- El batuta Gustavo Gimeno, al frente de la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo, cerró ayer por la tarde en el Kursaal el segundo de los dos conciertos sinfónicos que ha acogido la Quincena Musical este año. Por la mañana, acompañado por el director del festival, Patrick Alfaya, Gimeno se mostró muy agradecido por volver a este encuentro, en el que ya participó, sin ir más lejos, en 2017: "Es un gran orgullo participar en la Quincena Musical".

El conjunto y la piano solista Yuja Wang deleitaron al público con dos creaciones que transitan del Clasicismo al Romanticismo. El programa dirigido por Gimeno estaba conformado por el Concierto para piano nº20 de Mozart y la Sinfonía nº5 de Beethoven, que no contó con ningún descanso. "Es una música tan bella y tan bonita que no lo necesita. A mí me gustan los programas que se contrasten y se complementen, al mismo tiempo, y que marquen una línea", aseguró Gimeno. En este sentido, habló sobre el concierto inaugural del domingo en el que la orquesta interpretó obras de Ligeti, Liszt, Dvorak y Brahms, "música muy entretenida" que siguió "una línea" de folklore de la época.

Lo mismo ocurre con el concierto que ofrecieron ayer por la tarde, un espectáculo que representó la transición entre dos épocas, aunque el director quiso matizar que la obra de Mozart, compuesta hace más de 230 años, ya adelantaba algunos rasgos de lo que vendría después, por ejemplo, con Beethoven: "Esa introducción es maravillosa. Es drama, es ópera desde el inicio". "Si pensamos en Beethoven como la figura que conecta el Clasicismo con el Romanticismo, nos damos cuenta de la influencia de piezas o de compositores como la de Mozart en una Heróica, en una 3ª Sinfonía y, por supuesto, en una 5ª Sinfonía de Beethoven. Contrastan porque son épocas diferentes pero hay una línea clara", explicó.