recibe Tello “género nuevo”. “Unos productos se agotan y toman el relevo otros. Solo los muy best seller se quedan toda la temporada”. De ahí que recomiende “no esperar a rebajas”, porque “cada vez las colecciones son más rápidas”.
Estíbaliz Tello habla con entusiasmo del negocio que con su hermana Ariadna lidera, y también lo hace de las propuestas con las que conmemorarán los 120 años. “Queremos hacerlo con las clientas de siempre, pero también con las nuevas” porque, asegura, en la relación con la clientela han sido muchos más los “momentos buenos” que los malos, que ha archivado en la categoría de anécdota.
Como punto final, Estíbaliz Tello destaca una idea: “Ser una tienda de toda la vida no es ser una tienda antigua”. No hace falta más que visitarla para comprobarlo.