Los secretos del Orica
balance el exciclista neil stephens, afincado en oiartzun desde 1994, es director deportivo del equipo australiano, la sensación de la temporada que termina
oiartzun - Durante una hora compartiendo café con Neil Stephens en la terraza del polideportivo de Oiar-tzun, más de veinte vecinos alcanzan a saludar al australiano, que corresponde siempre con un animado “aupa, egun on”. Pocas pruebas resultan necesarias, en cualquier caso, para demostrar que estamos ante un guipuzcoano más. “Vine en 1992. Vivía en Perurena, en una casa que tenía mi equipo de entonces, el Caja Rural. Y llevo en Oiartzun desde 1994, viviendo con mi mujer, que es de aquí”. Tienen tres hijos, de 19, 16 y nueve años, con los que forman una familia ya acostumbrada a que el aita de la casa pase largas temporadas fuera. El ciclismo es parte muy importante de la vida de Neil, corredor retirado en 1998 y que, prácticamente, enlazó su carrera en activo con la de director deportivo. Desde 2012, ejerce junto a otros responsables técnicos en el actual Orica Bike Exchange, el equipo de moda en el pelotón del World Tour esta última campaña.
Lanzado desde el inicio
“Quince meses antes de echar a andar en enero de 2012, empezamos a trabajar en el proyecto, un proyecto australiano, a cuyo dueño convencimos de que era una equivocación correr solo con ciclistas nacionales. Eso habría otorgado a nuestros corredores un valor falso. Si tú como deportista vales diez, no puedes valer doce solo por ser australiano. Es más. Los ciclistas de otras nacionalidades pueden ayudar a los locales a crecer, como se está demostrando ahora gracias a los hermanos Yates y a Chaves. La base y el espíritu del Orica son australianos, pero el equipo puede considerarse internacional”, una fórmula que aportó éxitos desde un inicio.
“Empezamos ganando muchas carreras. En el primer mes de competición nos llevamos el Campeonato de Australia y el Tour Down Under con Simon Gerrans, que luego en marzo venció en la Milán-San Remo”, recuerda Stephens, quien valora con perspectiva un arranque tan redondo. “Empezar así pudo ser hasta malo. Daba la sensación de que ganábamos demasiado fácil, y eso nunca es así. Habría parecido más natural pasar unos meses sin victorias, pero las cosas vinieron así. Además, cuatro años después podemos decir que, temporada tras temporada, hemos cumplido siempre con los objetivos marcados, que han ido creciendo. Nadie nos puede garantizar ahora que en 2017 vayamos a seguir con esta trayectoria ascendente. Igual ganamos menos. Pero la de 2016 ha sido nuestra mejor temporada hasta la fecha”. Su cronología cuenta con varios puntos de interés que analiza Stephens.
Hayman en Roubaix
Como ya es casi tradición, las victorias de postín llegaron para el Orica desde enero, desde el Tour Down Under. Pero el primer éxito de campanillas se produjo en abril, en la París-Roubaix. “Me emociona la historia de Matthew Hayman con esta carrera, una historia que no empieza precisamente en 2016. Él vivía en Camberra y soñaba con correr algún día en Europa, pero no estaba en la selección australiana, así que las opciones para lograrlo eran pocas. Se vino él solo a vivir a Holanda, sin equipo. Pasó épocas malas, muchos días de entrenamientos en solitario sin objetivos. Pero luego estuvo varias temporadas en el Rabobank. Y cuando vio que su trayectoria iba terminando (tiene 38 años), se puso como meta disputar a buen nivel las clásicas, especialmente la París-Roubaix. Corrió la Vuelta de 2015 ayudando a Chaves, y prácticamente estiró la forma durante todo el invierno, entrenando muy duro”.
Las cosas, sin embargo, se torcieron con la entrada del nuevo año. “A principios de 2016 se fracturó una muñeca y parecía descartado para abril, pero se machacó en el rodillo y, ya en primavera, nos pidió correr algo antes de Roubaix. Pensamos que estaba loco, pero para no quitarle la ilusión le incluimos en el equipo del Gran Premio Indurain. Lo hizo medianamente bien y nos pidió entonces correr la Roubaix. Le dijimos que sí, casi como agradecimiento a todo su tesón. Luego, competir en esas circunstancias le quitó presión y le permitió correr más relajado la primera parte de la prueba. Cuando llegó con el grupo cabecero al velódromo, yo sabía que ganaba, por su pasado en la pista y porque los demás, de lo nerviosos que tenían que estar, se iban a equivocar. Recuerdo que seguí la carrera en casa, a través del ordenador, y que tuve que colgarle el teléfono al dueño del equipo cuando me llamó dos minutos después del final para felicitarme. Estaba muy emocionado y no podía hablar entonces”.
Chaves roza la ‘maglia’
“Pues sí, pero es lo que hay”, contesta resignado Stephens al ser preguntado sobre si lo cerca que estuvo Chaves de ganar el Giro de Italia supone una espina clavada. “Lo miras todo con perspectiva, y durante muchas fases de la carrera Kruijswijk ofreció la impresión de ser el más fuerte. Pero claro, si se cayó en aquel descenso igual fue porque el resto, entre ellos Esteban, le llevaban al límite. Lo que pasa es que el propio Chaves pudo cometer un par de errores que le costaron caro. Así que el que ganó, Nibali, fue el mejor ciclista de la prueba. No hay mucho más que hablar”.
¿Pero cuáles fueron esos fallos que cometió Esteban Chaves? Stephens, que siguió el Giro desde Oiartzun, se centra en la penúltima etapa, en la que el colombiano defendía la maglia rosa. “Si llega a actuar con algo más de tranquilidad ante los ataques de Nibali, creo que podía haber ganado”. Chaves respondió a las primeras ofensivas del italiano, y queda la interrogante de qué habría sucedido si hubiese actuado con mayor frialdad. “Por ahí estaban también Urán y Valverde, a los que interesaba ir rápido. Podían haber sido unos buenos aliados”, reflexiona el director australiano.
Los hermanos Yates
“La cuarta plaza de Adam Yates en el Tour es muy buena. También los podios de Chaves en Giro y Vuelta, y el top ten de Simon Yates en esta última carrera. Pero, más que con nombres propios, me quedo con que hemos tenido muy buenas actuaciones en las tres grandes vueltas por etapas, y con que la relación entre nuestros líderes es fenomenal. Destaco esto porque en el equipo le damos mucha importancia. Cuando tienes ciclistas de este nivel, puede ser una tentación juntarlos a todos en el equipo del Tour y esperar a ver qué pasa. Pero lo que probablemente suceda es que a final de temporada se te quiera marchar este o aquel, porque ha debido exprimirse para otro, o porque no ha tenido el equipo entero a su disposición. Trabajamos para evitar la situación repartiendo las carreras del calendario lo mejor que podemos, y fichando ciclistas que puedan adaptarse bien al ambiente que se respira en nuestro equipo”.
A la hora de analizar a sus tres líderes, Neil Stephens lo tiene claro. “Adam Yates es muy duro mentalmente, y algo más impulsivo que su hermano. Por eso, aunque en el Tour fuera cuarto, siempre ha andado mejor en las pruebas de un día. Simon, por su parte, tiene más clase, pero es mucho más frío. Suele actuar de forma calculadora, y eso le ha hecho destacar en mayor medida en carreras por etapas. La muestra está en que un ciclista de su nivel, después de tres años como profesional, logró su primera victoria el pasado mes de julio en Ordizia. ¿Y Chaves? Chaves lo tiene todo. Tiene la clase, y tiene también los cojones. No es tan ingenuo como puede parecer. Sabe de dónde viene y a dónde va. Sabe lo que es en 2016, y lo que quiere ser en 2020”.
Ataque en el Aubisque
El oiartzuarra de adopción se sentó al volante del coche del Orica para dirigir al equipo durante la Vuelta a España. “Desde la salida en Galicia tenía metida en la cabeza la etapa del Aubisque”, indica Stephens, que tuvo que renunciar a ofrecer espectáculo en casa. “La etapa previa pasaba por aquí mismo, por Aritxulegi, por Agiña... Pero la cabeza pudo al corazón y preferí reservar a mis corredores para el día siguiente”. Neil había estudiado in situ meses antes la etapa con final en el coloso pirenaico. “Vi diez kilómetros llanos desde la bajada del Marie Blanque hasta el pie del puerto que me lo dejaron todo muy claro: había que atacar desde lejos”.
Lo hizo el Orica metiendo a hasta cuatro ciclistas en la escapada del día. Esperaron el ataque de Simon Yates y le llevaron en butaca durante el mencionado tramo llano. Pero Stephens hace una expresiva mueca cuando se le asegura que todo salió a la perfección. “Hay una cosa que no ha trascendido. La idea era parar también a Simon en el mismo Aubisque si Chaves llega a distanciar a Quintana y a Froome. No lo consiguió, así que di vía libre a Yates para que siguiera a su ritmo e intentara dar caza a la cabeza de carrera. No pudo ser”. El director deportivo exprimió al Orica aquel día, lo que, según él, condicionó su charla previa a la etapa del día siguiente, la del ataque de Contador de camino a Formigal que terminó dando la victoria final a Quintana.
“Pedí perdón después”
Media Vuelta se decidió aquel día en los alrededores de Sabiñánigo, en pleno descenso de un repecho inicial no puntuable. “También lo tenía estudiado con meses de antelación. Cuando vi aquella zona, supe que, por muy lejos que estuviera de la meta, podía resultar decisiva. Pero, siendo consciente de todo lo que había exigido a mis corredores el día anterior, no puse el énfasis necesario durante la charla previa a la etapa. Aún así, Chaves y Jens Keukeleire se metieron en el grupo bueno tras el acelerón de Contador, pero hubo una caída delante suyo y se vieron cortados. Se diera como se diera, al día siguiente pedí disculpas a los ciclistas por ese error que comentaba de no haber dado al inicio de etapa la importancia que sabía que merecía”.
Con Chaves en el grupo perseguidor, codo con codo con Chris Froome, Stephens recibió lo que todo el mundo supondrá a estas alturas, una petición de colaboración desde el coche del Sky. “Sí que se acercaron, pero yo solo pensaba en lo que nos convenía a nosotros. En un principio, claro que queríamos cazar al grupo delantero. Pero hubo un momento, con la ventaja ya estabilizada, en el que tuvimos que elegir. Teníamos un boleto para intentar ganar la Vuelta, pero era muy difícil que tocara. Si lo intentábamos utilizar y no había suerte, nos quedábamos sin podio. Así que fuimos a por esto último. Es lo que le dije al del Sky. Ganar la Vuelta es tu problema. Y tener a Chaves entre los tres primeros es el mío. Nosotros ya no buscábamos cazar. Solo buscábamos mantener una desventaja prudencial”.
La ambición de Chaves
“Creo que hemos perdido demasiado tiempo, Esteban. Pero terminar cuarto en esta Vuelta está muy bien. Mañana a ver si podemos ganar la etapa”. Así se dirigió Neil Stephens a Chaves justo después de la contrarreloj de Calpe, previa a la penúltima y decisiva etapa de la Vuelta a España. Pasadas unas horas, antes de la cena, cambió el panorama. Replicó el colombiano. “He pensado que no he venido aquí a hacer cuarto. Así que mañana tenemos que intentar quitarle el podio a Contador”. Stephens no salía de su asombro. “¿Y cómo hacemos eso con la gente que tenemos? Simon Yates sufre una lesión en la pierna y anda con antibióticos”. Poco le importó la situación a Chaves. “Tú sabrás cómo. Eres el director deportivo”. “Me dio una palmada y se marchó”, recuerda divertido el propio Stephens.
Al día siguiente había que intentar quitar 1:20 al ciclista de Pinto, y el momento clave llegó cuando quedaban por delante dos puertos, siendo el último la ascensión final a Aitana. “Comenté a los corredores que había que intentarlo ya, pero tenían dudas. La meta estaba muy lejos. Les dije que yo atacaría, pero que la decisión correspondía a ellos, que son los que dan pedales. En cierto modo, era una pose. Por dentro estaba en ebullición. Pero es mejor que los ciclistas hagan algo de lo que se sienten plenamente partícipes a que simplemente acaten órdenes”. El ideólogo de la ofensiva terminó siendo Jens Keukeleire. Y salió todo perfecto. Podio.
Castellana y Lombardía
El Orica es un equipo ganador, mentalidad que Neil Stephens trata de inculcar siempre a los suyos. En la última etapa de la Vuelta, por ejemplo. “Dije a los ciclistas que podíamos estar un año felicitándonos por lo bien que había salido la táctica del día anterior. Pero que en la Castellana podíamos lograr otro triunfo con Magnus Cort Nielsen, y que había que intentar aprovecharlo. Ganamos”. Como ganó Chaves el pasado fin de semana en Lombardía. “Comenté al equipo que, estando Esteban como estaba, me iba a fastidiar marcharnos de Italia sin la victoria”.
El colombiano llegó al último kilómetro con Urán y Diego Rosa. “Después de la última curva, había 250 metros hasta la meta. Alguien se iba a precipitar, y ese no iba a ganar. Se lo dije a Esteban. Me hizo caso y dobló tercero. Pero ganó por ser el más tranquilo de los tres. Rosa quizás era el más fuerte; Urán, el más rápido”. No les sirvió, y el Orica colocó la guinda a su espectacular 2016. O quizás no. Porque aún queda el Mundial, y hay esperanzas puestas en el australiano Caleb Ewan y en el danés Magnus Cort. Su presupuesto figura por debajo de la media entre los equipos del World Tour. Y, sin embargo, los resultados ahí están. ¿Ganar Giro, Tour o Vuelta? “Lo intentaremos en 2018”, avanza convencido Stephens a dos años vista. Los objetivos, poco a poco. Como hasta ahora.