Pedro Pastor e Izaro Andrés se conocieron “a finales de 2014 o primeros de 2015” en un gaztetxe. “Recuerdo que estaba en la promoción de mi primer disco, La vida plena, y antes que yo tocaba una joven cantautora que estaba empezando a hacer sus primeros conciertos”, rememora el artista madrileño. Algo más de siete años después de ese primer encuentro, ambos se subirán a un escenario ante casi 6.000 espectadores: “Era imposible pensar entonces que acabaría llenando todo un Velódromo. La fórmula del éxito no existe, por lo que es muy difícil lo que ha conseguido. Durante mi trayectoria me he encontrado a mucha gente que está empezando y que no sabe si la música es su camino e Izaro, hoy en día, es más que una artista consagrada”.

A lo largo de este tiempo, entre ambos ha surgido una amistad “en la que nos cuidamos mucho pero, sobre todo, nos reímos mucho”, afirma. Por este motivo, ambos llevaban mucho queriendo componer una canción juntos que mezcle castellano y euskera. Aunque ese proyecto sigue a la espera, Izaro compuso una nueva canción durante el confinamiento, Ventanas cerradas. “Me llamó y me gustó mucho la canción. Le propuse las respuestas del final y empezamos a trabajar los dos en ella. El resultado es un tema del que me siento parte de él”, cuenta sobre una de las dos únicas composiciones originales incluidas en Limones de oro.

Ventanas cerradas le ha permitido a Pedro Pastor reconciliarse con el pop, algo que le parecía “contrarrevolucionario”. “Es la primera vez que canto una canción pop, algo con lo que he reñido desde hace mucho tiempo. A ello ha ayudado también la experiencia tan bonita que fue rodar con ella el videoclip”, apunta sobre las imágenes que filmaron en el caserío-museo Igartubeiti.

Ambos interpretarán mañana el tema en el Velódromo, ese espacio en el que ninguno de los dos se imaginaban alcanzar hace siete años. “Ella sigue siendo la misma. La responsabilidad cambia, porque al final hay más gente detrás que depende de ti y te pone más seria, pero sigue igual”, cuenta, añadiendo que “Izaro va a trascender a Euskal Herria y va a tocar techo también fuera”. “En los años 70 mi padre conocía a los cantautores de cada territorio e incluso se cantaban sus canciones fuesen gallegos, catalanes o vascos. De repente, surgieron unas barreras rancias y eso se fue cerrando, por lo que la respuesta pasa por entender la diversidad de la lengua”, augura, poniendo los ejemplos de los valencianos Zoo y las gallegas Tanxugueiras. Liga en la que, apunta, Izaro juega desde hace tiempo.