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¡Qué ciega es la ambición!

Samuel se precipita y deja escapar el triunfo ante SchleckEl corredor del Saxo Bank saca diez segundos a Contador el día que el Tour jubila a Armstrong

¡Qué ciega es la ambición!EFE

Morzine-avoriaz. Alegoría del nuevo orden establecido, a Armstrong le pilla una caída a 170 kilómetros de meta, la esquiva escapándose por el césped, pierde contacto y en cabeza de pelotón los ataques por coger la escapada se suceden sin que nadie escuche la llamada a la calma de Popovych; preludio de lo que se le avecina, más tarde, Armstrong se reboza en el asfalto, se golpea la espalda y el costado derecho, parte el sillín de su bicicleta, la cambia, vuelve a montarse y, tocado porque el costalazo es tremendo, tarda una eternidad en regresar junto a los demás favoritos; y confirmación de un relevo ineludible que el tejano se ha empecinado en aplazar de manera testaruda, el col de la Ramaz, duro pero no desalmado, se le cae encima y le anuncia que ha llegado la hora de la jubilación.

"Mi Tour se ha acabado", dice el tejano. Es una rendición sin condiciones cuando llega a Morzine, dispara al cielo la mirada, hacia las nubes que cubren allí arriba los picos altos y nevados de los Alpes tratando de ubicar la meta de Avoriaz, y el púgil inquebrantable, el tipo que ha sobrevivido a un cáncer, que ha burlado la muerte y luego ha ganado siete Tours consecutivos, el luchador extremo, se resigna, agacha la cabeza, clava la mirada en el suelo y se deja engullir por la montaña que ya no le sonríe. El Tour acaba con él, como antes hizo con todos los demás. El octavo Tour acaba siendo el que sobraba. Se marchita Armstrong en Avoriaz; brotan los ciclistas jóvenes, los impetuosos chicos que se pavonean exuberantes en la montaña como los adolescentes salidos en el baile de la plaza del pueblo.

SOLO DE NAVARRO La música la puso el Astana. Cuarteto de viento. Contra él. Iglinski, Vinokourov, Tiralongo y Dani Navarro. ¡Qué manera de soplar! ¡Qué celestial recital! Nadie quiso interrumpir, nadie abrió la boca si no fue para morder el viento cargado de oxígeno que alimenta los músculos cuando gritan hambrientos, doloridos, la señal inequívoca del cansancio. Tiemblan, palpitan las piernas huesudas. Se derrumbó Luis León. No digiere la alta montaña su fornido corpachón. No es un hombre Tour. Siguió la música del Astana. Un solo: Navarro al violín. Una dulce tortura por los frondosos bosques alpinos. Tras él, una decena de almas bajo el sol, el calor, los maillot abiertos. El primero era el de Contador, el danzarín más alegre. Pedaleo ligero hacia su tercer Tour. Liberado de Armstrong. Y a tres de meta, de Wiggins. A dos acabó el concierto de Navarro. Que pare la música, le gritó Kreuziger, que propuso algo más rítmico, algo de rock&roll. La marcha de los corazones jóvenes.

Contador se ahoga A Kreuziger no le dejó escapar Contador. Demasiado peligroso el checo. Tampoco a Vandenbroecke y a Samuel, después. El madrileño boqueaba como un pez fuera del agua. "Demasiada humedad", dijo luego. "Demasiado tiempo expuestos al viento", amplió el chico de Pinto para explicar su incapacidad para responder al obús que le lanzó Andy Schleck en el último kilómetro. Un ataque que hizo recular al bicampeón del Tour, la cabeza girada en un gesto hasta ahora en él desconocido para chocar su mirada con los anillos olímpicos de Samuel Sánchez, colosal el líder de Euskaltel, que puso una marcha más, abandonó a Contador y fue a por Andy.

Y ahí tenía que haberse quedado, escondidito. Pero le pudo la ambición, que es mala y ciega, que convirtió a un ciclista de amplísima visión estratégica y oficio en un juvenil que salió del rebufo de Andy, se puso delante y lo arrastró hacia la meta. En principio, para dejarle. "Creía que iba más fuerte que él". Luego, porque le invadió un miedo atroz a que los demás reaccionaran y llegasen por detrás. Y entre el miedo y la ambición, Samuel ya no recordaba la llegada, la última rampa que se levantaba retadora ante sus ojos cuando corría hacia ella desde el horizonte de los 300 metros, desde donde lanzó el sprint. Lejísimos. Un suicidio. "Si lo hubiese hecho a 150 metros…", lamentó el ovetense, que asistió al desalmado martillazo final de Andy, sobre la línea levantados al cielo de Avoriaz los brazos delgaditos del maillot blanco de los jóvenes jerarcas del Tour. A 10 segundos llegó Contador, señal, dicen, de que no es el mismo ciclista que avasalló en el pasado Tour. Con él iban los que cuentan para luchar por éste: Gesink, Kreuziger, Van den Broeck, Leipheimer, Basso, Menchov, Sastre y Evans, que es líder, como en 2008, el noveno campeón del mundo que lo logra en la historia de la ronda gala.

Casi 12 minutos después pisó Armstrong la tierra, magullado y resignado. "Mi Tour se ha acabado", dijo. Igual de realista fue Johan Bruyneel: "El Tour se ha acabado para Armstrong, pero no es el final del mito".

Andy Schleck (SAX)4h 22" 52"

2º Samuel Sánchez (EUS)a 57"

Robert Gesink (RAB)a 10"

GENERAL

Cadel Evans (BMC)37h 57:09"

Andy Schleck (SAX)a 20""

Alberto Contador (AST)a 1:01""

Hoy, jornada de descanso.