- Arria V ya es leyenda. El errezildarra quiso poner fin a su trayectoria deportiva con un desafío de máxima exigencia y consiguió acabar el reto planteado. Arria realizó diez alzadas a un cilindro antiguo de 100 kilos en Ibarra, completó una carrera de montaña de 43 kilómetros por los montes que rodean Tolosa y, de regreso a Ibarra, cortó diez kanaerdikos en un tiempo total de seis horas, cinco minutos y 52 segundos. El aizkolari no pudo cumplir su objetivo de terminar estas tareas por debajo de las seis horas, pero finalizó satisfecho con su trabajo y dejó para la historia una marca espectacular y un ejemplo de por qué el reto es la esencia de los herri kirolak.

Xabier Orbegozo -Arria V- valoró el hecho de haber podido acabar la prueba, y consideró el tiempo empleado “un marcón,” porque “cinco minutos en seis horas no van a ningún sitio, no es mucho error”.

El errezildarra inició su reto a las ocho de la mañana en la plaza Emeterio Arrese de Ibarra, con el levantamiento de un cilindro antiguo de 100 kilos en diez ocasiones, acumulando un tiempo de dos minutos y 21 segundos.

Con este primer esfuerzo en el cuerpo, Arria comenzó una carrera de montaña de 43 kilómetros con un desnivel acumulado de 5.600 metros. El aizkolari y sus colaboradores tenían previsto finalizar esta prueba entre cinco horas y diez minutos y cinco horas y veinte minutos. “Al principio, con el peso que tengo, todos me tomaban por loco, y al final la hemos hecho en 5h.18:00”, explicaba el errezildarra.La maratón, sin embargo, le deparó “momentos malos, muy malos”. Tras unos diez kilómetros de carrera, Arria V coronó Hernio a las 9.29 horas de la mañana, y a continuación le tocó sufrir en la ascensión a Uzturre, en el kilómetro 24,6 del recorrido: “Hay una cuesta terrible. Son dos kilómetros muy duros y ha faltado poco para que no termináramos. Con los ánimos de la gente, hemos sabido sufrir, y me he recuperado”. El errezildarra superó esta cima a las 10.36, y consiguió reponerse para llegar a las 12.57 a Erroizpe, situado aproximadamente en el kilómetro 36,5 del recorrido, dentro del horario previsto. “En Uzturre tenía un bajonazo terrible, pero al final le hemos dado la vuelta. No al 100%, pero sí como para seguir”. El aizkolari, sin embargo, reconoció que “el final” había sido “un sacrificio terrible. Se me subían las bolas y ya estaba en la reserva”.

Al límite

Mientras Arria V completaba los últimos metros de la prueba a pie, Arria II explicaba al numeroso público reunido en Ibarra que, teniendo en cuenta el cansancio acumulado, necesitaría unos 35 minutos para cortar los diez kanaerdikos. Justo entonces, sobre las 13.27 horas, Arria V entró de nuevo en la plaza Emeterio Arrese para afrontar la tercera y última parte del desafío, acompañado por los hermanos Aritz e Iñaki Korta, que le ayudaron durante la carrera de montaña

Arria V se sentó unos segundos antes de afrontar su última labor. El errezildarra había tenido molestias en el cuádriceps en Elduain, e Izeta II, uno de sus preparadores, le dio un masaje en las piernas. Visiblemente agotado, Arria V comenzó a cortar los diez troncos de unos 39,8 centímetros de diámetro, tomándose tan solo unos segundos de respiro al cambiar las hachas. Cuando terminó de partir el primer tronco, el reloj de la prueba marcaba cinco horas, 31 minutos y dos segundos. El aizkolari cortó los siguientes troncos en menos de cuatro minutos. A media labor, el cronómetro marcaba 5h.46:21. El errezildarra tendría que esprintar para cumplir su reto de acabar por debajo de las seis horas. Pero sus fuerzas ya no daban para más, y necesitó más de cuatro minutos para cortar cada uno de los siguientes troncos. Finalmente, empleó algo más de 38 minutos para completar esta última tarea.

Cuando se cumplieron las seis horas, Arria V se encontraba cortando la segunda cara del penúltimo tronco. El público, sin embargo, supo reconocer su extraordinario esfuerzo y aplaudió al aizkolari durante sus últimos hachazos, hasta que partió la última pieza y el cronómetro se detuvo en 6h.05:52. Así acabó la prueba. Y en principio, aunque cueste creerlo viendo la competitividad del errezildarra y su amor por este deporte, así finalizó también la trayectoria de Arria V, un deportista excepcional y uno de los grandes animadores de los herri kirolak en estos últimos años. A partir de ahora, si no opta por volver a las plazas, habrá que recurrir a los archivos para contemplar sus gestas. Es leyenda.