Hace más de medio siglo que Rafael Rezabal y Andoni Albizuri, del grupo Antxieta, descubrieron la cueva de Ekain, a un kilómetro del casco urbano de Zestoa, en tierras de Deba. Seguramente, en un primer momento, ninguno de ellos era consciente de que estaban ante uno de los principales santuarios prehistóricos europeos. Tras varias décadas de investigación, hace quince años la cueva fue incluida en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, lo que le abrió las puertas de par en par a “un club elitista” que le aupó como la máxima expresión cultural mundial de la cultura vasca.

El 7 de julio de 2008, la Unesco declaró la cueva de Ekain y su arte Patrimonio Mundial junto a otros 17 santuarios de arte rupestre de la cornisa cantábrica, entre ellos Altxerri y Santimamiñe en Euskadi. Gracias a ello, la cavidad dio un salto de gigante al entrar en “un club elitista con pocos miembros” en el que debía cumplir una serie de condiciones “estrictas” que ha tenido que mantener a lo largo de estos quince años. “Para ser Patrimonio de la Humanidad tiene que ser algo exclusivo del mundo y que se conserve correctamente. Hay unos criterios de calidad que se revisan cada cierto tiempo para ver que se siguen cumpliendo”, explica a este periódico Aitziber Gorrotxategi, guía educacional de Ekainberri.

La cavidad cuenta con un conjunto de caballos de hace 14.000 años perfectamente conservado. Pedro Martinez

La denominación de la cueva de Ekain como Patrimonio Mundial vino acompañada en el tiempo, además, por la puesta en marcha de Ekainberri, la réplica de la cavidad, a tan solo 600 metros de la original. “La suma de las dos cosas hizo que cada vez más personas la conocieran. Fue un salto a nivel internacional importante”, revela Gorrotxategi, al tiempo que apunta que, a día de hoy, todavía acuden a ella visitantes pensando que es posible visitar la cueva natural. “Ekain nunca ha estado abierta al público. Hay detrás un trabajo de conservación fundamental y ha estado protegida siempre. De hecho, para construir cualquier edificación no solo en la cueva, sino también en el terreno que la rodea, es necesario pasar unos controles muy exigentes”, apunta.

Ekainberri, de este modo, ha permitido en estos quince años seguir dando a conocer el tesoro prehistórico que alberga la cueva original mientras esta continúa detenida en el tiempo. En su interior cuenta con el conjunto de pinturas mejor conservado de todo el periodo Cuaternario, la época geológica que se comprende hasta nuestros días, y que datan de hace 14.000 años. Entre ellos, destacan, sobre todo, los dibujos de caballos, cuya calidad han hecho que la cueva sea “conocida a nivel mundial”. “No sabemos por qué los eligieron para pintarlos. Quizás fuesen una especie de tótem para rezar, aunque mucha gente se piensa que lo hicieron porque cazaban caballos, algo que, hoy en día, sabemos que no hacían. Lo que sí cazaban en esta zona eran ciervos”, revela la guía.

“Ekain nunca ha estado abierta al público. Detrás hay un gran trabajo de conservación”

Aitziber Gorrotxategi - Guía educacional de Ekainberri

En total, hay 70 figuras de animales, entre ellos caballos, ciervos y osos, en perfecto estado de conservación, 64 de ellos pintados y otros seis grabados. Todos ellos han sido analizados científicamente por la Sociedad de Ciencias Aranzadi y las investigaciones, a día de hoy, continúan puntualmente en otros puntos de la cueva. “Cada poco tiempo sigue habiendo nuevos resultados que quizás no sean tan espectaculares, pero continúan apareciendo dibujos más modestos”, explica Gorrotxategi, que pone como ejemplo cuatro nuevos caballos descubiertos hace unos años que fueron pintados con una técnica diferente al resto.

“La divulgación es igual de importante que la investigación”

En la actualidad, la cueva de Ekain trabaja en un modelo híbrido entre la investigación y la divulgación. Gracias a la declaración de Patrimonio Mundial de hace quince años y a la creación de la réplica de Ekainberri, es posible dar a conocer los secretos de la cavidad mientras estos se conservan y se estudian. 

“La divulgación es igual de importante que la investigación. Para nosotros es muy importante que la gente conozca lo que tenemos y que los resultados que podamos obtener trasciendan”, explica Gorrotxategi. Por este motivo, durante todo el año los responsables del yacimiento realizan visitas guiadas a escolares a los que se les quiere “sensibilizar sobre el patrimonio y la historia de Euskadi”.

El logo de la declaración de Patrimonio Mundial por la Unesco en la entrada de Ekainberri. Pedro Martinez

En época estival, por su parte, los visitantes llegan de cualquier rincón del planeta. “En Semana Santa es un público más local, pero en verano viene mucha gente del Estado, franceses y también de otros países europeos. Los americanos se dejan ver en otras épocas del año”, cuentan desde Ekainberri, donde confían que la efeméride de los quince años desde el nombramiento por la Unesco sirva para impulsar todavía más las visitas.

Con motivo de este aniversario, la Fundación Ekain ha ubicado en Ekainberri el símbolo de Patrimonio Mundial y tratar, de este modo, de poner en valor un tesoro prehistórico que todavía muchos guipuzcoanos desconocen. “El público de Francia, por ejemplo, suele ser más entendido y viene conociendo lo que hay. Allí cuentan con muchas cuevas abiertas al público y se nota esa cultura”, indica Gorrotxategi con cierta envidia.

Es posible acercarse tanto a la réplica como al museo de la cueva a pie desde Zestoa y allí, además de conocer las pinturas rupestres, se puede llevar a cabo una actividad paralela para conocer de primera mano cómo vivían los seres humanos que habitaban esta zona hace 14.000 años. Todo ello gracias, en buena parte, al rango de protección de la cueva que la convierten en toda una máquina del tiempo.