Donostia. El milagro no fue posible. Ganar al Real Madrid sin Jason Robinson fue una misión fuera del alcance del Gipuzkoa Basket, que cayó ante el equipo que está haciendo historia por 65-76. Una derrota inevitable, pero más que digna frente a un conjunto al que nadie ha podido derrotar esta temporada. Los de Pablo Laso sumaron ayer en Illunbe su 31ª victoria en otros tantos encuentros desde que se abrió el curso. Sito Alonso y sus hombres se esforzaron al máximo y mostraron sus señas de identidad para tratar de lograr la hazaña, y perder solo por once puntos y dejar al Madrid en 76 cabe calificarse de pequeño éxito teniendo en cuenta la enorme diferencia de potencial entre ambas escuadras. La derrota queda en el casillero, pero los ánimos entre los jugadores y los aficionados siguen intactos. Este GBC es un equipo competitivo en cualquier escenario.

La visita del Real Madrid era un trago que había que pasar, pero el Gipuzkoa Basket dio la cara y demostró por qué está clasificado entre los ocho primeros de la ACB y depende de sí mismo para meterse en la Copa del Rey. No se puede decir que el equipo de Laso sufriera para ganar en Illunbe, pero no pudo relajarse en ningún momento. El GBC apretó las tuercas a los blancos gracias a un importante ejercicio defensivo que provocó la segunda anotación más baja del curso para el Madrid (su peor día en ataque fue el 68-72 en Badalona). Esa era la primera premisa para buscar la hazaña. La segunda era tener un día inspirado en ataque, algo que no sucedió. El GBC se quedó en un pobre 6/28 en triples, impropio para un equipo cuya mejor arma es el lanzamiento exterior, y a eso se añadió el 9/16 en tiros libres. Con estos números, ganar al Real Madrid se convirtió en una misión imposible.

Decía Sito en la previa que la baja de Robinson daba la oportunidad de reivindicarse a otros jugadores. Las miradas estaban puestas en Cortaberría y Winchester, que partieron en el cinco inicial. Ninguno de los dos brilló, sin embargo. Destacaron en defensa y su esfuerzo fue innegable, pero no tuvieron el día de cara al aro contrario. Cortaberría falló los dos triples que tiró y Winchester solo metió uno de los nueve que intentó. El norteamericano no es un tirador al uso, ya que da la talla en defensa y es capaz de anotar de diversas maneras, pero está fallando donde más debería lucir, en el lanzamiento exterior. Los ocho triples que estrelló contra el aro resultaron un lastre para el GBC, que necesitaba más que nunca sus puntos porque en el fondo del banquillo se quedaron los 16,6 que promedia Robinson.

El flojo inicio de partido fue otro de los motivos por los que el Gipuzkoa Basket nunca tuvo opciones reales de victoria. El equipo de Sito saltó a la cancha temeroso, guardando demasiado respeto a un Real Madrid que, hay que reconocerlo, asusta. El 0-8 a los dos minutos y medio de empezar, una renta remontable ante cualquier equipo, es una losa tremenda frente al conjunto de Laso, implacable, que no hace concesiones. Un palmeo de Ramsdell, un tiro libre de Neto y una canasta de Winchester parecieron animar a los jugadores locales, pero faltó ese punto de intensidad en defensa para desactivar el ataque del Real Madrid. De ello se aprovechó Sergio Llull, que metió once puntos en el primer cuarto. Poco antes de cumplirse ese minuto diez, Sito pidió en un tiempo muerto más agresividad a los suyos. "Solo llevamos una falta, eso no puede ser, y hoy menos", les dijo.

Sus hombres entendieron perfectamente el mensaje, pero para entonces el Madrid llevaban once puntos de ventaja (12-23). Justo la renta con la que acabó el partido. Y es que desde el minuto once el GBC no fue inferior a su rival. Buena parte de culpa la tuvieron David Doblas y Raúl Neto. El pívot y el base fueron los únicos jugadores que causaron problemas reales al conjunto de Laso. Ambos no hicieron otra cosa que exhibir el nivel que vienen mostrando desde que empezó la temporada. No solo son, junto a Robinson, los líderes de este Gipuzkoa Basket, sino dos de los mejores jugadores de toda la ACB en sus respectivas posiciones. Ayer, ante el rival de moda y con las cámaras de Teledeporte en directo, mostraron toda su calidad. El base acabó con 14 puntos y 3 asistencias -y eso que tuvo enfrente a Sergio Rodríguez, Llull y Draper- y el pívot se fue hasta los 16 puntos y 10 rebotes. A Doblas lo defendieron Mejri, Slaughter, Bourousis y Felipe Reyes. Un cuarteto impresionante. Pero todos sufrieron ante el cántabro, que está inmenso. Su único lunar fue el 2/6 en tiros libres. Parece que desde aquel fatídico capítulo en Tenerife ir a la línea de personal es un pequeño suplicio.

tres cuartos igualados El citado 12-23 al término del primer cuarto fue un acicate para el GBC, que a partir del minuto once se lanzó a por la remontada. Llegó a ir perdiendo por solo siete puntos en hasta tres momentos del choque, pero la eficacia del Real Madrid para solventar cualquier apuro y la falta de acierto del equipo de Sito impidieron hacer soñar de verdad a los casi 9.000 espectadores que se dieron cita en Illunbe en la mejor entrada de los dos últimos años. Un ejemplo: tras el 34-41, obra de Neto tras una brillante jugada individual, el Madrid se encomendó a Sergio Rodríguez y Rudy para hacer un parcial de 2-9 y dar otro estirón en el marcador: 36-50 mediado el tercer cuarto.

Volvió a meterse en el marcador el GBC gracias a la dupla formada por Neto y Salgado, que compartieron cancha durante varios minutos y estuvieron muy listos a la hora de repartir juego. El brasileño dio tres asistencias y el capitán, siete. Una de ellas la aprovechó Ramsdell para meter el 51-58 al inicio del último cuarto. Fueron los mejores momentos defensivos del conjunto de Sito, pero faltó de nuevo acierto y el Madrid abrió hueco con dos canastas seguidas (51-62). Un último esfuerzo, coronado por el único triple del día de Winchester, volvió a dejar la desventaja en siete (58-65), pero el Madrid impidió cualquier susto controlando las últimas acciones y ganando finalmente por 65-76. Una derrota previsible, pero que dejó en buen lugar al Gipuzkoa Basket, capaz de plantar cara al mejor equipo de Europa gracias a su juego en equipo, su lucha defensiva y también al talento de alguno de sus hombres. El premio a este esfuerzo -el de ayer y el de toda la primera vuelta- es que afrontará la visita del próximo domingo al Estudiantes dependiendo de sí mismo para meterse en la Copa: si gana, se clasificará. Sería un premio tan mayúsculo como merecido.