- ¿Cómo sabe el triunfo

-Hemos tenido que resistir contra viento y marea. Tenemos un calendario de ensayos, que ya de por sí es complicado, porque tenemos que juntarnos para ensayar coralistas de los tres territorios, pero en pandemia la gestión ha sido verdaderamente endiablada. Nos teníamos que ir reuniendo en uno u otro lugar dependiendo de las restricciones. Es un proyecto que ha salido adelante con mucha voluntariedad.

¿Cómo ha visto a sus coralistas?

-Esto es como una montaña rusa y tenemos que intentar que el carrusel esté en el punto perfecto en el momento del concurso. Es parte de la emoción y del arte de todo esto, no solo por el resultado obtenido, sino también por los sentimientos que hemos vivido en el escenario, que creo que los vamos a recordar toda la vida.

¿Este premio puede suponer un punto de inflexión para que los jóvenes se animen a participar en el canto coral?

-Es bastante significativo que un coro de 40 jóvenes desde los 16-18 años cantando a este nivel y compitiendo con coros del todo el mundo haya obtenido este premio. Y Tolosa es una de las plazas más importantes del mundo. Digo con mucho orgullo que es un mérito enorme. Somos un coro joven, pero con formación y mucha proyección de futuro, y nos quitamos de encima la idea preconcebida de que cantar en un coro es algo serio y de adultos. Hay jóvenes que aman cantar en el coro, que les gusta hacer cosas innovadora, pero respetando el folklore y honrando el grandísimo patrimonio que nos define como pueblo.

¿El triunfo también lleva implícita una reivindicación?

-Sí, necesitamos más apoyo institucional, que nos faciliten reunirnos, viajar, encargar repertorio... porque tenemos dignidad y cantera para poder participar en cualquier concurso del mundo.

¿Cómo ve la cita de 2023?

-Aunque suene un poco romántico, somos el coro de todos, porque no pertenecemos a ninguna entidad pública ni privada. No sé si hay algo más bonito que podamos traernos el Gran Premio a Euskadi.