La cineasta chilena Carmen Castillo, represaliada y exiliada por el gobierno del dictador Augusto Pinochet, recibirá el próximo mes de abril el premio honorífico del Festival de Cine y Derechos Humanos de Donostia. Como una actividad paralela del certamen, la casa de cultura de Okendo acoge desde este miércoles la exposición Carmen Castillo, una exiliada chilena, comisariada por la periodista cultural y crítica de Imma Merino, y creada originalmente para el MUME, el Museo Memorial del Exilio de la Jonquera (Girona).

En la presentación que ha tenido lugar este miércoles, Merino se ha mostrado “muy ilusionada” por el hecho de que la exposición pueda verse en Donostia. De hecho, fue en la capital guipuzcoana donde, de alguna manera, surgió la idea seminal de honrar a Castillo y, en un plano más amplio, a todos los exiliados y víctimas de la represión. Fue durante el Zinemaldia de 2007 cuando la periodista catalana vio el documental Calle Santa Fe, una película “clave” en la filmografía de la realizadora en la que Castillo narra cómo en octubre de 1974, la DIMA, la brutal policía secreta de Pinochet, irrumpió en el hogar que la cineasta compartía en clandestinidad en una barriada de Santiago de Chile con su pareja Miguel Enríquez, máximo dirigente del MIR –Movimiento de Izquierda Revolucionario–, que desde la resistencia luchaba contra la dictadura. La DIMA asesinó a Enríquez e hirió de gravedad a Castillo, que en aquel momento se encontraba embarazada. Un vecino, Manuel Díaz, hizo parar a una ambulancia que pasaba por allí para que llevasen a un centro sanitario. “La máquina de matar se desajustó”, asegura Merino. Las fuerzas policiales no “remataron” a la cineasta, que permaneció presa, lo que provocó un movimiento de solidaridad que forzó a la dictadura a enviarla al exilio. Su primer destino fue Gran Bretaña, pero su residencia definitiva ha sido, hasta la fecha, París. 

La tremenda impresión que le causó Calle Santa Fe, en la Castillo habló no solo de lo personal, sino también de lo colectivo, hizo que Merino tomase la decisión de conocer a la autora en París. De aquella visita y del “amor” hacia su figura y su carrera, surgió una amistad que llevó a la colaboración para la creación de esta muestra, que hace año y medio pudo verse en La Junquera y que ahora permanecerá en Okendo hasta el 4 de mayo.

La exposición se ha organizado junto con el Festival de Cine y Derechos Humanos de Donostia. Iker Azurmendi

La exposición se abre con unas imágenes de archivo de los esperanzadores tiempos de Salvador Allende para dar paso, después, a la represión de Pinochet y el estamento militar. “La exposición también está pensada en esa clave, cómo la alegría de los tiempos de Allende fue arrebatada y cómo la sociedad fue masacrada”, detalla Merino.

Carmen Castillo, una exiliada chilena se configura con fragmentos de algunos de sus documentales, como el ya citado Calle de Santa Fe, El país de mi padre y La flaca Alejandra, en el que la documentalista aborda la historia de una miembro del MIR, que mediante tortura acabó convirtiéndose en delatora de sus compañeros de la resistencia, una cinta que comienza con imágenes de personas desaparecidas de las que nunca más se volvió a saber. “La obra documental de Carmen Castillo se basa en la memoria. No trata solo de no olvidar la represión pinochetista, no olvida a sus víctimas pero tampoco a los que lucharon contra la barbarie”, comenta la comisaria.

El hecho de que la DIMA no ejecutase a la cineasta permitió que esta dedicase su carrera a dar voz a aquellos que ya no la tienen. Merino comenta que es una reacción habitual de los supervivientes, “sentirse en deuda” e intentar combatir el olvido mediante distintas formas de expresar el testimonio: “Algunos optan por olvidar porque no pueden soportar lo vivido y otros, en cambio, sienten el deber de testimonializar lo vivido por haber sobrevivido a ello”.

Asimismo, en la muestra también se han incluido extractos de sus libros Un día de octubre en Santiago, Ligne de fulte y Santiago-París. El vuelo de la memoria, coescrito con su madre Mónica Echevarría, de ascendencia vasca. Además, la muestra se completa con textos de otros autores propuestos por la realizadora en la que se reflexiona sobre otros exilios –“Carmen dice que hay tantos exilios como exiliados”– y con fotografías y documentos de su archivo personal. “Cuando uno ha sido un exiliado, nunca deja de serlo, aunque vuelva a su país”, comenta Merino, quien añade que este es el motivo por el cual Castillo apenas haya regresado a Chile, después de haber rehecho su vida en el Estado francés.