La toma de La Bretxa en 1813 al detalle, recreada para que cualquiera que se acerque a la obra de Jordi Bu retroceda más de dos siglos gracias a la maravillosa máquina del tiempo de la fotografía, puede apreciarse en el cubo del mercado del mismo nombre, hasta donde ha llegado por encargo del comité organizador del desfile conmemorativo del 31 de Agosto.
Más de 60 soldados combaten ante unas fracturadas murallas rodeados de casas destrozadas y balas de cañón. El Urumea se tiñe de sangre y el sufrimiento asoma a los rostros. La forma en la que el pasado ha llegado a 2017 tiene mucho de obra de arte y otro mucho de trabajo de investigación.
Bru explica el proceso de este singular trabajo fotográfico. El primer paso fue documentarse y conocer el terreno de la mano del arquitecto donostiarra José Javier Pi Chevrot. Después de esta concienzuda tarea tocó la recreación, que esconde varios trucos y desapariciones. De la imagen inicial borró el puente del Kursaal, aunque el Urumea sigue fluyendo y llegando hasta La Bretxa, como hace dos siglos.
Con piedras y casas fotografiadas en Iruña o edificios de Belchite, Bru ha conseguido crear el fondo de las murallas y el desastre. Posteriormente uno a uno ha ido fotografiando a los soldados, algunos de ellos llegados de Navarra, Tolosa o Irun, participantes también en la recreación de la batalla del 31 de agosto.
El fotógrafo navarro aprovechó ese día del desfile para obtener las imágenes de algunos de los soldados que aparecen su cuadro. A los demás, les fue citando y dando las oportunas instrucciones para obtener el resultado deseado.
El buen hacer con las herramientas digitales resulta también fundamental para que las aguas adquieran el rojo color de la sangre y los inmaculados pantalones de los modelos por un día aparezcan en el cuadro con la suciedad propia de una dura batalla.
Jordi Bru es experto en recrear batallas, se ha especializado en fotografía histórica militar, recreando escenas en especial de las guerras napoleónicas, las guerras carlistas o la primera y segunda guerra mundial.
Aunque en muchas ocasiones coloca a los personajes primero y después reconstruye el fondo, como ocurre en los casos de batalla a campo abierto, en este caso se ha hecho al revés, por la importancia central de las murallas y del entorno.
El cuadro de Bru ocupa ahora un espacio junto a los trabajos realizados por Pi Chevrot para recrear la Donostia de antes de 1813 y posteriormente se colgará en las paredes de la sociedad Kainoieta. José Luis Molinuevo, del comité organizador del desfile del 31 de Agosto, explica que la idea de encargar este cuadro nació después de ver recreaciones de dicha batalla “incluso en Inglaterra”. Con el dinero obtenido gracias a sus patrocinadores y, entre otras fórmulas, con la venta de los cuños de la ciudad -que siguen estando disponibles en distintos puntos, incluida la Oficina de Turismo- han podido encargar una obra que acerca el pasado al presente.