a pandemia no solo ha reforzado la literatura en su vertiente más tradicional, sino que ha servido para impulsar formatos que son más asequibles para aquellos que no tienen interiorizado el hábito de leer o no cuentan con el tiempo necesario para ello. El auge de los audiolibros viene avalado por sus cifras de facturación: en 2020 creció un 137% en el Estado. Esta nueva tendencia, muy arraigada en el mundo anglosajón, se ha extendido a mercados como el español, donde editar simultáneamente una novedad en papel y en audiolibro es cada vez más frecuente. La industria editorial vasca, lejos de dar la espalda a este nuevo formato, estudia la forma de unirse a la producción de audiolibros, que por ahora funciona en base a la ley de la oferta y la demanda.

"De momento hay pocas editoriales vascas que estén haciendo audiolibros", admite José Manuel Díaz, presidente del Gremio de Editores de Euskadi, que revela que el mayor obstáculo para ello, una vez que se ha editado el original y se ha realizado una fuerte inversión para la versión en papel, es su elevado coste. "El audio de un libro de unas 280 páginas rondará entre los 2.000 y los 4.000 euros. Hoy por hoy, con la demanda que hay, no recuperas la inversión", expone Díaz. Sin embargo, explica que una encuesta realizada entre sus asociados reveló que estarían interesados siempre y cuando tuvieran una ayuda. "Es una cuestión que estamos tratando con el Departamento de Cultura, para dar forma el desarrollo de audiolibros, sobre todo en euskera", expone el representante de los editores vascos.

"Los usuarios nos solicitan lecturas en euskera y en catalán. Vamos añadiéndolo", explica Georgina Solé, Marketing Manager de Storytel, una de las plataformas más populares para la distribución de audiolibros que cuenta con más de 150.000 ejemplares. Algunos de ellos están en catalán, pero aún no cuentan con ninguno en euskera, idioma en el que sí ofrecen libros electrónicos. "Vamos con la oferta y la demanda", expone Solé, que indica que el último año ha sido crucial para la empresa que se implantó en el Estado en 2017. "No fue hasta el confinamiento cuando vimos un incremento sustancial, ya que mucha gente no tenía otra forma de acceder a la cultura y a la lectura", indica, al tiempo que aporta algunas de las claves sobre este formato en pleno apogeo.

"El audiolibro no es competencia para el libro, es un complemento. Las editoriales lo entendieron desde el principio: se puede escuchar una buena historia en un rato muerto, sin tener que estar sentado, literalmente", cuenta esta responsable de Storytel. En este formato se pueden escuchar los últimos lanzamientos como Sira, de María Dueñas, o Transbordo en Moscú, de Eduardo Mendoza, ya que muchas veces salen de forma simultánea, en papel y en audio. "Mantenemos contacto con las principales editoriales y siempre que se hace un audiolibro, nos llaman. A veces incluso los propios autores contactan en nosotros para editar sus libros", afirma Solé, que añade que trabajan con grandes editoriales como Planeta o Anagrama y con editoriales independientes.

"Realmente es como lo cuentan: cuando lo pruebas, te quedas. La gente aún cree que los audiolibros se graban con voz robótica o con la voz de Google, pero se sorprenden. Es como escuchar una película", expone la portavoz de Storytel, donde además de ofrecer audiolibros los producen. La plataforma cuenta con un estudio propio en Barcelona y colabora con muchos otros repartidos por toda la geografía estatal. "Hay un productor que hacer un casting de voces que se escogen para el papel. Si se necesita una mujer de entre 20 y 30 años, muy extrovertida, se busca ese perfil. El audiolibro puede tener un narrador o varios narradores", revela sobre estos lectores entre los que también hay voces conocidas. Es el caso del actor Álex O'Dogherty, que ha puesto voz a Wonderland, del escritor y guionista Benito del Olmo.

Además, igual que la plataforma de streaming Netflix, Storytel cuenta con producciones propias: audiolibros que se crean expresamente para ser leídos. "Adaptamos el relato dándole una línea de tiempo más directa y trabajar en historias con el objetivo de ofrecer la mejor calidad. Son historias escritas específicamente para el formato sonoro. Esto supone que el oyente disfrutará de una experiencia inmersiva, ya que está hecho para ser escuchado", cuenta sobre esta modalidad que incluye efectos de sonido y música, para captar el oído del usuario. Vicente Molina Foix o Manuel Loureiro son algunos de los escritores que se han decantado por esta tipología.

De los datos recogidos por Storytel se desgrana que el perfil del usuario corresponde más a mujeres (un 60%), de edades comprendidas entre los 25 y los 45 años y que residen en grandes urbes. "Son personas que viven deprisa y no tienen mucho tiempo", matiza. De hecho, la mayoría de las personas consumen estos formatos mientras realizan otras actividades: camino al trabajo (62%), realizando ejercicio (54%), viajando en coche (49%), limpiando la casa (40%) o cocinando (39%). "No hace falta ponerse los auriculares para escuchar una audiolibro, sino que se puede emplear un dispositivo", apunta la responsable de Storytel, que considera que "es una forma para que la gente que no lee habitualmente se acerque a la literatura". Sin embargo, afirma que también cuentan con usuarios "muy lectores" que leen en cualquier formato.

Sin entrar en el debate sobre si escuchar un libro es lo mismo que leerlo, José Manuel Díaz considera que los audiolibros "no sustituyen" al papel. "El audiolibro te permite hacer otras cosas mientras lo escuchas. Evidentemente así no fijas tu atención. Sin embargo, cuando estás leyendo, tienes que hacer un esfuerzo de concentración. Son diferentes formatos y es posible que tengan diferentes públicos", expone. En Euskadi no hay cifras sobre usuarios de audiolibros porque en las encuestas de hábitos aún no se refleja su presencia. "Es probable que en la próxima lo incorporemos. Lo mismo que con el eBook, que vimos cómo fue subiendo su venta y su uso hasta estabilizarse, podremos ver el recorrido del audiolibro, que seguirá la misma línea", opina Díaz.

Lo que está claro es que para generar una demanda primero debe de haber una oferta. "Por una parte, tendríamos que fijarnos en la tendencia a nivel mundial en el uso del audiolibro y, por otra, en lo que están demandando los usuarios en la plataforma digital de Euskadi para ver qué temáticas están interesando", explica el portavoz de los editores vascos sobre qué libros deberían ser los primeros en adaptarse al formato sonoro. De lo que no le cabe ninguna duda es que para esa primera incursión necesitarían un impulso de financiación pública. "Las editoriales grandes tienen bastantes oportunidades, pero es por eso que deben estar ahí las ayudas del Gobierno Vasco, para que todas tengan la misma oportunidad", concluye José Manuel Díaz.

Versiones traducidas. Aunque la literatura en euskera siga sin tener un reflejo en las plataformas porque su producción de audiolibros es inexistente, cada vez es más fácil encontrar traducciones al castellano. Es el caso de La casa del padre, de Karmele Jaio, que tras su éxito en euskera fue traducido por Planeta para posteriormente editar el audiolibro por su sello Planeta Audio. Se puede leer en 5 horas y 5 minutos. También tiene su versión sonora Las madres no, de Katixa Agirre, editada, en este caso, por Storytel.

Los 'bestsellers'. En cuanto a los escritores vascos que escriben habitualmente en castellano, aquellos que editan con grandes editoriales tienen versiones sonoras de sus obras. 21 horas y 14 minutos es lo que hace falta para sumergirse en Patria, de Fernando Aramburu. En el caso de El guardián invisible, de Dolores Redondo, únicamente se distribuye por Audible, la plataforma de audiolibros de Amazon.

"El audio de un libro rondará entre los 2.000 y los 4.000 euros. No recuperas la inversión"

Pte. Gremio de Editores de Euskadi

"La gente aún cree que los audiolibros se graban con voz robótica, pero se sorprenden"

Marketing Manager de Storytel España

Según los datos de Storytel, el perfil de usuarios corresponde más a mujeres, de edades entre los 25 y los 45 que residen en ciudades