La canadiense Blackberry, una película tan trepidante como lo fue el auge y derrumbe de los primeros teléfonos inteligentes, alegró el jueves la primera jornada a competición de la Berlinale, mientras que el australiano Rolf de Heer aportó un apocalíptico filme sin diálogos.

El realizador Matt Johnson, director y protagonista de Blackberry, trasladó al festival a los geniales innovadores de la telefonía móvil confrontados con los tiburones del gremio.

Su personaje es Doug, el más freak entre los colegas de Mike Lazaridis –interpretado por Jay Baruchel–, el jefe de una provinciana empresa canadiense formada por colegas que se comportan como bebés grandes.

“Nunca tuve un blackberry, mi padre sí. Es un producto de otra época”, afirmó Johnson, quien compareció con el mismo look que en el filme, mientras Baruchel, a su lado, aseguraba que la marca es “un orgullo para Canadá” frente a la superpotencia de Estados Unidos.

Johnson y su actor hicieron alarde ante la Berlinale de aquello que da fuerza a su película: diálogos rápidos, respuestas incisivas, dinamismo y el mismo aire de camaradería con que nació su prodigio.