El Oso de Oro que consiguió el miércoles la directora catalana Carla Simón en la Berlinale por su segundo largometraje, AlcarràsCarla Simón en la Berlinale Alcarràs, es “una fiesta y una celebración” para las cineastas y productoras vascas. “Ya era hora. Ha costado que las mujeres tuvieran el contexto para contar lo que quisieran”, comparten Leire Apellaniz, Nahikari Ipiña y Marina Palacio con NOTICIAS DE GIPUZKOA. El galardón es, además, según ellas, una oportunidad única para seguir generando nuevos referentes para las mujeres en la industria “y en cualquier departamento”.

Desde hace 39 años, cuando La colmena el cine español no había vuelto a ganar un festival de clase A y nunca antes había sido una directora española la que había conseguido tal hazaña. Carla Simón, por lo tanto, ha hecho historia con una gesta que ha costado muchísimo en ocurrir. “Ver a las mujeres ganar festivales debería ser algo normal y esperemos que llegue a serlo algún día, pero ha costado porque hasta ahora no se ha empezado a fomentar la estructura necesaria para ello”, asegura la productora y directora Leire Apellaniz.

La victoria de AlcarràsLas últimas ediciones de los festivales europeos han sido ganados por mujeres jóvenes, de Julia Ducornau por Titane en Cannes a Audrey Diwan por El acontecimiento en Venecia, pasando por TitaneEl acontecimientoAlina Grigore en el Zinemaldia con Blue MoonBlue MoonTodas ellas, además, nacidas en la década de los 80. “Los festivales solo son un reflejo de lo que ocurre. Ellos no seleccionan las películas porque son mujeres, sino porque hay nivel y cada vez más las mujeres pueden crear de forma segura”, añade Apellaniz.

La de Simón no ha sido la única cinta dirigida por una cineasta joven que ha sido muy bien recibida en la última Berlinale. Cinco lobitos, la ópera prima de la barakaldesa Alauda Ruiz de Azua, ha regresado a Euskadi con un saco de excelentes críticas a sus espaldas. “Ha sido algo inédito. La película de Carla, la de Isaki Lacuesta -presentó Un año, una noche en Sección Oficial y recibió muchos aplausos- y la nuestra siendo tan bien acogidas. Es algo insólito y me da una alegría enorme”, revela Nahikari Ipiña, productora de Cinco lobitos. “Espero que esta victoria sirva para que se puedan hacer películas más potentes y que las directoras noveles tengan más presupuesto porque se ha demostrado que viajando y mostrando sus trabajos tienen mucho que decir”, apunta.

Una de esas directoras noveles es la donostiarra Marina Palacio, que tras cosechar varios galardones con su cortometraje Ya no duermo, trabaja en su debut en el largo. “Ver lo que hizo Carla Simón con su primera película -Estiu 1993-, ganando dos premios en Berlín, y ver lo que ha hecho ahora con su segunda, que es un paso más, es una alegría enorme y me hace ver que, desde lo interior y lo íntimo, también es posible llegar muy lejos”, asegura.

La importancia de los referentes

Con las últimas ganadoras en los certámenes europeos se genera además unas más que necesarios referentes para la industria. “He crecido con únicamente hombres como referencia, pero no porque ellas no existiesen, sino porque no se hablaba de ellas como se hace ahora. Es muy importante que hagan ruido y se hagan ver”, afirma Palacio.

Apellaniz comparte esa impresión e indica que, como consecuencia de esa falta, ha necesitado “la edad para poder elegir hacer una película”. “Tengo 46 años y mi primera película de ficción la haré con 50. No se nos ha facilitado la oportunidad y la elección no ha sido fácil”, observa. A este respecto, alaba la apuesta de María Zamora, productora de Alcarràs y, por lo tanto, primera española en vencer en un gran festival con esa labor. “No es casualidad que haya sido ella porque desde hace un tiempo ha producido a mujeres por voluntad personal. Ha tocado puertas buscando visibilizarlas”, cuenta sobre la también productora de Libertad, de Clara Roquet, nominada al Goya.

Pero Alcarràs no solo es un ejemplo para creadoras y productoras. Casi todos sus departamentos, desde fotografía hasta montaje, pasando por sonido, casting, arte y vestuario, están liderados por ellas. “La propia Carla lo contó en su discurso de agradecimiento. Su victoria es una oportunidad para estar más representadas en cualquier puesto. Poco a poco, es algo que está cambiando”, asegura Ipiña. “La política de ayuda de género en la industria ha incentivado esa profesionalidad de la mujer y se está buscando la paridad también en los aspectos técnicos, pero aún queda mucho por hacerse”, añade Apellaniz.

Y hay más, porque el Oso de Oro de Simón es una repercusión excelente para propuestas independientes y, en este caso, en un idioma no mayoritario como el catalán. “Nos demuestra que se pueden derrumbar las fronteras en el cine y que mucha gente puede verse reflejada en ello”, opina Palacio, mientras que Ipiña cree que la repercusión del galardón es “una visibilidad enorme para un tipo de cine que con presupuestos pequeños no puede llegar a tener”.

“En un festival como el de Berlín es normal que se premie una cinta tan vocacional, pero sigue siendo una fiesta para el sector porque hay muchas historias como esta que contar. Estoy segura de que, en diez años, habrá muchísimas mujeres contando las historias que durante años no han podido hacer”, pronostica Apellaniz.