Recordar y poner en valor. Esos son los principales objetivos de la conmemoración del centenario de Eduardo Chillida, tal y como han recerdado este miércoles las diferentes instituciones que han participado en el acto inaugural de las celebraciones. El Teatro Victoria Eugenia de Donostia se ha llenado para acoger el pistoletazo de salida a una extensa programación con un evento festivo dedicado al escultor donostiarra, a sus figura, a sus valores y, como no podría ser de otra manera, a su legado.

“Queremos crear una conmemoración colectiva, no solo entre nosotros, la familia”, ha señalado Luis Chillida, hijo del artista y presidente de la Fundación Eduardo Chillida-Pilar Belzunce, durante su intervención en una gala que también se ha abierto a todas aquellas inquietudes como la música, la danza y la filosofía que recorrieron la vida y obra del creador más allá de la escultura.

Anne Igartiburu y Mikel Chillida han ejercido como anfitriones de un evento que ha congregado a representantes de los Ayuntamiento de Donostia y Hernani, la Diputación de Gipuzkoa, el Gobierno Vasco y el Ministerio de Cultura, así como a gran parte de la amplia familia del escultor. También a centenares de donostiarras que agotaron las invitaciones en pocas horas y a los que Luis Chillida ha dedicado unas palabras de agradecimiento.

Mikel Chillida, nieto del artista, ha sido el encargado de abrir el acto señalando que el centenario debe servir para “celebrar la vida” de su abuelo. “Encontrarnos hoy aquí es encontrarnos con su obra, pero también es encontrarse con él en todos los lugares donde se encuentran sus trabajos”, afirmó.

Precisamente, una escultura de Chillida presidió el escenario del teatro sobre el que también se subieron los bailarines Iratxe Ansa e Igor Bacovich, la violonchelista Mariia Slashcheva y los integrantes del coro Landarbaso. “Las personas se van, pero el legado continúa después de ellos”, ha recordado Luis Chillida, quien ha protagonizado el momento más emotivo de la tarde al recordar el cariño que se procesaban su aita y su ama, Pilar Belzunce.

También han sido emotivas unas grabaciones caseras en las que se ha podido ver una entrevista entre Susana Chillida, hija del artista, y su padre sobre cuestiones como su vinculación con Euskal Herria, la relación de sus obras y sus creencias religiosas y que permitieron dar con varias anécdotas como que en los años 50 en París el artista quiso abandonar la escultura para regresar a Donostia, pero Pilar se lo impidió. “Si llego a estar con otra mujer, seguramente no habría hecho nada y me dedicaría a otra cosa”, reflexionó el propio Chillida.

Oportunidad

Entre las intervenciones institucionales la palabra “oportunidad” ha sido la más repetida para definir el centenario. “Es una oportunidad para homenajear a su persona y a su obra, pero también a su humanidad”, ha apuntado el consejero de Cultura del Gobierno Vasco, Bingen Zupiria, mientras que la diputada general de Gipuzkoa, Eider Mendoza, ha querido recordar “su poder transformador en una sociedad gris” como fue la de la postguerra.

Eneko Goia, alcalde de Donostia, por su parte, ha señalado que Chillida marcó “un antes y un después” en la historia de la capital guipuzcoana, y Xabier Lertxundi, alcalde de Hernani, ha hablado del vínculo del artista con esta localidad, en la que vivió durante siete años y en la que está situada Chillida Leku.

Con este acto, queda inaugurado un amplio programa de actividades que se extenderá hasta 2026 y al que se han sumado numerosas entidades vascas, estatales e internacionales