Tokio - La elección de Fukushima como punto de partida para el relevo de la antorcha olímpica de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 ha vuelto a poner el foco sobre los altos niveles de radiación que aún se dan en la región a raíz de la catástrofe nuclear de 2011. Tras su tradicional recorrido en Grecia, la llama olímpica será trasladada a Japón y comenzará el 26 de marzo de 2020 en Fukushima un periplo que atravesará las 47 prefecturas niponas hasta el encendido del pebetero el 24 de julio en el Estadio Olímpico de Tokio. El punto de partida del tramo nipón será el J-Village, unas instalaciones de entrenamiento de fútbol a 25 kilómetros de la accidentada central de Fukushima Daiichi.

El Gobierno nipón quiere que los Juegos sirvan para dar protagonismo a una región que aún sufre los estragos del peor accidente nuclear de la historia tras el acaecido en Chernóbil (Ucrania) en 1986, y para acabar con el estigma de la contaminación radiactiva que la persigue desde la catástrofe. Los organizadores han rebautizado a los próximos JJOO como "Los Juegos de la reconstrucción", y han elegido el lema La esperanza ilumina nuestro camino para el relevo de una antorcha olímpica que además de Fukushima atravesará las otras regiones devastadas por el terremoto y el tsunami del 11 de marzo de 2011.

El inicio del relevo tendrá una gran carga simbólica tanto por el lugar elegido como por las deportistas que comenzarán el recorrido, las integrantes de la selección femenina nipona de fútbol ganadoras del mundial en 2011. Esta prefectura situada a 300 kilómetros al norte de Tokio también acogerá partidos de las competiciones de béisbol y sóftbol, en el Estadio de Azuma. Pero estas decisiones han vuelto a atraer atención sobre el problema de la contaminación radiactiva en torno a la central de Fukushima Daiichi, por el que aún hay 371 kilómetros cuadrados de acceso restringido y unas 40.000 personas desplazadas de sus hogares, según los últimos datos del Gobierno regional.

La ONG ecologista Greenpeace alertó a comienzos de mes que había detectado puntos con "altos niveles de radiación" en el propio J-Village pese a que la zona fue objeto de "extensivos trabajos de descontaminación" antes de abrirse al público, en una carta remitida a las autoridades niponas y al Comité Olímpico Internacional. La radiactividad en varios puntos de los alrededores del J-Village alcanzaban 71 microsieverts por hora, lo que supone 1.775 veces más que antes del accidente nuclear y una dosis muy superior al límite de 0,23 microsievierts/hora fijado por el Gobierno para declarar seguras las zonas descontaminadas, según Greenpeace. El Ministerio de Medio Ambiente nipón reconoció la existencia de "puntos calientes" de radiación y afirmó que había tomado medidas para solventar el problema, aunque según sus propios datos ciertos lugares seguían superando el límite de seguridad. - Efe