Donostia. Toros mansos, corderos, gallinas de distintas razas, cabras enanas, jabatos y otros animales de pequeño tamaño se exhibían ayer en la plaza de Okendo bajo la atenta mirada de la estatua del almirante. Por segundo año consecutivo, este espacio se transformó en un coqueto zoológico al que acudieron cientos de familias con los niños más pequeños para que viesen en primer plano algunos de los seres que solo conocen por los cuentos o la televisión.

Las jaulas de los animales eran rodeadas por mareas de familias y los críos pegaban sus asombrados rostros a las verjas, para susto de algunos padres, que les retiraban con rapidez. Algún que otro pequeño, imitando a los animales que contemplaba, se puso a chupar los barrotes del redil para disgusto de la madre que le acompañaba.

Los animales provocaban hasta gritos de alegría entre los más pequeños, que corrían hacia las jaulas para acercarse lo más posible a los corrales que contenían las curiosas especies. Los niños mostraban más respeto ante los animales algo más grandes como las pottokas y los burros "¿Qué pasa si acerca el morro?", preguntaba una niña con cara de preocupación. Mientras unos miraban y los padres fotografiaban, algunos chavales, más mayorcitos, se divertían escalando la estatua del marino.

Pero, si los animales pequeños llamaban la atención de los txikis, el toro Ven, de 1.580 kilos, que se mostraba junto al hotel María Cristina, dejaba boquiabiertos a los presentes. "Si la cerda es la reina, este es el rey", se asombraba un padre ante el tamaño y la quietud del gigantesco animal. Los adultos comentaban la prestancia y el tamaño del bovino, que tenía los días contados ya que su criador lo vendió ayer mismo.