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Un cruel castigo sobre la bocina

Un palmeo de Lucas Nogueira a una décima del final derrota a un Lagun Aro que jugó bien, pero que concedió 21 rebotes ofensivos y que tras perder queda hundido, a tres triunfos de la salvación

Un cruel castigo sobre la bocinaEFE

Donostia. Otra derrota. Otro palo. Otro sopapo a las ilusiones. Otro golpe para una moral ya maltrecha por un año infernal, agónico, repleto de malas noticias. Esta vez fue un castigo cruel, un palmeo sobre la bocina del brasileño Lucas Nogueira, el que provocó la 16ª derrota del curso para el Lagun Aro GBC, que cayó por 79-77 en la cancha del Estudiantes, que ya es colista en solitario y, lo que es peor, que tiene la salvación a tres triunfos, un abismo pese a que quedan por delante quince jornadas y que obligará al equipo a una remontada heroica si no quiere jugar la próxima temporada en la LEB.

Tan evidente es que el Lagun Aro ha mejorado en las últimas fechas como que su evolución no se está viendo recompensada en forma de victorias. El equipo de Sito Alonso ha podido ganar los tres últimos partidos (Valencia, Joventut y Estudiantes), pero el caso es que ha perdido dos de ellos y que está hundido en el fondo de la clasificación. Mientras sus dos rivales en la zona baja, el Fuenlabrada y el Manresa, han reaccionado con sendas victorias consecutivas, el Lagun Aro es incapaz de enlazar triunfos, por lo que cada vez es más firme candidato al descenso, por mucho que nos pese. Es pronto para hacer cuentas, pero no es descabellado pensar que para salvarse el conjunto guipuzcoano deberá ganar ocho de los últimos quince partidos, incluyendo los duelos directos frente a Fuenlabrada y Manresa. Una misión no imposible, pero sí muy, muy difícil.

Perder por un palmeo a una décima del final es cruel. Es duro. Se puede pensar incluso que es mala suerte. Pero las cosas no suelen suceder por casualidad. El Lagun Aro sufrió lo indecible durante todo el partido para cerrar el rebote y al final Nogueira se aprovechó de esta debilidad. El palmeo del joven brasileño, compañero de generación de Raúl Neto, fue el 21º rebote ofensivo del Estudiantes. Una barbaridad. Un déficit que te puede llevar a la derrota, como sucedió ayer. Conceder 21 rebotes al rival es darle otras tantas oportunidades de anotar, además de impedirte salir al contraataque. La buena labor defensiva general quedó en nada ante una debilidad reboteadora nada extraña en un equipo cuyos exteriores están escasos de centímetros y cuyo cuatro titular, Woods, tampoco se esmera mucho en esa labor.

La derrota, y más tal y como sucedió, es una verdadera pena porque este equipo ha aprendido, por fin, a ser competitivo. Esas palizas por 15 o veinte 20 en la primera vuelta parecen estar en el olvido. Este Lagun Aro ahora no pierde la cara a los partidos, incluso sabe rehacerse después de encajar parciales negativos, una muestra de que tiene carácter. La recuperación para la causa de Qyntel Woods (20 puntos ayer) y la enérgica llegada de Ivan Paunic han reactivado al equipo en las últimas tres semanas. Además, los roles de cada jugador están más claros y Morris Finley, que anotó nueve puntos aunque con malos porcentajes (3/12 en tiros), puede dar un plus al ataque. La duda, sin embargo, es saber si esta reacción -o este amago de reacción, porque por ahora no se ve reflejado en los resultados- no llega demasiado tarde. La mochila de las derrotas encajadas en la primera vuelta pesa demasiado. Sito y el club han logrado ir recomponiendo poco a poco la plantilla con la marcha de tres jugadores y la llegada de dos, pero lo que no se hace bien en verano es difícil solucionarlo sobre la marcha. El Lagun Aro está ahora mismo donde merece.

El Palacio de los Deportes de Madrid acogió un partido extremadamente igualado en la primera mitad, en la que ningún equipo pudo irse en el marcador (39-39). El Estudiantes cogió en 20 minutos hasta quince rebotes en ataque, pero al menos el equipo de Sito controló a Carl English y anotó con cierta fluidez gracias a Doblas, Finley y Paunic, que además de defender demostró que también sabe anotar.

del 75-66 al 75-75 A partir del descanso, el Lagun Aro cerró mejor el rebote, pero en cambio le costó mucho más sujetar a English, que dejó en nada un 43-48 visitante con nueve puntos consecutivos (52-50). A partir de ahí, el Estudiantes pasó a dominar el choque y amagó con irse al inicio del último cuarto (62-54). Sito pidió tiempo muerto y puso a los tres bajitos en cancha (Salgado, Neto y Finley) y la apuesta le dio resultado, ya que un parcial de 0-7 devolvió la igualdad al marcador (62-61). Qyntel Woods, muy inspirado en el último cuarto, lideró las acometidas guipuzcoanas a base de triples. Los últimos minutos fueron un duelo de anotadores entre English y Woods. El escolta del Estu, que se fue hasta los 31 puntos -fue el MVP de la jornada-, dio nueve de ventaja a su equipo (75-66), pero Woods respondió liderando un 0-9 que culminó Salgado desde el tiro libre a falta de 58 segundos (75-75).

En un último minuto de infarto, Granger puso el 77-75 que equilibró inmediatamente Woods desde la línea de personal (77-77). La última posesión era para el Estudiantes, que en 21 segundos apenas pudo levantar un tiro forzado de Granger debido a la buena defensa visitante. Sin embargo, Nogueira castigó al Lagun Aro con un palmeo cruel, pero que puso en evidencia la debilidad en el rebote del equipo guipuzcoano. Los hombres de Sito compitieron con seriedad e intensidad en una cancha difícil y ya parecen capacitados para rondar los 75 u 80 puntos por partido, pero hace falta encontrar ese equilibrio definitivo entre defensa, ataque, rebotes y pérdidas de balón para ganar. Porque urge hacerlo y no queda otra que ir a por todas el próximo domingo a Málaga, a buscar un triunfo tan necesario como respirar.