Donostia. La ocupación de un edificio privado para convertirlo en gaztetxe en la Parte Vieja de Donostia, bajo la denominación de Uxotegi, ha puesto de actualidad este tipo de centro cultural juvenil autogestionado, que se ha desarrollado a saltos en la historia reciente de Donostia.
Los primeros locales de este tipo, generalmente ocupados por cuadrillas y colectivos con ganas de desarrollar lo que no existía, se remonta a 30 años atrás. Entonces, la capital guipuzcoana no escapaba de los movimientos en favor de la creación de espacios culturales para la juventud y, en ausencia de casas de cultura o espacios similares, que existían ya por toda Europa, los colectivos más activos optaban por ocupar edificios en desuso. Una vez dentro, y tras llevar a cabo arreglos básicos, los dedicaban a salas de ensayo de música y teatro, cinefórum, clases de euskera, creación plástica y otros aspectos artísticos y de debate.
En Donostia, en 1986, acababa de abrirse la primera casa de cultura, en Altza, y pronto llegarían otras como la de Okendo o la de Larrotxene. A la vez, fue desarrollándose el movimiento de creación de gaztetxes, que tuvo un carácter intermitente ya que los desalojos eran frecuentes.
La casa ocupada de Zapatari, en el entorno de lo que hoy se conoce como Errotaburu, fue una de las semillas del movimiento en Donostia. En este caso, un grupo de jóvenes optó por ocupar un edificio vacío para vivir, pero, además, organizaron algún que otro concierto abierto al público. Pero el primer gaztetxe de Donostia se asentó en Egia, en la fábrica de Jareño, que estaba desocupada desde los años 70. El solar acoge hoy la casa de cultura del barrio.
El gaztetxe de Egia comenzó a gestarse con la ocupación del edificio en 1987. Cursillos de txapalarta y guitarra, proyecciones de vídeo y excursiones fueron algunas de las primeras actividades del centro de jóvenes. El espacio ejerció como un imán para los grupos musicales que florecían en la época y todavía muchos recuerdan conciertos de Kortatu, La Polla Records o RIP, entre muchas otras bandas de inspiración punk y radical.
Pero el Ayuntamiento derribó la fábrica unos cinco años después y el barrio se quedó sin gaztetxe hasta 1999, cuando otro grupo de jóvenes se asentó en el edificio del número 4 de Virgen del Carmen, junto a la farmacia. En este local, incluso, se abrió una txozna durante las fiestas de los Porrontxos.
Cuando las cuadrillas juveniles tuvieron que abandonar esta construcción por su inminente derribo, un nuevo gaztetxe surgió en la calle Ametzagaina, bajo el nombre de Ametsenea, aunque su actividad no fue tan intensa y algunos la califican de testimonial. A pesar de ello, cuando se desalojó el lugar, en 2005, la policía actuó y se produjeron incidentes.
música en buenavista Pero si Egia es uno de los barrios con mayor presencia de gaztetxes, las antiguas escuelas del barrio de Buenavista, en los límites con Pasai Antxo, fueron uno los puntos de creación artística principales de Donostia, especialmente en el terreno musical. Las escuelas municipales, sin uso desde tiempo atrás, fueron ocupadas por la denominada Asamblea de Jóvenes Primera de Buenavista en 1988. También la asociación de vecinos del barrio hizo uso de las instalaciones y las dependencias fueron arreglándose con el trabajo de sus usuarios hasta que el edificio fue derribado en 2005 para acoger las nuevas viviendas que se erigen en el lugar en la actualidad.
Pero, durante casi 20 años, Buenavista, rebautizado como Buenawista, fue un núcleo importante de creación y en 1994 la asamblea cambió su denominación por la de Asociación Cultural Buenawista Prolleckzioms, un nombre que sigue vigente en la actualidad. Ahora, la entidad programa los conciertos de Mogambo y gestiona la Musika Gela de Egia.
Los promotores de aquella iniciativa recuerdan que tras un ciclo de conciertos organizado entre el colectivo y el Ayuntamiento de Donostia, con presencia de los grupos musicales que ensayaban en las antiguas escuelas, se produjo una negociación y lograron que el concejal de Urbanismo -el posteriormente asesinado Gregorio Ordóñez-, confirmara la cesión de la antigua discoteca Mogambo de Trintxerpe para celebración de conciertos. Este local ofrece una media de dos sesiones semanales, es decir, unos ochenta al año.
rutilita Al igual que otras zonas de la capital guipuzcoana, el barrio de Herrera también tuvo una sucesión de gaztetxes, que finalizó con la destrucción del antiguo edificio conocido como Etxe Urdiña, de la avenida de José Elósegui, en el último tramo frente a la estación del Topo. Este espacio juvenil comenzó a funcionar en el año 2000, pero duró poco tiempo, no más de seis meses.
Sin embargo, la historia del movimiento en este barrio se remonta a 1999, cuando la fábrica Rutilita, ya cerrada, fue ocupada por jóvenes y comenzaron en ella reunirse grupos de música y teatro. Sin embargo, en mayo de 2000, la Ertzaintza les desalojó. Tres días más tarde ocuparon la mencionada Etxe Urdiña y posteriormente intentaron, sin éxito, quedarse en las instalaciones de EuskoTren.
En la actualidad, los colectivos juveniles que pretenden desarrollar su creatividad cultural de modo autogestionado, disponen de varios espacios como, por ejemplo, Letaman, en Intxaurrondo, un local acondicionado por el Ayuntamiento, que sustituye al antiguo gaztetxe que se asentaba en la fábrica del mismo nombre, derribado para reurbanizar la zona. En el lugar de la factoría, se encuentra ahora una plaza y un edificio bajo, que acoge el local juvenil.
Por otra parte, la vieja fábrica de Chapas y Corchos Ordóñez, de la calle Indianoene de Ulia, alberga otro local juvenil desde el verano del pasado año, bajo el nombre de Kortxoenea. El edificio fue adquirido por la ikastola Zurriola, que llegó a dar clases de gimnasia en él, pero las suspendió por las malas condiciones del local. En la actualidad, el centro escolar tolera que el edificio se utilice, por lo que no se han producido problemas.
Sí los hubo, por el contrario, en el gaztetxe de Loiola, -en la calle Sierra de Aralar 16- que lleva un año sin programar actividades culturales. En este lugar, pese al permiso del propietario, el local juvenil tuvo problemas con algunos vecinos, por los ruidos procedentes de los conciertos, y a pesar del compromiso por evitarlos, la actividad ha bajado.