Donostia. La agónica temporada del Lagun Aro GBC sigue su curso. El equipo de Sito Alonso sufrió ayer en Sevilla su enésimo varapalo del curso y perdió por 16 puntos (73-57) en la cancha de un supuesto rival directo como es el Cajasol, por lo que su pésimo balance se sitúa ya en un 1-11 difícil de asumir y la salvación empieza a alejarse de forma peligrosa, porque el propio Cajasol y el Fuenlabrada, que también venció, cuentan con dos victorias más en su casillero, que no puede parecer mucho con 22 jornadas ligueras por delante pero que es un mundo para este equipo, que sigue sin emitir ningún tipo de señal de reacción.

Las declaraciones habituales de los propios protagonistas, diciendo que el problema es que el equipo está bloqueado mentalmente, que entrena mucho mejor de lo que juega y que una victoria es la llave para cambiar el rumbo, suenan a ciencia ficción cuando las derrotas van llegando una tras otra. Y qué derrotas. Precisamente desde la única victoria del curso, lograda el pasado 4 de noviembre en Manresa, los varapalos han sido continuos: por trece puntos ante Unicaja, por 15 en las dos salidas consecutivas a Valladolid y Tenerife, por 22 en Illunbe frente al Gran Canaria y por 16 puntos ayer en Sevilla. Solo en el derbi ante el Caja Laboral tuvo el Lagun Aro opciones de ganar. En los demás no ha tenido ninguna oportunidad. Cifras elocuentes que confirman que este equipo ya apenas compite porque está tocado y hundido.

La situación es muy seria. Tras las dos citadas palizas recibidas en Valladolid y Tenerife, el club dio un toque de atención al equipo, exigiéndole una reacción. Pero esta no ha llegado, ni mucho menos. Y es el momento de tomar decisiones, porque de seguir así, sin cambiar nada, la agonía camino al abismo continuará. De no mediar un vuelco inmediato en juego y actitud, el descenso es el único destino de un equipo que ahora mismo es uno de los dos peores de la competición porque es lo que ha demostrado en la cancha.

Entre los numerosos problemas, destaca el hecho de que hay varios jugadores que no aportan nada. Los dos americanos se llevan la palma en este sentido. Qyntel Woods y Jermaine Taylor deberían marcar las diferencias, pero no lo hacen ni de lejos. Tanto que tras el descanso el primero apenas jugó dos minutos y el segundo ni siquiera saltó a la cancha. La continuidad de Woods pende de un hilo porque en estas doce jornadas ha acabado con la paciencia de todos, y Taylor tiene un poco más de margen simplemente porque llegó con la liga empezada, pero su crédito también se está agotando. En el mismo saco está un Kuksiks que ayer se quedó en cero puntos y que se irá en cuanto acabe su contrato, a finales de diciembre, si es que no se marcha antes, tras sus decepcionantes últimas actuaciones. El otro jugador que ayer apenas entró en las rotaciones en los dos últimos cuartos fue Ibekwe, que ha dado en algunos partidos un nivel aceptable pero que en compromiso y lucha no llega a Doblas -por citar a su compañero de posición- ni a la suela del zapato. Sito Alonso dijo en la rueda de prensa posterior al choque que no los estaba señalando pero que estos jugadores tienen que "aprender a pensar más en el equipo y a ser más fuertes mentalmente". Un aviso en toda regla que si el técnico lo ha dicho públicamente es porque se lo ha repetido a ellos hasta la saciedad, y probablemente utilizando palabras bastante menos amables.

Dejando a Ibekwe a un lado, que ha venido a cumplir otros cometidos, la desconexión del trío Woods-Taylor-Kuksiks es decisiva en la crisis del Lagun Aro, porque una de las principales labores de los tres es anotar y no lo están haciendo. La consecuencia es que el equipo promedia apenas 70 puntos y que ayer se quedó en unos pobrísimos 57. Así es imposible ganar salvo que tengas una defensa granítica, que tampoco es el caso de este Lagun Aro. La actitud, entrega y compromiso de los Salgado, Doblas, Neto, Papamakarios, Dani Díez, Guille Rubio y un inédito Olaizola ayer son indudables, pero son armas insuficientes para rendir con garantías en la ACB. Este equipo necesita un par de buenos jugadores, que garanticen, además de compromiso, una buena ración de puntos. Y los necesita pronto a costa de que alguno de los que están coja la puerta y se vaya.

parcial 20-2 Si a todo lo señalado hasta ahora se le añade el factor psicológico, inevitable en una situación de presión como la que vive el Lagun Aro, pues el panorama es desolador. El equipo de Sito volvió a demostrar en Sevilla su fragilidad mental. Empezó el partido bien y mediado el primer cuarto iba ganando 10-13 gracias a seis puntos seguidos de Woods -que luego se diluyó completamente- y al trabajo de Salgado y Doblas. Pero unos fallos en ataque, unas pérdidas de balón y el acierto del Cajasol propiciaron un terrible parcial de 20-2 que dejó el partido casi decidido para el minuto 14 (30-15).

A partir de ahí, al conjunto guipuzcoano le tocó lo que tantas otras veces este año, remar contracorriente buscando un imposible. Ante la ineficacia de Taylor y Woods, Sito apostó por sus valores fiables, es decir, los Salgado, Doblas, Papamakarios, Neto, Rubio... Los dos pívots tiraron del carro con fuerza (30 puntos entre ambos) y lograron que el Lagun Aro, que llegó a ir perdiendo por 21 puntos en el tercer cuarto, se situara a solo ocho (62-54) mediado el último cuarto. Pero las pérdidas, 24 en el total del partido, y la falta de dinamita ofensiva hicieron el resto, provocando una lógica derrota que debe traer consecuencias. El club tiene que actuar porque esto no puede seguir así.