Donostia. Los vecinos de Amara Zaharra cuentan desde hace un mes con una renovada iglesia. Desde mayo hasta agosto, se efectuaron obras en las paredes exteriores de la parroquia de los Carmelitas Descalzos, situada en la calle Easo y que en 2015 cumplirá su primer centenario.
Pero los trabajos de mejora no se realizaron únicamente en el exterior de la iglesia. Previamente, durante el periodo comprendido entre noviembre de 2008 y octubre de 2009, se llevaron a cabo trabajos en el interior, tanto en las estructuras, como en los retablos, bancos y pinturas.
Toda la obra ha tenido un coste aproximado de un millón de euros y ha sido financiada por la Diputación Foral de Gipuzkoa, la congregación de los Carmelitas y un conjunto de ciudadanos.
José Luis Gerrikagoitia, párroco del templo, explicó ayer a este periódico que en las reformas exteriores se procedió a la limpieza de las vidrieras, sustitución de canalones y arreglo de filtraciones que permitían en el paso del agua al interior.
Gerrikagoitia comentó que la necesidad de arreglar las vidrieras llevó a acometer un trabajo completo sobre las fachadas. "Percibimos que las vidrieras estaban muy sucias y muy oscurecidas", indicó el párroco, al tiempo que añadía que los vitrales, además, contaban en el exterior con un segundo cristal de una tonalidad amarilla, que también fue eliminado, puesto que producía un efecto oscurecedor sobre las vidrieras. "Viendo cómo estaba antes y cómo está ahora, notamos una gran diferencia", aseguró.
Al igual que en las vidrieras, el problema principal en el interior de la iglesia era el oscurecimiento de pinturas y retablos.
No obstante, el edificio también contaba con un grave deterioro estructural en la linterna, sistema que sirve para peraltar las bóvedas de las iglesias y que permite la iluminación natural de las mismas mediante el uso de vitrales.
En el análisis realizado por la Teusa, encargada en la restauración de la parroquia, se indica que la degradación de las columnas que soportan la bóveda se debía a que tenían en su interior un armazón metálico. Éste se oxidó y, como consecuencia, aumentó de volumen, agrietando el entorno de hormigón que los revestía. Las columnas fueron desmontadas y sustituidas.
satisfacción general Gerrikagoitia apuntó que los feligreses se han mostrado contentos con las distintas restauraciones realizadas, aunque reconoció que también ha habido quien se ha quejado. Algún parroquiano ha criticado que se haya prescindido de los reclinatorios en los nuevos bancos. El párroco, no obstante, defendió esta medida, dado que tiene como objetivo no entorpecer el paso de los ancianos a la hora de sentarse.