Riberas 3-Loiola 1
Loiola ve como los comercios van echando poco a poco la persiana, mientras los vecinos marchan a Riberas a por servicios.
"El finde esto pasa a ser Loiola, no Riberas", asegura Iker Reis, camarero en el bar Bitácora del nuevo barrio donostiarra. Una inercia que está comenzando a convertirse, casi, en ritual para muchos loiolatarras, debido al cierre de muchos de los comercios de su propio barrio.
El bar Atxiki y el Satorra, la tienda de autoservicio Ruiz o las droguerías Mila y Espe son sólo un botón de muestra de la caída en picado del pequeño negocio en Loiola. Los comerciantes culpan de la situación a las obras de ensanche de la acera y a la supresión del doble carril de la arteria principal, la calle Sierra de Aralar, llevadas a cabo en verano de 2005.
Coro Irastorza, camarera del bar Jone, afirma que "la gente de toda la vida" que queda en el barrio es mayor, porque hasta hace cinco años no se había construido viviendas donde alojar a los hijos loiolatarras de hace 20 años, por lo que los jóvenes tuvieron que independizarse en otras zonas. "Así que el barrio vivía de la gente que estaba de paso. Pero desde que han hecho las obras ya no pueden ni aparcar ni parar", explica. "Tenemos la mitad de trabajo del que había antes", añade.
Otro hostelero, Iñaki Aldazabal, recalca que no es que no haya sitio para dejar el coche -puesto que el aparcamiento situado bajo La Salle Ikastetxea tiene suficientes plazas-, sino que el verdadero problema es que no se puede parar en el núcleo del barrio: "Tengo clientes que me dicen que si no hubieran aparcado en la segunda vuelta, no hubiesen venido al bar. Los loiolatarras ven que esto está cada vez más muerto y van Riberas, un lugar nuevo".
el súper
La única excepción
El Súper Loiola debe de ser el único negocio que logra sobrevivir holgadamente. La crisis ha sido un factor decisivo para la supervivencia de muchos negocios, pero José Manuel López, uno de sus dueños, reconoce que "la gente que ha dejado de venir por motivos económicos ha sido sustituida por la de Riberas". "Llevo 25 años trabajando aquí y estoy viendo caras nuevas", agrega.
Una de las cajeras del lugar, Magdalena García, lo confirma: "Conozco muchos que vienen aquí a la compra". Garantiza que hay numerosos padres que se van con los niños a los parques del barrio contiguo, porque así tienen los bares cerca para "potear".
"Veo mucho movimiento de bolsas de ese súper por el bar", atestigua Iker desde el bar Bitácora de Riberas. "El domingo a las 13.00 horas no se puede ni entrar", comenta y añade que, en su opinión, muchos jóvenes están optando por vivir en Loiola gracias a la inyección de vitalidad que ha supuesto el nuevo barrio cercano. En el bar Dr. Livingstone, situado al lado del anterior, Chus Iglesias asegura que "el finde vienen bastantes de allí, sobre todo jóvenes a cenar". También Maite Gálvez, dueña de la peluquería del mismo nombre comenta el fenómeno: "Cuando abrí no pensaba que fueran a venir desde allí, pero sí que lo hacen". Y es que, como dice el refrán nunca llueve a gusto de todos.
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