- Desde el viernes y durante todo el fin de semana, Josemi Beltrán y el equipo de la Semana han vivido su particular película de terror con la venta de abonos virtual para una 32ª edición que deja atrás las limitaciones del año pasado con un programa que llenará a partir de este viernes los teatros Principal y el Victoria Eugenia de viejos conocidos, humor y, sobre todo, mucho horror.
¿Qué ha pasado exactamente con la venta de abonos ‘online’?
-Habíamos diseñado una configuración de venta de abonos para evitar la cola presencial, garantizando que se pudiera mantener la asignación del asiento durante todo el festival y que diera la posibilidad de seleccionar hasta cuatro abonos juntos. La empresa de venta de entradas nos garantizó que eso era posible pero parece ser que a la hora de la práctica no lo era. Se estaban asignando diferentes butacas para cada sesión a la misma persona, así que detuvimos el proceso. Hemos estado todo el fin de semana reubicando a los que habían podido finalizar la compra y, para evitar que sucediera de nuevo, decidimos poner a la venta presencial la mitad de los abonos que quedaban. Solo nos queda pedir perdón por algo que no ha funcionado.
Esto, de cara al año que viene, ¿quiere decir que volverá la cola de sustitos?
-No lo sé. Haremos el balance cuando termine el festival y haremos una reflexión con la empresa de venta de entradas. Tenemos tiempo para decidir, pero también es cierto que es una experiencia que en Donostia Kultura no se había hecho antes.
¿La idea era que, de haber funcionado bien el sistema, habría venido para quedarse?
-Es un sistema cómodo, así que, si hubiera funcionado bien, habríamos analizado el grado de satisfacción del público y el número de ventas y, de ser óptimo, podríamos haberlo mantenido.
Quitando la venta ‘online’, estamos ante una Semana que se parece ya mucho más a una Semana normal.
-Sí. Hemos estado con el diseño del programa congelado hasta prácticamente el último LABI. Lo que más nos condicionaba era el aforo, ya que según el que fuera habría o no abonos. En lo que se refiere a horarios, nos mantenemos a lo del año pasado y no vamos a terminar ningún día más allá de las 3.00 horas. Hemos querido ser cautos en cuanto a las películas que nos comprometíamos a proyectar porque no queríamos tener que rechazarlas luego, como nos pasó el año pasado. Al final, hemos conseguido mantener el número de películas de un año normal. Lo que echará la gente de menos será no tener el bar del Teatro Principal, ni tampoco poder hacer las fiestas ni las actividades de calle. Gracias al público, la esencia de la Semana se mantuvo, así que este año seguro que crece.
En cuanto a la programación, se mezclan los filmes del género con más ‘hype’ detrás como ‘Última noche en el Soho’ y ‘The Medium’ con varias óperas primas.
-También están las películas de Damian Mc Carthy y Sam Walker, que son dos cineastas británicos que han tenido cortometrajes en el festival y presentan su primera película. Como festival también nos interesa seguir las carreras de determinadas personas, pero fijarnos en si es ópera prima o no no es algo determinante. Buscamos más una mezcla de cinematografías y estilos. Por ejemplo, este año tenemos una película de niño endemoniado, así que, aunque llegaron otras con propuesta similar, ya no nos interesaban.
También hay grandes directores como Álex de la Iglesia
-Sí, Ben Wheatley y Mamoru Hosoda han estado en la Sección Oficial del Zinemaldia. El parón pandémico ha influido en que las películas se hayan distribuido más entre los festivales de género, aunque los generalistas cada vez cuentan más con ellas, véase Titane en Cannes o La abuela en Donostia. El cine fantástico está ya en su mayoría de edad total. Siempre fue un cine autoral pero cada vez más el género sirve para muchísimas cosas. Cuenta con un prestigio crítico y comercial que antes no tenía.
Pero eso, ¿les beneficia o les perjudica?
-Yo creo que es bueno porque lo que ello conlleva es que se haga mucho más cine y más diverso. Para mí no es malo que todos estos cineastas que hemos estado hablando estén en Cannes o que a Paul Urkijo se lo vayan a disputar el próximo año los festivales de clase A con Irati. Para nosotros es una satisfacción saber que como festival hemos contribuido a poner a esos cineastas en el mapa.
Este año han recuperado una gran presencia de cine asiático y, en especial, japonés.
-Sí. De Japón proyectamos cada año mínimo dos películas porque tenemos una vocación especial de hacerle un seguimiento. Siempre están por ahí los amigos Takashi Miike y Sion Sono, de los que nos ofrecen dos películas suyas por año (risas). Tenemos una muy buena relación con un cine que ha sido siempre bandera del terror, aunque esto cada vez se está ampliando mucho más y los últimos años estamos viendo filmes de Indonesia súper interesantes que no tienen nada que envidiar a los americanos o con propuestas independientes de Taiwán como este año. Por no hablar de Corea, aunque quizás últimamente ya no es la pujanza que fue en los 90 y primeros 2000.
Está también ‘The Sadness’, que ha comentado que es la película más terrorífica de la edición y que se podrá ver en la Halloween Gaua, para la que recuperan el concurso de disfraces.
-En un año normal en Halloween siempre programamos dos películas y una, al menos, suele tener comedia, pero esta edición, por prudencia con el horario, solo tenemos una con, eso sí, el concurso de disfraces sobre el escenario. Hemos escogido The Sadness, que de divertido no tiene nada (risas). Es la más cruel, terrorífica y desoladora de la edición. Es bastante explícita en las escenas de violencia pero, aparte, cuenta con un terror psicológico y una pesadumbre detrás muy real sobre la que la pandemia ha influido muchísimo. Al que le guste el género zombie le va a sorprender.
¿Han llegado muchas propuestas relacionadas con la pandemia? No sé si ya hay más películas de género sobre el covid o con drones.
-Los drones llevan ya mucho tiempo haciendo daño (risas). La pandemia del dron está ya hasta en la comedia romántica. Del covid no han llegado tantas. En las producciones de serie Z los virus ya es algo que estaba muy presente antes pero fuera de ello, la de Ben Wheatley tiene algo en el trasfondo y Dead & Beautiful narra la historia con mascarillas, pero es algo más estético.
Este año no hay el clásico en 4K.
-Lo suprimimos el año pasado para tener ese día de programación el viernes y este hemos apostado por seguir así. No obstante, hemos tenido la doble sesión de Bang Bang con Poltergeist y Depredador y contamos con un miniciclo a Stanis?aw Lem en Tabakalera para la gente a la que le interese ver producciones más clásicas.
¿A qué invitados veremos por Donostia?
-Tenemos cerrados a Paula Ortiz, Paco Plaza, Miki Esparbé, los directores de La pasajera y The deep house, a los mencionados Sam Walker y Damian Mc Carthy, a Ingrid García Jonsson y Alberto Bang con Veneciafrenia, a Javier Botet, que ha querido repetir tras ser el cartel del pasado año, y a Carlos Areces, que estará por aquí toda la semana porque tiene muchas ganas de venir. Va a haber movimiento.