El bilbaino Pablo Berger confía en sí mismo, en las posibilidades de su película, Robot Dreams, nominada al Óscar a mejor cinta de animación, y hasta tiene preparado un discurso por si gana. ¿Y si no? Ya lo usará en otro premio, asegura entre risas.

“¿Por qué no podemos colarnos y traernos el Óscar con Robot Dreams?”, dice convencido este ingeniero de formación que adora a Chaplin y que confía mucho en su película, pese a que se enfrentará a pesos pesados de la animación en la gala que se celebrará el próximo domingo en Los Ángeles (EEUU).

Por un lado, El chico y la garza, del japonés Hayao Miyazaki, al que se refiere como “el maestro” y al que considera el favorito de la categoría. Pero también están tres grandes producciones: Elemental, de Pixar; Spider-Man: Cruzando el multiverso, de Sony; y Nimona, de Netflix.

“Creo que estos son como los partidos de fútbol. Puede haber un equipo que es favorito y muchas veces gana un equipo menor. O sea, la historia de David contra Goliat”, apunta.

“La alegría (por la nominación) es inmensa, pero, sobre todo, porque sabemos que la película se está haciendo global”, señala Berger, que apunta que en España, donde Robot Dreams sigue en los cines después de tres meses, la taquilla se incrementó un cien por cien tras el anuncio de la candidatura. Los mismo pasa en Francia y además se estrena en Inglaterra el día 22 de este mes y en un par de semanas en Latinoamérica.

Por todo ello, se muestra muy satisfecho con la recepción: “Es una película que el espectador que la ha visto le ha llegado al corazón. Es una película muy de muy de sentimientos, una película muy sensorial”.

Robot Dreams cuenta la historia de amistad de un perro y un robot que se desarrolla en el Nueva York de los noventa, con una ambientación extremadamente cuidada en cada detalle para transportar al espectador a la Gran Manzana de aquella época.

Una película muda que hace que sea difícil determinar si es una producción española, francesa o americana y con un vínculo con Nueva York que le puede venir bien en los Óscar, resalta el realizador, que recuerda que Volver a empezar (1981), de José Luis Garci, que se llevó el premio a mejor película de habla no inglesa, también tenía lazos con Estados Unidos a través del protagonista, profesor en Berkeley.