Un sufrimiento continuo
donostia - Confiaban Illunbe, en su mejor entrada de la temporada con 7.109 espectadores, y el Gipuzkoa Basket, enrachado después de dos victorias consecutivas; en protagonizar un día grande ganando el derbi frente al Laboral Kutxa, un duelo que siempre es uno de los momentos álgidos del curso en el pabellón donostiarra. Pese a ser conscientes de la dificultad del reto, soñaban con sacarlo adelante basados en ese buen estado de forma del equipo y en un hipotético cansancio del Baskonia, que el viernes por la noche había realizado un esfuerzo tremendo para derrotar al Olympiacos en Euroliga. Pero la realidad fue bien distinta y el GBC fue arrollado del minuto uno al 40 por un Laboral Kutxa muy superior. La realidad fue tozuda y la diferencia de nivel entre ambas plantillas se hizo demasiado evidente, lo que se tradujo en el abultado 66-95 final, un marcador que lo dice todo.
Si las siete ediciones anteriores del derbi guipuzcoano-alavés habían sido emocionantes e inciertas, el octavo duelo en ACB resultó, con diferencia, el más desnivelado. El derbi ilusionaba en Gipuzkoa, pero se convirtió en un sufrimiento constante. Cierto es que el Laboral Kutxa juega otra liga, la de lograr el mejor puesto posible en los play-off e incluso pelear por meterse entre los ocho mejores de la Euroliga. Palabras mayores. Otro mundo. Pero también es cierto que el GBC no dio la talla. Ni en defensa, donde su intensidad habitual no apareció y encajó 95 puntos, su peor cifra de la temporada, ni en ataque, donde nunca encontró soluciones y acreditó unos paupérrimos porcentajes: 39% en tiros de dos, 32% en triples e incluso un 58% en tiros libres. El conjunto de Ponsarnau empezó muy frío y la superioridad del rival fue apagando sus ánimos poco a poco, con una sensación de impotencia que fue apagando también los ánimos de la grada.
El Laboral Kutxa avisó de sus intenciones desde el principio y con un baloncesto vertiginoso, con un ritmo que desarboló por completo al GBC, se puso 7-14 en un abrir y cerrar de ojos. Un triple de Jordan, el único entre los locales con clarividencia en ataque (once puntos y ocho asistencias), y un 2+1 de Doblas pusieron el 15-17, pero un parcial de 0-10 confirmó que el Laboral Kutxa no iba a hacer ninguna concesión y que iba a ser un partido muy difícil para los locales, a menos que apretaran en defensa. Cosa que no hicieron, así que la desventaja en el minuto trece era ya excesiva (23-39) como para soñar con la machada. En el bando local nadie daba señales de vida y los de Ibon Navarro jugaban a su antojo, con un Fabien Causeur magistral en todas las facetas de juego. El francés fue una pesadilla para unos jugadores locales demasiado frágiles, que ni siquiera hacían faltas. Una actitud sorprendente e inesperada en un equipo que las dos últimas semanas había demostrado su capacidad para aferrarse con uñas y dientes a los partidos. Quizás los de Ponsarnau se vieron demasiado inferiores y no supieron manejar esta situación.
Acortó distancias Taquan Dean con un triple, el único que metió en un partido absolutamente aciago, saldado con un 3/18 en tiros de campo. Su horrible encuentro fue un lastre, así como el mal día de Dani Díez, que arrastraba una gripe y estuvo flojo en los 19 minutos que disputó. Las lesiones y enfermedades siguen sin dar respiro al GBC. Todo estuvo en contra. Enfrente, el Laboral Kutxa seguía a lo suyo y San Emeterio se unió al festival de Causeur para seguir castigando el aro guipuzcoano y situar el marcador en un 35-55 que ya dejaba el derbi finiquitado.
sin capacidad de reacción Quedaba recomponerse en el descanso y al menos tratar de ofrecer otra cara en la reanudación. El GBC pareció haber hecho borrón y cuenta nueva en el vestuario y logró un parcial de 6-2 gracias a un incremento en la actividad defensiva y a unos cuantos ataques bien dirigidos por Jordan, pero Causeur y un nuevo apagón en ataque dilapidaron cualquier opción de que la derrota fuera al menos digna. El desacierto en el juego exterior -tampoco Jordi Grimau estuvo fino- y los problemas de David Doblas para hacerse un hueco entre las torres baskonistas, Colton Iverson y Mirza Begic, dejaron huérfano el ataque y, por tanto, el sufrimiento continuó en el tercer cuarto, con una desventaja que llegó a los 26 puntos (45-71).
Una racha positiva de Grimau, con siete puntos consecutivos, apretó el marcador (52-71), pero el derbi estaba más que decidido y el Gipuzkoa Basket ya no tenía fuerzas ni para maquillar el resultado, que se disparó hasta el 57-90 a cuatro minutos de la conclusión porque los de Ponsarnau fallaban hasta los tiros libres. El Laboral Kutxa se permitió el lujo de dar minutos a jugadores que habitualmente están en el fondo del banquillo, pero tampoco así hubo manera de reducir distancias, lo que resultó en el derbi más descafeinado de todos los celebrados en Illunbe y confirmó las excesivas diferencias entre una plantilla y otra, agravadas porque los locales estuvieron muy lejos de su mejor nivel en todas las facetas del juego.
La cruda realidad se impuso a un GBC que compite muy bien contra los de su liga pero que sufre mucho contra rivales con tanto físico como este Baskonia. Este equipo ha demostrado a lo largo de la temporada su capacidad para reponerse de los golpes y deberá seguir haciéndolo. Por un lado, ahora se avecina un duro calendario (Bilbao Basket, Gran Canaria y Valencia antes de recibir al Fuenlabrada). Por otro, en esta jornada han ganado Andorra, Sevilla y Manresa, con lo que la renta sobre el descenso se ha reducido a dos victorias. Se avecina una recta final de temporada dura, que pondrá a prueba el carácter de este GBC.
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