"LLEVAMOS años pidiendo marquesinas en las siete paradas que hay a lo largo de estas calles y que recorre el autobús 37, porque no hay ninguna", explica Félix Soto, miembro de la asociación de vecinos de Ulia, en referencia al entorno de la calle Rodil. Es una de las reclamaciones que los habitantes de esta zona llevan años haciendo al Consistorio y que, a pesar de la transformación que está sufriendo el monte, continúa sin respuesta. "No hay dónde taparse cuando llueve", continúa, aunque insiste en que no necesitan de "marquesinas dobles ni nada de eso".

El Ayuntamiento ha trabajado en los últimos años en adecuar varias zonas del monte, además de reabrir el incendiado albergue que, en los últimos meses, ofrece un servicio de bar abierto al público. A él se sumará en unos meses Basollua, que reabrirá sus puertas como merendero. Todo ello atraerá, previsiblemente, a más gente, sobre todo en días de buen tiempo.

Pero no siempre llueve a gusto de todos y, en cierto modo, el miembro de la asociación de vecinos considera que "se está turistificando el monte", al tiempo que se aumentará el tráfico de vehículos. En ese sentido, critica que se haya adecuado un parking junto al albergue "a pesar de que se estaba intentando suprimir la subida de coches" al monte.

El Ayuntamiento recogió recientemente en un dossier las principales actuaciones llevadas a cabo en cada barrio donostiarra en los últimos cuatro años. En las referentes a Ulia, sin embargo, los habitantes insisten en remarcar las carencias que observan en su día a día y algunos problemas de las próximas intervenciones, por ejemplo, para adecentar las aceras.

Soto define estas últimas como motivo de "bronca continua", porque según anunció el Ayuntamiento a los vecinos a finales de diciembre, las aceras del paseo iban a ser ensanchadas y, para ello, es necesario talar alrededor de diez árboles que entorpecen el paso de los viandantes.

"Sólo queremos que repongan los que quiten", asegura el vecino. Además, denuncia que la anchura del pavimento existente no es suficiente según el Plan General: "Tendría que ser de 2,5 metros y habría que ampliar tanto la acera como la carretera. Las dos". Y es que, desde la asociación, se cuestionan "cómo aplica el Ayuntamiento la normativa vigente" y recalcan que, a pesar de que Ulia haya recibido inversiones, no han atendido ni escuchado a las necesidades de sus vecinos.