donostia. ¿Por qué decidieron montar la juguetería, en 1948?

Fue cosa de mi padre. Antes llevaban una tienda de comestibles desde el año 1928 y, creo, que cuando se acabó el racionamiento, no funcionaba la tienda demasiado bien y decidieron convertirla en juguetería.

¿Desde siempre han tenido trenes en la tienda?

Al principio teníamos juguetes de todo tipo. Pero luego, cuando aparecieron grandes superficies que hacían mucha competencia decidí apostar por algo que no tenía tanta competencia. Siempre me han gustado los trenes eléctricos y es algo con lo que sigo. El vender tren eléctrico no es nada fácil, porque tienes que solucionarles a los clientes un montón de problemas. Me refiero a reparaciones y explicaciones sobre cómo montar los circuitos. Solamente si te gusta puedes aguantar, si no, no. Por eso no hay tiendas de trenes eléctricos y, cada vez, habrá menos. Es muy fácil vender un vagón, o una locomotora, o unas vías, pero luego hay que solucionar al cliente los problemas que tienen, como que no les encajen las vías para montar un circuito.

¿El tren ha pasado de ser un juguete común a ser objeto de coleccionista?

El tren eléctrico se ha convertido en un juguete de mayores. Hoy en día, los jóvenes de doce años en adelante, no quieren trabajar y quieren que esté todo hecho. En el tren eléctrico hay que hacerlo todo. Desde poner la vía hasta hacer el decorado, todo exige inventiva y trabajo. No está hecho prácticamente nada, exceptuando el material móvil, las vías y las casitas. Los mayores son los que más empeño ponen en ello, quizá porque los trenes están a su alcance, mientras que hace 50 años no era así.

¿Cuánto costaba un tren?

Hace 50 años el tren eléctrico era una cosa carísima. Había muy pocos modelos y lo que había era mayoritariamente fabricado en Alemania. Todo era extranjero y a unos precios muy altos. Un tren muy corriente, a mediados de la década de los cincuenta, costaba 1.500 pesetas, lo que suponía en torno a cinco meses del salario completo de una persona. Hoy en día, el mismo circuito que costaba 1.500 pesetas, cuesta entre 100 y 120 euros, aunque no vamos a comparar el material, claro.

¿Suele acudir a su tienda mucho coleccionista a comprar?

Sí, pero creo que el coleccionista también está de extinción. Hay personas mayores y las personas mayores, por lógica, se van muriendo. A mí me está pasando eso. En estos momentos tengo menos clientes que hace unos años. Y también menos clientes buenos, de los que salía una cosa y la compraban. Voy notando cómo se van muriendo y desaparecen.

La crisis ha afectado al sector.

Sí que ha afectado al sector. Tanto a los distribuidores como a las empresas, muchas están en Alemania, están pasando por momentos muy malos. Hay poca gente nueva que empieza con este tipo de cosas y los mayores van desapareciendo. En España han desaparecido varios distribuidores de complementos. Ha desaparecido una empresa muy importante que llevaba varias marcas de trenes y varias fábricas de accesorios para trenes. Aunque algunas marcas han sido absorbidas por otros distribuidores de España, hay muchas de esas líneas que no se sabe si van a volver a encontrar un distribuir o nos vamos a tener que olvidar de ellas para siempre.

¿Hay alguna locomotora que recuerde con especial cariño?

A mí las locomotoras me han gustado todas. La verdad es que hasta hace cuatro años, las vitrinas y estanterías estaban repletas de material extranjero. Y desde hace cuatro años en vez de ser extranjeros, prácticamente todo lo que se tiene es de Renfe, porque es lo que se vende. También es verdad que hay muchas más piezas de Renfe que antes.

¿Se venden locomotoras de época?

Locomotoras de época de España no hay nada. Alemania, por ejemplo, tiene un problema, no puede vender más locomotoras de época, porque ya ha sacado todas. El aficionado lo tiene casi todo.

¿Y las actuales?

¿Qué es lo que pueden sacar de nuevo? Las locomotoras hoy en día se hacen para varios países. Hay mucho menos material que lo que podía haber en los años treinta o cuarenta, que cada país sacaba una locomotora a vapor en función a la orografía del país. Cada una para un país. Ahora se hace la misma locomotora para todos los países, aunque la mecánica es distinta, pero el exterior es el mismo. Al aficionado le da lo mismo. Se le cambia el color y la mecánica interior para acondicionarla a las redes ferroviarias de cada país. Pero el exterior es el mismo y eso hace que el aficionado piense "si ya tengo la francesa, ¿para qué quiero la alemana?".