Su pasión por los libros es más que patente. Tanto que ahora Benito Olmo (10 de marzo de 1980, Cádiz) nos presenta en su novela más ambiciosa, Tinta y fuego, una trama de lo más completa llena de aventuras, acción y sobre todo libros que tienen el poder de reencontrarse con sus dueños. 

Con su nueva novela hemos viajado a Berlín, Madrid..., en un vertiginoso relato muy cargado de historia, una historia además para muchos desconocida. ¿Cómo fue su primera toma de contacto con este episodio de los libros robados por los nazis?

La primera toma de contacto fue una noticia que leí sobre una chica de Barcelona que un día recibió una llamada de un bibliotecario de Berlín que le dijo: “Tengo aquí un libro que perteneció a tu padre”. Yo automáticamente me puse en contacto con esta mujer y le pedí más datos. Resulta que el padre de esta chica nació en Alemania pero siendo niño emigró porque su madre era judía. Él nunca habló de lo que había pasado, pero se intuía. Esta chica, cuando recibió este libro de alguna forma conectó con una parte de su pasado que no conocía, y conectó con su padre de una forma distinta. Después de esto me puse en contacto con Sebastian, que es quien lleva el departamento de libros robados en Berlín, estuve hablando con él y me enseñó lo que hacían, porque no es que este libro apareciera allí por casualidad. Es que aproximadamente un tercio del fondo de la biblioteca nacional de Berlín procede del saqueo nazi. Yo le preguntaba a Sebastian por qué no se sabe más de esto, y él me comentaba que allí han ido investigadores, detectives, bibliófilos..., pero que se marchan enseguida cuando ven que no hay libros de valor

Sobre la Segunda Guerra Mundial se ha escrito mucho. En esta obra hace además una reflexión muy interesante cuando habla de que los nazis no les arrebataban solo las propiedades, sino que con eso también les arrebataban su identidad.

Sí, exactamente. Los nazis tenían una forma de actuar muy retorcida. Los objetos personales que los judíos dejaban atrás eran vendidos, y con lo que sacaban financiaban la solución final. Alfred Rosenberg, el que dirigió el expolio nazi, tenía muy claro que los libros tienen mucho poder. Los libros contienen la identidad de un pueblo. Él estaba convencido de que si a los judíos, masones, comunistas..., les arrebatas esa historia, les estás arrebatando su identidad. Y, cuando no tengan referentes, no sepan de dónde vienen, terminarán desapareciendo. 

Al final, la literatura tiene la capacidad de cambiar vidas, ¿no?

Por supuesto. Y no necesariamente que sea ni buena literatura ni libros valiosos. Hay libros que me acompañaron en momentos muy complicados de mi vida, y de alguna forma esos libros a mí me sirvieron de salvavidas. Y esos libros, que a lo mejor para ti no tienen significado ninguno, para mí tienen un valor muy especial, sin ser especialmente valiosos a nivel económico. Creo que todos tenemos esos libros que en momentos complicados siguen ahí con nosotros. Los libros son pacientes, no son rencorosos

Benito Olmo, escritor de 'Tinta y fuego' Oskar Gonzalez

El libro de Greta, nuestra protagonista, es precisamente El juego del ángel, de Carlos Ruiz Zafón. 

Es un libro muy especial. Ruiz Zafón es de esos autores que ha creado a lectores desde muy jóvenes, que han seguido siéndolo de adultos. Para mí ese libro es muy especial, sin ser de los más apreciados del autor, y le rindo ese pequeño homenaje en la novela. Con ese libro en la mano, Greta se siente capaz de todo. Cuando está triste, confusa, se siente incómoda..., echa mano de ese libro y con él en las manos siente que nada puede pararla. 

Greta está muy ligada a la literatura. Tiene un pasado en ocasiones tortuoso. ¿Cómo nace este personaje?

Greta es el detective del libro. Tenía muchas ganas de tener un detective así. Yo vengo de la novela negra, pero esta no es novela negra como tal pero eso va en el adn, ese personaje canónico de novela negra. Lo que pasa es que mis detectives normalmente se mueven por callejones oscuros. Greta se mueve por las librerías de viejo, los almacenes polvorientos, las bibliotecas..., en los que también abundan los especímenes peligrosos. Esa es Greta, ese detective de libro, especialista en libros que los contempla como un objeto. Una de las personas en las que me inspiré para crearla fue Juan Manuel, un librero de la librería más antigua de Cádiz que se jubila ahora. Es una librería de libros nuevos, pero tiene una labor soterrada que muy poca gente conoce, que encuentra libros para la gente. Tiene una selecta clientela que cuando no encuentra un determinado libro, carta náutica, manuscrito..., recurren a él. Él hace su magia, tira de contactos y en dos o tres días te dice dónde está o quién lo tiene. Es un conseguidor, un tipo muy educado. Un personaje así para una novela de este estilo me venía como anillo al dedo, y de ahí coge la inspiración el personaje de Greta. 

De todos estos libros que encontramos en la novela, ¿hay alguno que le gustaría tener en sus estanterías?

No soy muy bibliófilo en ese sentido. Es verdad que yo pienso que la bibliofilia responde más a las pulsiones de unos y otros que a un verdadero afán de coleccionar ciertas lecturas o de amor al libro. Realmente el bibliófilo colecciona libros por el objeto, por tener algo que nadie más tiene. Yo de los que aparecen en la novela no hay ninguno que quiera tener y no tenga, porque los que quiero están conmigo.