La parada en Donostia supone la segunda de una gira que llevará a La Furia (Cascante, 1983) por todo el Estado, y de la que se conocerán más fechas la semana que viene. Sus primeras sensaciones con el disco en directo, en el primer concierto en Bilbao, “han sido increíbles”, y se prepara “para llevarlo a todos los rincones de Euskal Herria”.

Recientemente ha cumplido diez años de carrera. ¿Ha cambiado algo en la industria musical en este tiempo?

Yo no me he sentido parte de la industria, y tampoco es que ahora me sienta mucho. He estado en otro plano muchísimo tiempo antes de dedicarme profesionalmente a la música. Te puedo hablar más como espectadora que como artista. Y desde ese punto de vista ahora mismo creo que hay propuestas muy interesantes, que hay razones para estar ilusionada con algunos proyectos. Aunque hay un peligro, que no creo que sea nuevo, y es que al final todo lo que parece tener un discurso transformador sea absorbido por la industria, que no deja de formar parte del sistema capitalista más voraz. Y al final nos quedamos con eslóganes, vaciados de contenido, que solo son imagen y que sirven para alimentar una vez más a una industria que, lejos de querer mover algún cimiento, busca mantenerlos pero pareciendo moderna.

¿Qué posibilidades tiene una cantante para salir de esa lógica mercantilista capitalista cuando crea música?

No lo tengo claro. Estoy últimamente habitando las dudas y dejándome ser ahí. Porque esta es una tensión que yo vivo en mis carnes. Creo que tenemos mucho trabajo que hacer como contracultura. No creo que tengamos que estar dentro del sistema y dinamitarlo desde dentro. Me parece que el sistema está muy bien blindado y que eso es solo una ilusión que además les viene genial para que haya también ese nicho de propuestas con pinta de transgresoras. Creo que se pueden hacer pequeños movimientos interesantes. Creo que hay bonitos ejemplos de gente que llega a tener muchísima atención teniendo un discurso transformador, pero es muy raro que pase y la consecuencia es que por el camino se queda muchísima gente, muchísimos grupos, muchísimas artistas que para mí son necesarios y necesarias y que pasan sin pena ni gloria porque no atienden a las peticiones que hace esta industria. Yo lo vivo con pena, y también a veces con esperanza porque veo propuestas muy chulas y muy interesantes. Creo que no deberíamos perder de vista que el arte tiene que ver con la transformación social. No entiendo un arte que no busque la transformación social. Y ese arte que no molesta a los poderes, a lo hegemónico… Me parece que al final en vez de arte es decoración. Venía escuchando el último disco de Bad Bunny, y en una canción llamada Lo que le pasó a Hawaii, habla de lo que supone que vengan los países colonizadores  a robarles los ríos, a robarles el barrio, habla de cómo los jóvenes se van, cómo quieren quitarle la casa a su abuelita… Con la visibilidad mundial que tiene que haga un tema sobre esto es increíble.

Acabó sus estudios y comenzó su carrera musical en Donostia. ¿Qué supone para usted cantar en esta ciudad

Aparte de mis estudios y de que el primer concierto fue en Donostia, la ciudad tiene para mí mucho valor sentimental, porque viví allí ocho años. Fueron unos años muy importantes en mi vida que marcaron un antes y un después. Las relaciones que establecí allí, amorosas y amistosas, me dieron mucho suelo para sanar heridas que traía bastante abiertas de antes. Otro momento muy importante para mí fue cantar en Piratak hace dos años, fue súper emocionante… Y ahora vuelvo, con el concierto de Intxaurrondo. Sí que es verdad que será súper especial.

En Intxaurrondo va a presentar su último trabajo, 'Ultra'. ¿Cómo ha sido el proceso de creación del álbum?

Ha sido justo cómo lo necesitaba. Me he permitido que fuera así porque estoy rodeada de mucho amor que me sujeta. Lo que hice fue irme sola a una casa, a un pueblito de mar, porque era un sueño que tenía y pensé que este podía ser mi último disco. Este trabajo es un regalo que me he hecho. Lo más bonito de este disco ha sido hacerlo. Y eso es algo que me llevo para mí para siempre. Porque hay veces que los procesos creativos son complejos, que no ha dejado de serlo, pero lo he hecho como un capricho. Estoy rodeada de amor que me sujeta tanto a nivel íntimo como a nivel profesional. Tengo una oficina, Baga-Biga, que ha estado conmigo al pie del cañón, que me ha apoyado siempre. Al final va de eso. No debería de ir de sufrir para sacar algo y que la gente quiera comprar como loca. Hoy en día, pase lo que pase, parece que lo importante es que tú saques algo que venda, que haya conciertos, que haya éxito y que lo petes. Ahora mismo parece que lo tienes que petar para que lo que hagas tenga sentido.

¿Entonces no va a haber más discos después de este?

En realidad, tampoco sabía si iba a hacer este al principio, cuando empecé a sacar temas uno por uno. No sé si va a haber más discos. En cualquier caso, sí tengo claro que habrá más canciones pero no sé si tendrán el mismo recorrido que este disco. Ahora tengo por delante una gira y ya se verá. El primer concierto fue en Bilbao y fue increíble, y no me esperaba tanta respuesta del público. Pero el hacer más música no es una cuestión de fuera. Es una cuestión de dentro. Yo siento que hay un ciclo que se ha cerrado y estoy abierta al siguiente. Pero no sé adónde irá, y me parece guay, estoy en paz.

Usted es de Cascante, y ha dicho que el euskera tiene una gran importancia en su vida. ¿Qué significa para usted cantar en euskera?

Significa ser coherente con toda mi trayectoria vital y política. También dar sentido a las luchas de mi madre y de mi padre en la Ribera y ser coherente con el relato que mi criatura va a tener de mí. Me parece que es algo que tenía que pasar.

Cada vez se están poniendo más en cuestión derechos del colectivo LGBTIQ+ y del feminismo en algunos sectores. ¿Cómo se puede desde la música responder a ello?

Sobre todo, que la voz la tengan las personas de las que se está hablando. Me parece que deberían existir espacios para que cada uno pueda hablar de lo suyo. Es que si no, al final, hay un montón de personas súper potentes poniendo la cara que acaban colgando el micro. Necesitamos que quien programa tenga una mirada decolonial, feminista, LGBTIQ+, y que esa mirada sea transversal a la hora de hacer festivales, a la hora de repartir el dinero público. ¿Cómo ponemos estos discursos encima de la mesa? Pues contratando a la gente que los pone. Y hay un montón de artistas súper interesantes a nivel internacional que hacen esto. Pero, al final, lo que he dicho de Bad Bunny y su nueva canción, que está genial, Rebeca Lane lo lleva haciendo millones de años, y con muchísima más profundidad, y no recibe la atención que recibe él. Tenemos que hacer una reflexión cómo sociedad y público.

Con Rebeca Lane ha colaborado en ‘Ultra’, así como con Ødei y Aiert. ¿Cómo ha sido la experiencia?

Las colaboraciones de este disco han sido algo muy orgánico, que no estaba pensado, y que luego al ver el conjunto me he dado cuenta de que encaja, como relato tiene sentido todo. He colaborado con Rebeca, porque es mi amiga desde hace muchos años, porque trabajo con ella desde Mimosa, porque las dos hacemos diez años de carrera, porque las dos hace poco que salimos del armario bisexual, las dos tenemos criaturas de edades parecidas… Llevamos un tiempo en el que estamos muy unidas, aunque estemos a muchos kilómetros, y nos estamos sujetando mucho una a la otra, porque nuestras carreras tienen en algunos casos dificultades parecidas. Con Ødei tengo mucho en común en la cuestión identitaria vasca, porque somos dos personas del extrarradio de Euskal Herria, de dos extrarradios súper diferentes pero que nos hemos encontrado en un punto absolutamente común, también por cómo entendemos la música. La primera vez que vi a Ødei en un escenario con su disco Terapia, me flipó. Cuando vi a Ødei dije: "Me quedo aquí a vivir". Me parece que su propuesta es súper honesta, de mucha calidad, de contenido y de forma. Es una delicia escuchar un disco suyo. Aiert es una persona con la que tengo una diferencia de edad súper grande, nos conocimos porque yo era jurado en un concurso musical en Debagoiena en el que él participaba, y también me enamoré. Es muy bueno en lo que hace, tiene mucha calidad, y mucha seriedad en el trabajo. Viene a traernos propuestas musicales que nos van a hacer mejores, como su trabajo Somateka, que es una maravilla. Su manera de habitar el mundo y sus compromisos políticos son afines a los míos. Es una persona muy joven. Veo en él el futuro, y me gusta verlo crecer. Además, Aiert no solo ha colaborado conmigo en una canción, ha estado conmigo en todo el proceso. Estuvo conmigo en la casa de la playa en algunos momentos, me ha ayudado con arreglos, se vino conmigo a Madrid a grabar, a Zaragoza… Aiert ha sido muy importante en el disco.

Una de las canciones en 'Ultra' es 'Han matado el arte'. ¿Quién o qué lo ha hecho?

Aunque suene muy abstracto, el sistema capitalista. Todas formamos parte de ese sistema. En mayor o menor medida, pero le damos alas. Mucha gente ha matado el arte. Quienes menos hacen esto son las artistas, que es precisamente con quien yo no me quiero meter. Me da mucha pena porque en la industria musical hay cada vez menos gente a la que le gusta la música pensando y decidiendo, y eso es terrible.

En Intxaurrondo va a estar con Albina Stardust y Safu. ¿Cómo va a ser la actuación?

Cada una va a presentar lo suyo, tres conciertos diferentes. Albina Stardust ha presentado disco en la Azoka de Durango, que se llama Izar; Safu está haciendo una gira que se llama Haciendo lo que me da la puta gana. Las tres somos navarras, con características muy distintas, pero unidas en cosas que creo que son fundamentales. Son tres propuestas también súper diferentes, y verlas juntas va a ser muy interesante. Me parece un lujo baratísimo (risas). Creo que es una oportunidad para apoyar proyectos que merece la pena que existan. Si queremos que sobrevivan los tenemos que apoyar, y si no vamos a los conciertos se mueren. O cada vez tenemos menos oportunidad de verlas en directo. Entonces sí tenemos como público un papel. La música humilde, que dice cosas, que propone, creo que es muy importante para el tejido cultural de nuestro país. ¡Así que todas a Intxaurrondo!