Barcelona – El arquitecto y ensayista Juan José Lahuerta, que acaba de publicar el ensayo Gaudí vs disseny, considera que “más que prejuicios, Gaudí está sometido a la banalización derivada del consumo masivo turístico”. En una entrevista con EFE, Lahuerta señala que “Gaudí se ha convertido en un objeto de consumo y en producto de un mercado particularmente devorador y banalizador como es el del turismo”. Fruto de esta banalización, se ha acabado explicando a Gaudí con cuatro ideas, para convertirlo en “un personaje cómodo que no tiene contexto que puede ocupar cualquier vitrina en cualquier mercado”.

En Gaudí vs disseny (Univers), el autor recuerda que “una de las maneras a través de las cuales se explica la obra de Gaudí es proyectando sobre ella una manera de trabajar y de entender el producto de arquitectura, el producto de los objetos cotidianos, el mobiliario o los objetos desde la mesa hasta la baldosa como formando parte de esta idea moderna, que es el diseño”.

La idea de diseño, que viene de dibujo, tiene su origen en los momentos fundacionales del arte moderno y se elabora en el sentido moderno a mitad del siglo XIX, con los ingleses, que “lo llaman design, inventan la primera escuela de diseño, crean la primera revista de diseño, construyen el Cristal Palace”. Para Lahuerta, el diseño supone “un momento previo al producto, es el momento abstracto de la elaboración del proyecto, es un proceso absolutamente intelectual y abstracto”. Advierte el autor que “los arquitectos no suelen tener un obrador como Gaudí, sino que suelen tener un despacho o un estudio, un lugar de silencio, de reflexión, mientras que el despacho es un lugar donde se despachan documentos que es lo que sale de las manos del arquitecto y de su equipo; y en el obrador de Gaudí está la clave de toda su obra”.

En la modernidad han muchos proyectos importantes, determinantes para la historia que no se han construido nunca, que solo están en dibujos, por ejemplo, el Palacio de la Sociedad de Naciones de Le Corbusier, que no se construyó nunca y en cambio, es “un proyecto absolutamente determinante por la historia”.

Remarca Lahuerta que “la mentalidad de Gaudí es la del bricoleur” y, de hecho, el Palau Güell, una de sus primeras obras, es “un gran collage de elementos encontrados, de objetos encontrados, algo que estará cada vez más presente en su obra, es su manera de trabajar, que tiene bien poco que ver con la idea de diseño”.

Lahuerta incide asimismo en su ensayo en que “Gaudí no es, como explican muchas hagiografías, un niño que, como que estaba enfermo, se fijaba en los troncos de los árboles, en las hojas y en los insectos, porque en realidad en su tiempo estudió una carrera muy completa, a la que accedían pocos alumnos privilegiados”.

El diseño, asegura, encaja perfectamente en la producción industrial del capitalismo moderno, porque es la base de la división del trabajo, que se inicia con un momento intelectual y concluye con el momento manual de producción. En su enfoque novedoso, Lahuerta presenta a Gaudí como alguien en contra de esa división del trabajo: “Gaudí imagina en el contexto de la Europa y la Barcelona de finales del siglo XIX y principios del XX un mundo en el que la división del trabajo no existe, lo que explica esa mitificación de la Edad Media y la artesanía medieval”.