- En un mensaje televisado a la nación el lunes por la noche, Emmanuel Macron, presidente de la República francesa, anunció que los eventos multitudinarios en Francia no se celebrarían antes de mediados de julio. En el hexágono nada existe más popular y reúne a más público que el Tour de Francia, monumento nacional, símbolo patrio e icono mundial del deporte. La carrera francesa debía empezar el 27 de junio en Niza. Ese Tour, el previsto, ya no será. Si acaso y siempre que lo permita la pandemia del coronavirus que lo ha desencajado todo, será otro. En otras fechas. Será un Tour con retraso. El discurso de Macron, que amplió la cuarentena en Francia hasta el próximo 11 de mayo, borró cualquier opción de que la carrera de las carreras arranque en las fechas asignadas, que iban del 27 de junio al 19 de julio.

El Tour podría celebrarse en agosto, si bien ASO, la organizadora de la carrera francesa, sueña con alterar lo mínimo posible el calendario. A falta de conocer la reacción de ASO, que busca alternativas tras el anuncio de Macron sobre la celebración de la Grande Boucle, se antoja inevitable la idea de reasignar las grandes vueltas en el calendario. El desplazamiento del Tour de Francia, la carrera que todos los agentes del ciclismo quieren salvar, provocará un efecto dominó. Que el Tour se dispute es la prioridad absoluta del ciclismo, que repite el mantra que "todo pasa por salvarlo". Esa es su oración. Si finalmente la Grande Boucle toma agosto, la Vuelta a España deberá ocupar septiembre para completar las tres semanas de competición y el Giro de Italia alzaría el telón en octubre. Una vez descartado el escenario ideal, con el Tour en sus fechas, se antoja razonable el nuevo reparto de papeles entre las tres grandes.

El nuevo escenario dejaría a la Vuelta a España atenazada entre las dos grandes con mayor jerarquía del ciclismo, lo que, a priori, debilita su posicionamiento para seducir a grandes nombres que fijen la carrera española como una prioridad. Un Tour tan tardío en el curso y a su vez, tan próximo a la Vuelta, y un Giro en octubre desarmaría en buena medida la capacidad de atracción de la Vuelta, que queda varada en el valle entre los dos colosos. Las grandes estrellas quieren la gloria del Tour y el Giro es la otra alternativa para lucir en la vitrina.

La cita española tenía reservado su comienzo el 14 de agosto en los Países Bajos para llegar a Madrid el 6 de septiembre. Con el Tour, que quiere minimizar el impacto en el resto y sueña con salir el 18 de julio, lo que situaría su final el 9 de agosto, irrumpiendo en mitad de la Vuelta, la carrera española tendrá que retrasarse en el calendario para que vea la luz. En esa tesitura, incluso es posible que las tres etapas iniciales, que iban a transitar por suelo holandés, sean alteradas y desde la organización se busque una alternativa para tener más controlada la prueba.

Además de los daños colaterales generados por un desplazamiento de fechas de la carrera francesa, la Vuelta se puede ver perturbada, a su vez, por los cinco Monumentos del ciclismo, el segundo gran objetivo de los rectores del ciclismo tras rescatar el Tour. Las grandes clásicas del ciclismo, -aplazadas la Milán-San Remo, el Tour de Flandes, la París-Roubaix y la Lieja-Bastón-Lieja- y Lombardía, cuya fecha natural es octubre, esperan su turno para ser recolocadas en el calendario. Si los poderosos equipos que se postulan para las grandes vueltas aprietan para salvaguardar sus intereses en las carreras de tres semanas, con prevalencia para el Tour; las estructuras que fundamentan su curso en las clásicas más prestigiosas presionan también para que el almanaque no se quede sin ellas.

De hecho, tras el Tour de Francia, la gran prioridad de la UCI es rescatar los cinco Monumentos por su enorme capacidad tractora entre la afición y los telespectadores. Bajo estos parámetros y si el mes de agosto es casi en su totalidad para el Tour, carrera que todo lo fagocita, y con octubre esperando al Giro, no sería descartable que alguno de los cinco Monumentos ocupase fechas de la Vuelta, la carrera con menos músculo entre las grandes y la más susceptible de compartir fechas.

Por si esto fuera poco, los Mundiales de ciclismo tienen cita entre el 20 y el 27 de septiembre en Suiza, aunque tal vez las pruebas que se disputen en Aigle y Martigny también tengan que ser cambiadas de fechas. De cualquier manera, será el desarrollo de la pandemia del COVID-19 la que determine en última instancia si el nuevo plan para salvar el calendario ciclista, que tratará de estirarse hasta un noviembre con competición, continúa en pie.

Diferentes versiones. En tiempos de confinamiento, Alberto Contador narró su convivencia con Lance Armstrong en el Tour de 2009, el año del regreso del texano. Compartían ambos equipo, el Astana que dirigía Johan Bruyneel, y a nadie se le escapa que la relación entre los dos líderes fue tirante desde el comienzo. Eso enturbió el ambiente y Contador denunció una supuesta conspiración de Armstrong y Bruyneel contra sus intereses. Después de que el de Pinto diera su versión de los hechos, Bruyneel le desmintió. "No es real lo que dice. No hubo una conspiración contra Contador en 2009". Armstrong habló ayer para zanjar la polémica: "Ganó él porque era el más fuerte".