ATLÉTICO MADRID Jan Oblak; Sime Vrsaljko, Stefan Savic, José María Giménez, Reinildo (Felipe, m. 72); Geofrey Kondogbia, Koke; Ángel Correa (Griezmann, m. 46), Marcos Llorente, Yannick Carrasco (Renan Lodi, m. 92); Matheus Cunha (De Paul, m. 89).

REAL MADRID Lunin; Lucas Vázquez, Eder Militao (Ferland Mendy, m. 67), Jesús Vallejo, Nacho Fernández; Toni Kroos (Modric, m. 67), Casemiro (Vinicius, m. 60), Eduardo Camavinga; Marco Asensio, Luka Jovic (Federico Valverde, m. 60), Rodrygo.

Gol 1-0, m. 39: Carrasco, de penalti.

Árbitro Soto Grado. Amonestó a los locales Llorente y Savic y a los visitantes Jovic, Lucas Vázquez, Vallejo y Nacho.

Estadio Wanda Metropolitano ante 63.874 espectadores.

- Sin pasillo, en una versión rebajada del Real Madrid, el Atlético de Madrid logró una victoria desconocida en el Wanda Metropolitano, la primera contra su eterno rival en su moderno estadio, a través de un penalti transformado por Yannick Carrasco, oro puro para el conjunto rojiblanco en su persecución obsesiva de la Liga de Campeones, a tan solo ya un triunfo, sin depender de nadie más que de sí mismo.

A tres jornadas del final, sus seis puntos de ventaja sobre el Betis, más la diferencia particular a su favor contra él, lo postula en una situación de privilegio, tal y como ha sido la temporada. Un premio de consolación, indispensable, para el grupo de Diego Simeone, que tuvo ocasiones para hacerle más daño al Real Madrid en el derbi, pero terminó encerrado en su área, expuesto a la ofensiva final del equipo blanco y encomendado a Jan Oblak.

Jamás en toda la era Simeone se encontró el conjunto rojiblanco un Real Madrid tan contemplativo en una competición que ya le parece ajena. Tiene motivos para considerarlo. Es el campeón irrebatible, no le queda nada interesante por lograr en este torneo y todas sus expectativas se centran ya en el tremendo desafío de la final de la Liga de Campeones.

El Real Madrid vino de trámite al Metropolitano. Entre el tremendo esfuerzo, prórroga incluida, con el Manchester City del miércoles, y lo que le aguarda contra el Liverpool en París el próximo 28 de mayo, rebajó su potencia. No es lo mismo Lunin que Courtois. Ni, sobre todo, Jovic que Benzema, que no jugó nada. Tampoco salieron de titulares ni Vinicius ni Modric. Demasiada concesión en un derbi, encima crucial para el Atlético.

Porque el conjunto rojiblanco sí tiene mucho por hacer de aquí al final: el pase a la Liga de Campeones. Es el salvavidas de una temporada que ha zozobrado por momentos, al borde del naufragio que sería quedarse fuera de una competición -y perder su inyección económica- a la que no ha faltado en ninguno de los últimos ocho años. No hay términos medios ya para él. El miedo al fiasco está latente. Y no se lo puede permitir el Atlético.

Derrotado el Betis un día antes, vencida la Real Sociedad el viernes, el derbi era una obligación para el equipo rojiblanco, que no está en sus mejores tiempos de una década para la historia, pero que siente inadmisible quedarse fuera de la Champions. Lo trasladó el partido, que encaró desde la ambición, desde la presión, desde la indudable responsabilidad que le entregó el Real Madrid, que lo aguardó. Lo invitó a demostrar de qué es capaz el Atlético.