- ¿Cuántos mensajes de felicitación ha recibido?

-Ufffff. Demasiados para un día, pero un día así merece la pena.

Ya han pasado unas horas desde la consecución de la medalla. ¿Qué se le pasa por la cabeza?

-Emoción, mucha paz interior, mucha alegría, muchos sentimientos, básicamente positivos. Es una emoción muy grande.

¿Se cree lo que han conseguido?

-Bueno, sí. Era un sueño el poder hacer una buena competición y un buen resultado. Maialen lo ha bordado, ha hecho lo que tenía que hacer y ha venido el resultado, que ha sido el sueño perseguido.

¿Cómo está Maialen?

-Bien, cansada, pero obviamente está muy feliz. Después de años un poco complejos, por lesiones y demás, en esa búsqueda de la mejora, cuando todas las jóvenes aprietan mucho, el conseguirlo de nuevo aquí ha sido algo con lo que por supuesto soñaba y hemos trabajado para ello duramente. Todas las demás también y que se consiga es algo que a ella le da esa satisfacción que solo te dan los proyectos a largo tiempo y de preparación muy minuciosa. Esto ha sido la culminación a todo ello. Está muy feliz.

¿Cómo vivió el proceso desde que Maialen terminó su competición hasta que se confirmó la medalla?

-Lo he vivido pensando que por el tiempo podía ser medalla, pero no teniendo muy claro qué medalla. Así como en Río en cuanto llegó ella y quedaban dos participantes sabía que ese tiempo era casi imbatible, ya estábamos celebrando casi el primer puesto, aquí ha sido una espera un tanto compleja, de saber que está el tiempo ahí, que puede ser, pero no estábamos seguros. A su vez, sabía que era muy difícil bajar en cero, limpia y rápida porque el circuito era muy complicado. Maialen lo ha hecho y que lo hicieran las demás, sabía que alguna lo podría hacer, pero no muchas.

Maialen ha reconocido que ha sido el ciclo olímpico más complicado. ¿Está de acuerdo?

-Sí. Ella ya forzó mucho la máquina del año 2013 a 2016. Fue madre en 2013 y quiso volver a estar muy en forma, y lo estuvo. En 2014 estaba bien, en 2015, muy bien y también en 2016. Hubo mucho esfuerzo, porque cuando fue madre estuvo dando el pecho durante año y medio, durmiendo poquísimo, aprendiendo primero a ser madre y luego piragüista, o las dos a la vez, pero dando prioridad a la hija. Después acusó todo ese esfuerzo, los compromisos que conllevan todo eso se juntaron e hizo que Maialen se ahogara un poco en toda esa vorágine. Pasó un vértigo durante un año que no se le pasaba, luego tuvo un par de costillas fisuradas y no sabemos el por qué, podía haber sido por el estrés. Han sido años complicados. Hubo un cambio de piragua y no encontrábamos una que le fuera bien. Y luego, la edad. No sabes si no recupera tanto porque es mayor o porque la cabeza está en otras cosas. Después de ganar unos Juegos no es fácil concentrarse en los siguientes. Todo eso no era fácil de gestionar. Al final nos ha venido bien el año este que han incrementado por el covid, porque este año ha sido muy bueno: ha conseguido, primero, una buena piragua, que le iba bien, y sobre eso, afinar y pulir muchos aspectos relacionados en la mejora, y sentirse cada vez más competitiva. Ha llegado muy bien aquí. Sabíamos que no era la más rápida, pero sí de las más rápidas. Si hacía su mejor versión, podía aspirar a medalla. Ha hecho la mejor manga que se podía esperar. Ha dado todo lo que tenía. Una navegación muy contundente, muy sutil, muy sensible con el agua. Hemos conseguido esa medalla de plata que nos ha sabido a oro.

Por todo lo que ha contado, ¿esta puede ser la medalla más emotiva?

-Al final una medalla olímpica siempre tiene mucho trabajo por detrás y siempre tiene un contenido duro, de trabajo, de esfuerzo, de vivencias. Cuando llega el momento ese, el de conseguir una medalla, siempre es muy emocionante. Echas la vista atrás y ves lo que has hecho para conseguirlo. Conseguirlo después de tantos años también tiene un valor añadido. Esta tercera ha sido como un regalo, si se conseguía bien, pero si no, no pasaba nada. Y lograrlo te da una satisfacción superior. El trabajo, de Maialen, la perseverancia, la constancia han estado ahí, hasta el último segundo y por eso ha conseguido la navegación que pretendía.

En casa espera el mejor recibimiento, con su hija Ane a la cabeza...

-Hemos viajado toda la vida con ella, pero este año ha sido imposible por el covid. Teníamos obligación de venir a Tokio el día 8 de julio porque habían organizado un entrenamiento prejuegos, y, o venías esa fecha o el 20 de julio y esta última era muy tarde. Era inviable. Decidimos que no podía venir. Ane se quedó con mi hermana y teníamos que ver cómo gestionaba eso tanto Maialen como nuestra hija. Y fue muy bien. Maialen se quedó bastante más tranquila, sabiendo que Ane estaba bien. Ane sufre cuando a su madre no le salen las cosas, ya lo sufre por dentro, aunque le inculcamos que muchas veces no van a salir bien las cosas. El hecho de haber vivido esto le cambia. Ella también sufre esa tensión competitiva, ver a su madre en la tele, las expectativas de todo el mundo. Que haya conseguido la medalla le habrá hecho a Ane muy feliz.

¿Es consciente de que Maialen se ha convertido en una leyenda?

-Está claro que es algo que está en manos de muy pocas personas hasta la fecha. Es una gesta increíble, pero Maialen es una persona que le da importancia al presente y al futuro, pero pocas veces echa la vista atrás para regocijarse en un éxito. No le gusta quedarse en ello, le gusta avanzar. Claro que le damos mucha importancia, pero sobre todo la importancia por el hecho de haber trabajado en un proyecto, haber insistido, haber perseverado y haberlo conseguido, pero no por el hecho de tener tres medallas.

¿París 2024?

-Está a tres años, pero no está muy claro ahora mismo. Maialen lo decidirá dentro de unos meses si seguir o no seguir. No lo tenía claro hasta ahora, lo sigue sin tener claro y, bueno, vamos a esperar un tiempo, a disfrutar de esto, que ha sido un regalo, y un poco más adelante ya pensará Maialen qué le apetece desde el corazón. A Maialen le gusta ser competitiva, no quiere ir a un sitio por ir. Tres años parecen pocos, pero lleva muchos años en esto. La edad hace que el cuerpo se castigue más y cueste más recuperar. Vamos a valorarlo. Sea una u otra la decisión, la tomaremos con tranquilidad.