Los jardines de Marina González Guerreiro
Marina Gonzalez Guerreiro presenta la obra 'Un jardín' en la galería Cibrián de Donostia
Marina Gonzalez Guerreiro (A Guarda, Pontevedra, 1992) es una artista multimedia que trabaja con un enfoque de instalación de diversos lenguajes (la escultura, el vídeo, la fotografía y la pintura), partiendo en muchas obras de un proceso acumulativo de materiales de diversa procedencia, y con los que construye y realiza una serie de propuestas y espacios donde conviven objetos e imágenes precarios y antiguos, cotidianos y pobres, buscando un equilibrio entre el orden y el desorden, el control y el azar, la razón y la emoción.
Artista emergente que ha recibido diversos premios y reconocimientos, presenta ahora la obra Un jardín en la galería Cibrián de Donostia. Jardín de las delicias, o de los horrores, dependerá de los ojos del consumidor de imágenes, pero no exento de imaginación, de riesgo, y de un cierto compromiso con la civilización del consumo y del deshecho. Elementos sencillos, corrientes, recogidos con ojos poéticos de la realidad circundante, sirven a la autora para crear sutiles “naturalezas muertas” llenas de colores, aromas y formas medio en descomposición, pero llenas de fuerzas telúricas y de una mirada que nos hace abrir nuestros ojos a la sociedad incierta que nos rodea.
El agua y sus rituales
Toda su obra se mueve, como buena gallega, en torno al agua y a sus rituales, en los que las pilas, aguabenditeras, charcas, escaleras, y retablos sirven a la autora para crear su particular imaginario, que se mueve entre la instalación a base de elementos efímeros y de deshecho, en los que la cerámica blanca y la pintura azul, el arroz y el agua crean una simbología que se mueve entre la sociedad del deshecho y la abundancia El arroz, como símbolo de prosperidad, abundancia y fertilidad, y el agua como símbolo de vida y purificación se hallan presentes en muchas de sus obras.
La cerámica blanca la usa en obras como Pila (2024), Camino (2022), De puente a puente (2022-25), cerámica esmaltada, y Un deseo (2021), obra más compleja e inserta en el art povera, así como la pintura a modo de pequeños retablos en obras como Escalera (2025), Amigos (2014), Retablo III (2023), Retablo II (2023), una de las piezas más exquisitas de la muestra, y Naranjas (2025). El uso de la cera utilizada en algunas piezas, como en la ya citada Retablo II y en Charca (2024) confieren a esta piezas un carácter sutil y táctil de gran belleza e inconsistencia.
Todos los elementos utilizados en la elaboración de estas piezas (cerámica, plástico, madera, arroz, papel, monedas, objetos encontrados, laurel, cuerda, tela...) son sus repertorios de carácter simbólico, que se mueven entre el arte y la artesanía, y se pueden codificar entre la instalación, el arte efímero y el art povera.