Eibar - Habían transcurrido únicamente cinco minutos de partido, y el Eibar se disponía a ejecutar un saque de esquina en zona ofensiva izquierda. De repente, la fiesta se desató en la grada. Los futbolistas armeros se miraron entre ellos. Alguno como Eneko Bóveda, el que más cerca estaba, pidió referencias al banquillo. Tampoco hacía falta. Gol del Barça. Todo el mundo podía intuirlo. La escena apenas duró cuatro o cinco segundos. Y Dídac Vila se la dio al pie a Dani García. Su envío al segundo palo lo colocó Ander Capa, de cabeza, en la frontal del área, y allí apareció la testa de Mikel Arruabarrena. Otro gol. La carambola de la salvación era probable. Solo tardó un suspiro en aparecer. Lo hizo además gracias a dos dianas, la del Camp Nou y la de Ipurua, casi instantáneas.

No se quedó ahí la cosa. En el minuto diez Raúl Navas marcó el 2-0 para los de Garitano. En el 33, Capa hizo el tercero. Y, mediada la segunda mitad, también el Barcelona amplió su renta. Empezó la fiesta, pero la radio, en forma de inesperada e increíble remontada gallega, se encargó enseguida de fastidiarla. La afición del Eibar sabe desde ayer que hay algo en el mundo del fútbol peor que padecer un descenso: se trata de sufrirlo habiendo celebrado previamente la permanencia. Es lo que ocurrió ayer en Ipurua, que asistió a una tarde de final cruel, metáfora de lo que ha sido la temporada en su conjunto. Inicio de ensueño, epílogo de terror. Los armeros jugarán la próxima temporada en Segunda División. Tras 38 encuentros ligueros y nueve meses de campeonato, el que desciende lo hace con justicia. Pero no deja de doler que todas las fatalidades habidas y por haber se hayan cebado con los protagonistas de semejante cuento de hadas.

partido sin historia Mañana se cumplirá el primer aniversario del ascenso, logrado gracias a aquel triunfo contra el Alavés con gol de Jota Peleteiro. 363 días después, el Eibar también ganó ayer, un partido con muy poca historia. Había que sumar los tres puntos. Y al poco de comenzar el encuentro ya estaban en la buchaca. En su último partido como técnico del Eibar, Garitano, que en caso de permanencia sí hubiera continuado, apostó por un once reconocible, un claro 4-4-2 con Javi Lara y Capa en las bandas, y Arruabarrena y Saúl Berjón en la punta de ataque. El equipo, tal y como había declarado Errasti a este periódico durante los días previos, esperaba al duelo “con el cuchillo y el tenedor”. Así lo demostró desde el tercer minuto.

Y es que antes el Córdoba metió el miedo en el cuerpo con dos acercamientos peligrosos que, de transformarse en gol, habrían complicado muy mucho el guión. Todo cambió, en cualquier caso, cuando la grada comenzó a celebrar el primero del Barça, en el mencionado saque de banda a los cinco minutos. El Eibar, haciendo los deberes a la perfección, marcó el primero. Y el segundo. Y el tercero, convirtiendo la segunda mitad en un mero trámite. El resto de la historia es de sobra conocido. El caramelo estaba dentro de la boca, siendo incluso saboreado, y de repente desapareció. La historia de una Liga entera resumida en un solo partido.

Fueron 27 puntos en la primera vuelta. Han sido solo ocho en la segunda. Se marchó en enero el pilar de la zaga, Albentosa. El jugador fichado para relevarlo no pudo ser inscrito por un error administrativo. Y los dos acompañantes habituales del defensa, los otros centrales de garantías, Ekiza y Navas, empezaron a arrastrar sendas lesiones justo cuando se cerró aquel maldito mercado invernal. Siguió adelante el equipo, logró reponerse (al menos en lo que al juego se refiere) y, sin embargo, empezó a sufrir esa mala suerte que había esquivado con la inercia positiva inicial. Se perdieron partidos que no se debían haber perdido, el marrón fue adquiriendo proporciones preocupantes. Y, de repente, el Eibar se ve en Segunda después de haberse salvado dos veces: una en enero y otra ayer a las 19.45. Si esto es la elite, no queremos volver. Adiós, Primera cruel. Qué pena.

3-0