pamplona. Es muy probable que Asier Olaizola, un manomanista tardío, nunca encuentre una posibilidad mejor para derrotar a Juan Martínez de Irujo. El goizuetarra tuvo contra las cuerdas al defensor del título y tricampeón del Manomanista, que se sacó de la chistera una espectacular remontada que le coloca con pie y medio en las semifinales. El delantero de Ibero se rehizo tras encajar un parcial inicial de 4-17 y sólo un ejemplar ejercicio de fe y fortaleza física le valió para sobreponerse con una tacada de 18 tantos consecutivos que apagaron las ilusiones de Olaizola I, genial en el arranque, pero que terminó fundido.
Hasta ayer, eran dos las ocasiones en las que Juan y Asier habían medido fuerzas en el Manomanista. Dos partidos en los que Irujo le había endosado a Olaizola I la friolera de 22 tantos de saque. Fueron 12 en su primer enfrentamiento, en 2004, el año en el que el delantero de Ibero se coronó campeón del torneo por primera vez en su carrera. En la segunda, le cayeron 10 al goizuetarra. Se temía una repetición de la historia, pero Asier cambió el guión por completo. Comenzó mandando el goizuetarra y fue quien más tino tuvo con el disparo inicial. Irujo dejó siete pelotas sin restar (aunque finalmente terminara nivelando esta estadística) y vio complicarse su pase a las semifinales (aunque luego lo arreglara).
Pese a que el campeón en curso inició el choque con ventaja (un 2-0 producto de una dejada y un tanto de saque), a la tercera se topó con la chapa (2-1) y después con un rival desconocido por lo bien que lo hizo. Olaizola I sacó como nunca antes lo había hecho y la circunstancia le valió para dominar en el peloteo. Para rematar, la derecha de Irujo no funcionaba, lo que permitió que el goizuetarra encontrara infinidad de oportunidades para terminar el tanto, sobre todo con la dejada (se atrevió con muchas, variadas y elegantes). Y cuando estaba en apuros, como en el tanto que supuso la igualada a 2, Asier se inventó una dejada desde el cuadro seis a la que Irujo no pudo responder.
cuatro saques consecutivos El panorama para Irujo era desolador. No gozaba, todo lo contrario que su rival. Olaizola I se llevó además el tanto más disputado de la tarde, el 4-10, un intercambio de golpes que resolvió con un pelotazo atrás y que acabó con los protagonistas fundidos: uno, Irujo, resoplaba pegado a la pared; otro, el mayor de los hermanos Olaizola, buscaba oxígeno en cuclillas. Parecía que el punto podía marcar el devenir del encuentro, más aún cuando Asier encadenó cuatro tantos de saque consecutivos que le dispararon hasta lograr su máxima renta (4-17). Pero ahí acabó todo. En la siguiente jugada envió una pelota más allá del fleje superior e Irujo tomó el mando. Ya no lo soltaría.
Tuvo fe el delantero de Ibero y encontró su premio. Olaizola I comenzó a dar síntomas de debilidad tras el 8-17. Había consumido muchas de sus energías por la intensidad de un partido excesivamente eléctrico y se tuvo que marchar al vestuario en busca de un poco de glucosa. Su bajón coincidió con el subidón de Irujo. El campeón encontró su sitio. Sin arriesgar en exceso con el saque (Asier sí que lo hizo al principio), pero recuperando su voracidad con la diestra, encadenó 18 tantos. Suficientes para arruinar el sueño de su rival y construir el suyo propio.