El Tour se derrite
sylvain chavanel gana en rousses, donde los favoritos no se movieron Tras el desgaste sufrido ayer por el sofocante calor, los corredores llegan a Avoriaz, que puede marcar diferencias
1º Sylvain Chavanel (QST)4h 22" 52"
2º Rafael Valls (FDJ)a 57"
3º Juanma Garate (RAB)a 1:27"
GENERAL
1º Sylvain Chavanel (QST)33h 01" 23"
2º Cadel Evans (BMC)a 1:25""
3º Ryder Hesjedal (GRM)a 1:32""
La etapa de hoy, 8ª: Station des Rousses- Morzine Avoriaz, 189 km. Teledeporte (12.30); Eurosport (12.45); ETB 1 (13.00).
STATION DES ROUSSES. El Tour, decía Eusebio Unzue, es el olor del asfalto, la brea reblandecida. El Tour es el calor extremo en la cuesta que lleva a la estación de esquí de fondo de Rousses. Nieve donde ahora hay alquitrán líquido. Chof, chof. Chapotean las ruedas de los coches. Chof. Los 21 milímetros de los tubulares delgaditos que pegan las bicicletas a la carretera que se agarra al caucho. La peor de las pesadillas ciclistas. El aire envenenado, irrespirable, que flota entre el negro asfalto y las negras nubes gordas que no quieren descargar. Buff. La primera palabra que exhala la garganta seca de Samuel Sánchez cuando deja de dar pedales, se queda pegado al asfalto y rompe a sudar tras sobrevivir a la primera etapa de montaña del Tour que volvió a entronizar a Sylvain Chavanel. Segunda etapa para el nieto de republicanos aragoneses que saltaron los Pirineos para emigrar a Francia tras la Guerra Civil. Segundo maillot amarillo. Claudicó Cancellara. Lo esperado.
Se quejan los ciclistas del calor. "Ha sido un día duro por el calor. Habré bebido diez litros de agua", protesta Contador. Pero hacen mal en hacerlo. Mejor el calor, aunque derrita el Tour, que lo que llega después. A las siete de la tarde un trueno corre detrás de un rayo, lo atrapa, grita y el cielo, al fin, se rompe. El diluvio. Peor. Caen rocas del cielo. Granizos como puños. A los ciclistas les pilla en el hotel, incluso a los que viajan en el primer autobús del Tour que llega a más de 22 minutos, duchados y fresquitos. Mejor el golpe del calor que los puñetazos del granizo.
El tiempo enloquece cuando el Tour recupera la cordura. Nadie pierde la cabeza en los Montes Jura, preciosos pero suaves. Pese al bochorno, la tensa y dura primera semana, el simulacro de etapa de Spa, el pavés, la canícula del norte rural de Francia. Pese al ritmo infernal del Bouygues en los quince kilómetros tendidos del Col de la Croix de la Serra para lanzar a Voeckler, el ciclista de la cara de perro, de enfado perpetuo que adoran los franceses porque en 2004 se vistió de líder en el Tour y lo defendió con tanto honor y tenacidad que les enamoró. Desde entonces, pese a que hasta el año pasado no había ganado una etapa en el Tour, tiene rango de héroe Voeckler. Andan mal los franceses, 25 años después del último Tour de Hinault no hay relevo ni se le espera y se alimentan del bocado efímero de las etapas. Las que persigue Voeckler. Las que atrapa, a pares, Chavanel, que, irónico, tuvo que emigrar a Bélgica para librarse de la presión de la prensa gala que le atenazaba.
Ambos iban en el grupo que dejó marchar la tregua de los favoritos. Ellos, Perget, Dani Moreno, Pineau, Cunego, el irundarra Juanma Garate y Rafael Valls. La armonía duró solo hasta que llegaron al pie de la Estación de Rousses. Sembró la cizaña Pineau, que no tiraba. La anarquía. La revolución. La guerra de guerrillas. Se disparó el nieto de los guerrilleros republicanos. No le volvieron a ver. La mayoría, porque no podían. Valls, 23 años, recién llegado al Tour desde Cocentaina, el pueblo de Vicente Belda, por el respeto de los novatos. "¿Qué hago, voy?". La consulta al coche. "Si tienes piernas…". Y el chaval, el bertsolari de Cocentaina que le apodan los vascos del Footon porque siempre anda canturreando y buscando rimas, salió por piernas tras Chavanel. Faltaban 12 kilómetros. Perdía 40 segundos. Llegó a estar por debajo de los 30 el alicantino que Matxín equipara a El Chava por su manera de trepar, el viejo estilo, la antigua usanza, que en el Tour de San Luis de Argentina ganó una etapa y que el director basauritarra incluyó en el equipo del Tour por una única y demoledora razón: "Porque es muy bueno". Lo demostró ayer, pese a que no pudo cazar a Chavanel y acabó segundo. "No puedo pedir más, pero cuando salté pensaba que le podía coger. De todas maneras, esto es increíble, otra dimensión".
En otra dimensión subieron los favoritos hasta la estación de Rousses. Como prometieron. La cuesta no daba para más y nadie se movió del sitió, salvo Andreas Kloden, que se descolgó y perdió 2:13 con el grupo. "Entre los líderes la cosa ha ido tranquila. Íbamos buscando sensaciones", descubre Contador. "Morzine será más complicado porque es un puerto de primera y eso marcará diferencias", razona Samuel, duchado y fresquito en el hotel, viendo diluviar desde la ventana y pensando que, a fin de cuentas, no es tan malo eso del calor.
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