donostia. El dueño de la tienda de abrigos y gabardinas Cóndor de Gros, en el paseo de Colón, se jubila. Dice que no quiere volver a oír hablar de gabardinas. Que lo que le apetece es retomar la bicicleta, aprender a cocinar y pasar más tiempo en su casita de verano de un pueblito de Chiclana, para desayunar cada mañana en andaluz. Hasta que le llegue el momento, Ignacio Parra ultima las jornadas abriendo las puertas de su tienda, tal y como hizo su padre por primera vez en 1941.

Están a punto de cerrar.

En realidad, hasta agosto no cumplo los 65 años y no me llega para jubilarme, pero voy a intentar adelantar el cierre para marzo o abril. Es que llevo muchos años aquí, desde que a los 16 mi padre me dijera que cogiera la escoba. Y el negocio no está para muchas primaveras.

¿Y los hijos no quieren continuar con el negocio familiar?

Tengo cuatro: dos chicos y dos chicas. Pero cada uno ha hecho su carrera: la mayor es psicóloga y logopeda, la otra trabaja en producción, el otro está en Madrid y el pequeño, todavía está estudiando.

Pero las gabardinas, por mucho que sean una prenda antigua, siempre son necesarias en Donostia.

Sí es verdad que este último año hemos vendido la clásica trench, cortita y con botones, a chavalitas de 17 o 18 años. Aunque la gabardina de señora ha ido perdiendo, a mí todos los años me vienen unas cuantas buscándolas. Y me dicen: "¿Te acuerdas? La compré aquí hace 20 años, la tengo nueva pero la familia ya me dice que me la quite ya".

Cada vez quedan menos tiendas de "las de toda la vida".

Si das una vuelta por Donostia ves claramente que las multinacionales y los chinos nos están invadiendo. Aquí mismo, de los que estábamos antes en paseo de Colón ya no queda nadie y la calle Miracruz da tristeza verla. Está todo cerrado, como los de la Avenida.

Da un poco de pena.

Totalmente. Tiendas especializadas como las de antes casi no quedan y van a ir cayendo poco a poco. Todavía me acuerdo de cuando fabricábamos en la tienda. Luego se quedó pequeña y abrimos una fábrica en Zaragoza, donde confeccionábamos y vendíamos a todo España. Yo viajaba mucho a mercados y tiendas y llegamos a vender 8.000 prendas de señora al año.

¿El mundo entero con gabardinas donostiarras?

Donostia siempre ha sido una de las mejores ciudades para comprar gabardinas. La número uno. Con muy buena calidad y una gran confección. Pero se metieron los chinos en el negocio y se fastidió. Algunos se fueron allí a trabajar y confeccionar, pero a mí me pilló con 60 años y, por cinco que me quedaban, ya no me iba a meter en líos.

Gros, además, parece ser un barrio bastante afectado por el virus de la persiana echada.

Sí, en Gros ha ido cayendo muchísimo el comercio. Es un barrio tétrico. Y eso que con Nuevo Gros parecía que iba a levantar, pero no ha funcionado. La gente se va al Centro.

¿Y qué tienen las tiendas del Centro para tener tanto éxito?

Que entras allí en calcetines y sales vestido entero. Además, las grandes superficies dan opción a que la gente pase allí la tarde con los críos y haga la compra. Eso sí, ellos tendrán dos modelos de gabardinas, yo ofrezco 30 diferentes.

Y el precio.

A la gente joven le gusta mucho cambiar de ropa. Lo que le viene bien es comprar dos prendas por poco dinero y en cuanto se pasen un poquitín, quitarlas e ir a comprar otra vez; en vez de hacerse con ropa buena que dure un montón de años. Por muy bonitas que sean, no acaban de gustarles.

También se pierde el trato con el cliente.

La gente me dice que soy muy amable, que en otras tiendas no atienden como yo; como antes, supongo. Intento no agobiar, porque antes siempre tenías a algún dependiente por detrás. Creo que las dependientas de ahora no son tan profesionales, por muy monas y agradables que resulten.

¿Hay alguna tienda que recuerde especialmente?

De mi gama me acuerdo del Búfalo, en la calle Garibay; del Huracán, en la calle Andia y de Manolo Ibarreta, en la calle Fuenterrabía. Aunque este vendía desde gabardinas, hasta trajes, faldas de señora...

Seguro que sus clientas de toda la vida también les recordarán a ustedes.

Ya me dicen que cómo que voy a cerrar. Que llevo aquí desde siempre y que cómo se me ocurre.

¿Y dónde irán los donostiarras a por gabardinas?

Queda un primo mío que vende gabardinas en la calle Loiola. La tienda se llama Pluvias y va a ser de lo último, así de especializado, que va a quedar en Donostia.