Literatura entre rejas
El libro 'El odio', en el que José Bretón detalla el asesinato de sus dos hijos, ha desatado una oleada de críticas. Hasta su editorial Anagrama ha decidido suspender su distribución, pero no es el único caso de literatura entre rejas
Cuando Ruth (su expareja) me abandonó, entré en cólera. Al principio no tuve pensamientos extraños, pero después se fue abriendo paso la idea del asesinato. No recuerdo más”, explica José Bretón durante su confesión en el libro El odio. Esta misma semana la editorial Anagrama ha suspendido la distribución de la novela, que reconstruye el brutal crimen que este asesino cometió en 2011 cuando mató a sus dos hijos menores, Ruth y José, que entonces contaban con 6 y 2 años de edad, en una finca de la provincia de Córdoba, un suceso mediático que concienció a la sociedad sobre la violencia vicaria.
Los huesos calcinados de los menores se encontraron en la finca andaluza tras varios errores en investigaciones previas. El asesino ejecutó su crimen solo un mes después de que su pareja, Ruth, le comunicase su intención de separarse de él.
Bretón confiesa por primera vez en el libro cómo llevó a cabo aquellos hechos atroces: “Disolví las pastillas machacadas en agua con azúcar y se las di para que bebieran. Antes de poner los cuerpos en el fuego comprobé que no respiraban, estaban ya muertos. No se enteraron de lo que iba a pasar. Confiaron en mí. No hubo miedo ni dolor ni ningún tipo de sufrimiento”, dice en una de las muchas cartas que envió a Luisgé Martín, que se ha encargado de darle voz en el libro. Para ello, el autor se carteó durante dos años con Bretón, al que visitó en la cárcel durante las navidades de 2023. En ningún momento,El odio incluye el testimonio de la madre.
“Había dos condiciones que tenían que cumplirse: que murieran sin sufrimiento y que los cuerpos desaparecieran luego para que no los encontraran. Sin cadáveres no hay crimen, eso está en cualquier novela policiaca. Tenía los medicamentos y tenía la leña en la finca, solo tuve que comprar el gasóleo”, va desgranando Bretón en las páginas. “Allí mismo, al pie de la hoguera, en cuanto los cuerpos empezaron a arder me dije: ¡Pero qué has hecho! ¡Qué has hecho! Ojalá hubiera podido dar marcha atrás en ese momento. Pero ya no había remedio. Creía que estaba protegiendo a mis hijos de un futuro terrible”.
Y de esta manera, el asesino vicario va confesando lo que le pasó por la cabeza antes y después de los crímenes. El libro es terrible, pero es, sin duda, el que más noticias está acaparando desde hace meses. Aunque apenas se ha podido encontrar en las librerías –la mayoría se ha negado a venderlo– Luisgé Martín se ha convertido en el escritor del momento.
Todo el mundo habla del libro, aunque sea para mal. Perverso, inmoral... son algunos de los calificativos más suaves con los que se han referido a él. La confesión de Bretón en sus páginas ha llevado a su exmujer y madre de los niños, Ruth García, a solicitar a la Fiscalía de Córdoba un recurso de amparo por la ilegalidad de la obra.
La presión social ha pesado. Tras una larga polémica social y mediática y tras un pleito judicial, la editorial Anagrama ha decidido suspender indefinidamente esta misma semana su distribución. En un comunicado, la editorial manifiesta “el respeto absoluto que Ruth Ortiz merece”, lamenta el dolor que la publicación haya podido causarle, recalca que el único autor del libro es el escritor y periodista Luisgé Martín y desmiente cualquier pago a Bretón. En relación con la distribución del libro, la editorial Anagrama ha informado de que, voluntariamente, se mantiene en su decisión de respetar la petición de las medidas cautelares solicitadas por la Fiscalía para paralizar la distribución de la obra”. Tras la denegación judicial a posteriori de esa petición de medidas cautelares, la editorial, como comunicó la semana pasada, ha suspendido la distribución de la obra sine die (sin fecha).
Anagrama además ha pedido a través de un comunicado una reflexión sobre la colisión entre la libertad de expresión y la protección de las víctimas: “Anagrama considera que, en una sociedad democrática, debe existir un equilibrio entre la libertad creativa como derecho fundamental y la protección de las víctimas. Las obras que se inspiran en hechos reales, como es el caso de El odio, requieren de una dosis doble de responsabilidad y de respeto. Por eso, en un ejercicio de prudencia y de forma voluntaria, la editorial ha decidido mantener la suspensión de la distribución de la obra de manera indefinida”.
“A Asunta. MI niña”
Aunque Bretón no lo haya escrito, la editorial ha buscado a Luisgé Martín para que le dé voz. Pero no es el único libro gestado entre rejas. Recientemente, el periodista bilbaino Alfonso Basterra, condenado en 2015 junto a Rosario Porto a 18 años de prisión por el asesinato de su hija Asunta en 2013, ha publicado su primera novela desde la cárcel de Teixeiro.
Titulada Cito y editada por Ediciones Vitruvio, la obra narra una historia de amor y desamor ambientada en el mundo rural de los años cuarenta, con un enfoque mágico y personajes singulares. Su publicación ha desatado una gran controversia, especialmente por la dedicatoria de Basterra a su hija: “A Asunta. Mi niña, mi vida, mi gran amor”.
Más allá de su argumento, Cito no deja de ser una obra controvertida por la figura de su autor. Posiblemente, si no fuera quien es, nunca se hubiera publicado o, por lo menos, no habría acaparado la atención que ha recibido. Alfonso Basterra pasa su vida como interno sin apenas implicarse con el resto de reclusos.
En enero pedía por primera vez el tercer grado tras diez años como recluso. El primer movimiento de Basterra para conseguir su libertad le salió mal ya que Instituciones Penitenciarias rechazó su petición.
A finales de 2023 volvía solicitar el tercer grado penitenciario. Tampoco se lo aprobaron por las mismas cuestiones: jamás reconoció el delito ni mostró el más mínimo arrepentimiento. Rosario Porto, por su parte, fue hallada ahorcada hace cinco años en su celda de la cárcel de Brieva, en Ávila, donde cumplía condena.
Basterra continúa escribiendo una segunda parte de la novela desde la cárcel, “y dejando que la literatura le ayude en su día a día”, según han explicado desde la editorial.
Asesino en serie y escritor
Para algunos, la prisión ha supuesto un espacio de creatividad. El austríaco Jack Unterweger (1950-1994) tenía 24 años y era analfabeto cuando lo condenaron a cadena perpetua por el asesinato de una joven de 18 años en 1974. Durante sus quince años en la cárcel no sólo aprendió a leer y a escribir, sino que se convirtió en un escritor consagrado. Se dedicó a escribir novelas, poemas, obras de teatro e, incluso, libros infantiles. Unterweger publicó desde la cárcel su primera obra, la autobiográfica El purgatorio. Luego creó diversas piezas de teatro en las que la prisión servía como fondo a la trama y, en su última obra, Grito de miedo, trató el tema del sida. Su autobiografía se metió en la lista de los más vendidas de Europa y le compraron los derechos para hacer una serie de televisión. Un grupo de intelectuales, escritores como la Nobel Elfriede Jelinek y políticos promovieron su liberación por tratarse de un ejemplo de “recuperación”.
Lo consiguieron pero Unterweger acabó estrangulando a más mujeres con sus propias medias en Viena, Graz, Praga y Los Ángeles. Finalmente se suicidó, tras ser declarado culpable de homicidio en once casos. “Cuando se educa a un psicópata, lo único que se consigue es un psicópata educado”, escribió entonces el escritor y perfilador del FBI Gregg Mc Crary.
El actor John Malkovich dio vida al asesino austríaco en serie en el inquietante espectáculo lírico-teatral, La comedia infernal, que se representó en el Teatro Arriaga de Bilbao en 2010.