Hay una red ciclista cada vez más extensa en Donostia, pero falta conectividad en algunos tramos y, en varias zonas, los aparcamientos están saturados. Además, con el crecimiento de la masa ciclista, también se observan algunas conductas que rompen las normas de circulación.
Éstas son las principales conclusiones de un estudio elaborado por el Observatorio de la Sostenibilidad de la Fundación Cristina Enea, La Ciclabilidad en Donostia, publicado este mes. El objetivo de los autores era recoger la visión de los usuarios de la bicicleta y ciudadanos de a pie respecto a la red ciclista que se va consolidando en la ciudad. Se trataba, al fin y al cabo, de hacer una radiografía de la situación actual y de poner la lupa en los puntos que resultan problemáticos para que tanto las instituciones como los propios usuarios de la red tomen nota. "Hemos aportado esta reflexión al debate que ya está ahí", comenta Manu González, director del Observatorio de la Sostenibilidad de Cristina Enea.
"Con el crecimiento exponencial de ciclistas ha aumentado la competencia por el uso del espacio público", señala González, que explica que en Donostia la bici ha pasado ya de ser considerada ocio a ser un medio de transporte más y un vehículo útil para los traslados diarios al centro de trabajo o de estudio. Y, con el uso masivo de la red ciclista, se están detectando algunos problemas. "El salto ya se ha dado, la bicicleta ya se ha integrado en la ciudad. Lo que falta ahora son algunos ajustes en la red, además de conectar el bidegorri de la ciudad con las localidades más cercanas, aunque ya hay algunos proyectos", explica González.
En ese sentido, además de realizar esos ajustes en la red principal, el responsable del observatorio aclara que otra de las conclusiones del estudio que acaban de publicar es que el próximo reto será solventar la convivencia entre bicicletas y vehículos motorizados, ya que ambos compiten por el mismo espacio público (la calzada) en todas las zonas en las que no hay un bidegorri. Por ejemplo, el objetivo del Ayuntamiento es fomentar la circulación de las bicis por las nuevas zonas 30 que adaptará este otoño en el Centro, Gros y El Antiguo, donde limitará la velocidad del tráfico para posibilitar esa convivencia con las bicis.
Otro de los aspectos negativos detectados por el estudio de Cristina Enea es la saturación de muchos aparcabicis, algunos ocupados por bicicletas averiadas. En ese punto, también reclaman una red de aparcamientos en los barrios de la ciudad, teniendo en cuenta que son muchas las bicicletas que duermen en la calle.
González insiste en que el otro aspecto que se debe mejorar, al margen de las infraestructuras, es la cultura ciclista de todos los usuarios. Y es que el hecho de que la masa de ciclista aumente exponencialmente requiere, también, que se respeten las normas de convivencia mínimas entre unos y otros para evitar conflictos.