Con Maider López, el suelo y las paredes de Tabakalera y Kutxa Kubo son obras de arte
Ambas instituciones dedicadan una muestra conjunta, 'Ukitu', a la artista donostiarra para celebrar el 25ª aniversario del espacio de Kutxa Fundazioa y el 10º del Centro Internacional de Cultura Contemporánea de Egia.
En el arte de Maider López la obra es capaz de colonizar el espacio, de adaptarse a él, de dar nuevo sentido a los lugares. Es fácilmente comprobable en Ukitu, su mayor exposición centrada en la última década de la creadora, organizada por Kutxa Fundazioa y Tabakalera y repartida entre la sala Kubo del Kursaal y la sala de exposiciones de la antigua fábrica de tabacos de Egia. Sus responsables han insistido de que no se trata de dos exposiciones, sino de una única repartida en dos espacios que se “complementan”. Esta gran muestra es uno de los hitos que atraviesan el 25º aniversario de la sala Kubo y la primera década de Tabakalera. De hecho, tal y como ha reconocido Ane Abalde, la responsable de las salas de exposiciones de Kutxa Fundazioa, ambos equipos han trabajado compartiendo metodología y modos de hacer.
Ukitu reúne un total de 25 proyectos de Maider López. Algunos nunca han sido antes vistos y otros proceden de un pasado que parece lejano. Es el caso de dos obras de 2001 que vertebran cada uno de los dos espacios. Suelo preside la estancia de Tabakalera, mientras que 327x 1383 hace lo propio en Kubo. Ambos trabajos, que participaron en la Bienal de Venecia en 2005 y que han llegado a Donostia de forma adaptada, representan bien la relación que mantiene la artista con el espacio y demuestran que los cerramientos que delimitan las estancias también pueden ser obras de arte. “Mi trabajo está directamente relacionado con el espacio y Tabakalera y la sala Kubo se encargan de dar, en este caso, forma a mi obra”, ha explicado la artista.
El espacio y la naturaleza
Ukitu se ha presentado este jueves en Donostia de la mano de la citada Ane Abalde, de la directora cultural de Tabakalera, Clara Montero, el comisario de la exposición, Aimar Arriola, y la propia artista, que luego han procedido a dirigir una visita guiada. Arriola ha explicado que el título de la exposición alude a la capacidad de la artista de “trastocar los entornos que habitamos” y también a la “dimensión afectiva del arte”. De esta manera, la exposición repasa “las líneas de fuerza” que López ha trabajado durante la última década, pero que resuenan también con otras piezas del pasado. En este sentido, destacan las obras que surgen de “la situación más que humana”, es decir, del impacto de la naturaleza en el medio “como materia de cocreación y trabajo”. “La relación con eso que llamamos naturaleza siempre ha estado ahí, al igual que el interés por el color, la percepción o por la transformación del espacio circundante a partir de la observación y la transformación de los pequeños gestos de lo cotidiano”, ha resaltado el comisario.
Tabakalera
Suelo es la obra que abre el espacio de Tabakalera y que adopta la forma de la sala, “invitando a visitar el lugar”. Se trata de una instalación desplegada en el terreno y que “suena” a medida que el espectador camina sobre los tablones del mismo color que el suelo de la sala, pero con el ancho anaranjado. Los tablones no están fijados al suelo, “de la manera que son nuestros pasos los que van dando forma a la pieza y dan sonido al caminar” del visitante.
En una de las paredes cercanas a la entrada se encuentra Ataskoa, una fotografía de gran formato de un atasco que la propia autora provocó en un enclave donde habitualmente no lo hay, en las inmediaciones de Intza, en Nafarroa. Según ha contado hizo un llamamiento público al que se acercaron ciudadanos de distintas “ideologías e intereses”, desde colectivos ecologistas contrarias al uso del coche hasta la Asociación del 600.
A su lado se exhibe Countours, una serie de fotografías en las que un grupo de personas reproduce con sus manos en fila los límetes y los contornos del paisaje natural y urbano. “Es el tocar el que genera la configuración de cuerpos”, ha añadido López.
Ukitu sigue con otras piezas influenciadas por la acción de la naturaleza. No en vano, “el agua es otro de los hilos conductores de la exposición”. Por un lado, una serie de baldes de plástico de diferentes tamaños y colores recuerda la acción Agua limpia río, en la que López filmó la recogida de agua de lluvia en una azotea de Costa Rica y el posterior vaciado de ese agua a un río contaminado. Un audiovisual sobre esta acción completa la obra.
Archipiélago, por su parte, es un conjunto fotográfico que captura una intervención que la donostiarra llevó a cabo en Suecia y en la que sitúo a distintas personas en rocas sobre el mar, fomentando una “reflexión sobre el individuo en la sociedad”.
Al fondo de la sala de exposiciones se proyecta la video instalación Birds mimicking the waves, en la que una serie de personas filmadas cenitalmente en la orilla de la playa, se mueven adelante y atrás siguiendo el vaivén de la marea.
Arqueología de la hierba, sin embargo, es un conjunto fotográfico que se ve por primera vez. Tomadas en Karrantza, López se para en la observación de cómo distintos animales, como los bovinos y los ovinos, recortan la hierba con sus dientes.
Personaje es otra de las intervenciones de la artista donostiarra. Infiltró a una persona en un barrio de Bilbao, alterando su cotidianidad, e hizo que cada día portase una planta y haciéndole recorrer el mismo recorrido a la misma hora del día durante todo un mes. Lo que se ve en Tabakalera son imágenes tomada en cada uno de los días.
En contraste con esta se encuentra Moving garden, una acción multitudinaria en la que 750 personas caminaron por la ciudad portando plantas.
La exposición en Tabakalera, antes de dar un salto al Kubo, se cierra con Cámaras de vigilancia, una serie de videocámaras acumuladas una junto a otra en una misma pared. Y para relacionar los espacios de la fábrica de tabacos y la de la Kutxa Fundazioa, López ha llenado ambos locales con señales de información (las citadas cámaras, la salida, detectores de humo...), “visibilizando los dispositivos de funcionamiento del un espacio expositivo”.
Kubo
Aunque Ukitu en la sala del Kursaal arranca con cuatro obras, 366 sillas, Football field, Hierba en Movimiento y DunaFelfédes, el plato fuerte se encuentra en su zona central llena de color, donde la propia “pared se ha convertido en una obra de arte” mediante la instalación 327x1382, en la que en cada plano del espacio muestra sus propias medidas y se diferencia por determinado color. Todo ello ocupa el espacio central, que desde cerca acompaña (Telón), compuesta por cortinas teatrales de gran formato y colorido. Es la primera vez que se muestran fuera de su contexto original y, al igual que en otras ocasiones, se completa con un video.
Es el color también el gran atractivo de la instalación Caja de 120 lápices de colores, que López ha realizado durante nueve años. Se trata de un conjunto de 1.292 dibujos elaborados durante ese tiempo en las que la artista, según contó, no paraba de dibujar hasta extinguir cada lápiz.
La muestra en Kutxa Kubo conlcuye con Playa, que parte del uso de toallas rojas en la playa de Zumaia. Siguiendo en su relación con el agua, También pensada en un arenal se encuentra el proyecto Polder Cup, centrado en los partidos de fútbol que se disputan en los polder, terrenos inundables holandeses.
Ukitu concluye con Aquí, ahí, allí, el testimonio fotográfico de una intervención llevada a cabo en Pasaia y en la que se hizo entrega de prismáticos a una serie de ciudadanos con unas instrucciones de observación; Zoom in, en la que la autora pone en relación baldosas de colores con entornos en los que esos colores se dan naturalmente; y Tocar el Museo, en el que un grupo de castellers recorre diferentes salas del museo habitando sus espacios, en este caso, poseyendo Kubo Kutxa.
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