- En 2020, preparando una exposición del artista vasco Agustín Ibarrola, el galerista madrileño José de la Mano se fijó por casualidad en un catálogo antiguo en el que, detrás de unas obras geométricas, aparecía lo que podría ser una versión del Guernica, de Picasso. Según comentaron desde la misma galería madrileña, cuando preguntó a la familia, le comentaron que el monumental mural estaba almacenado junto a otras obras de Ibarrola en el caserío que, durante décadas, ha usado como estudio en Gametxo, cerca del Bosque de Oma. "Guernica Gernikara es un mural grande de dos metros de altura por diez de largo, compuesto por diez paneles. Estaba lógicamente desmontado y guardado porque no se había expuesto desde 1981", explicó José Ibarrola, hijo del artista.

"El galerista José de la Mano se puso en contacto con nosotros para otra exposición que hizo sobre el trabajo de mi padre de abstracción geométrica y entre otras cosas, vio esa imagen del mural. Y como el 10 de septiembre se cumplen 40 años desde que la obra de Picasso llegó al aeropuerto de Madrid, ha decidido recuperarlo y exponerlo en la próxima edición de ARCO", relata José Ibarrola.

A mediados de los 60 y tras su paso por la cárcel, Agustín Ibarrola realizó varios trabajos donde aparecen fragmentos del Guernica, para expresar, según el propio creador, los "nuevos guernicas" de Euskadi. Además, unos años antes de la llegada de la obra de Picasso a Madrid, un grupo de artistas e intelectuales vascos -entre los que se encontraban Chillida, Oteiza e Ibarrola, que era uno de los promotores más activos- lanzó una campaña para que el Guernica fuera instalado en la villa vizcaina, bombardeada en plena Guerra Civil, en 1937. La idea era crear un museo en torno a la emblemática obra, convertida ya en un grito contra la barbarie, junto a otras piezas de artistas contemporáneos. "No era simplemente un museo internacional, era una apuesta por la cultura, un movimiento cultural y político en torno al Guernica", asegura el hijo de Ibarrola.

"Todos los artistas de la época estaban a favor y firmaron varios manifiestos. No se trataba de traer solo el cuadro, sino que tenía que simbolizar algo más. Era la creación de un plan museístico, antropológico, cultural... Un centro de atracción del arte contemporáneo, vinculado a la solidaridad internacional", relata José Ibarrola.

El cuadro de Ibarrola fue presentado por primera vez en la Sala Gris del Museo de Bellas Artes de Bilbao en 1977, "casi como un primer paso de ese museo soñado. Dos años después, en 1979, de nuevo en la mencionada Sala Gris de esta institución, con un escenográfico montaje que mezclaba este emblemático lienzo con otras piezas geométricas y paneles con las características escenas de fábricas y obreros de Ibarrola. Se exhibió una tercera vez, al año siguiente, en la Sala Municipal del Ayuntamiento de Barakaldo y, probablemente, en 1981, en la Sala de Arte de la Caja Laboral Popular, en Bilbao, en la exposición Guernica Gernikara, recuerdan desde la galería madrileña.

Como dicen desde la galería José de la Mano, "el resto es historia. El Guernica de Picasso, que estuvo expuesto en el MoMA de Nueva York desde 1939 llegó a Madrid en 1981 y se instaló en el Casón del Buen Retiro del Museo del Prado, siguiendo la voluntad del propio Picasso. En 1992 se trasladó definitivamente al recién estrenado Museo Reina Sofía. La obra de Ibarrola, que nació para acompañar a la de Picasso, nunca llegó a coincidir con esta. De hecho, durante décadas ha estado guardada, prácticamente olvidada, en el taller del artista vasco sin volver a exponerse al público".

40 años después de su última exposición, la galería José de la Mano lo volverá a sacar a la vista del público en la próxima edición de ARCO, que se celebrará del 7 al 11 de julio. En el estand se podrán ver también diez xilografías realizadas por Ibarrola a finales de los 70, con composiciones inspiradas en motivos del Guernica picassiano.

La historia del Guernica de Picasso es también la de una aspiración y reivindicación de los vascos, que ven en el cuadro del pintor malagueño la denuncia contra la barbarie cometida en Gernika y la exaltación de las libertades democráticas. Una reivindicación que nunca han abandonado tampoco las instituciones vascas. "El Guernica, a Gernika", ha sido un leit motiv por el que se ha luchado durante décadas. Algo que el Estado español siempre ha denegado, aduciendo razones técnicas.

Las instituciones vascas redoblaron también los contactos políticos para que el Gabinete Aznar facilitase la presencia del Guernica en la inauguración del Museo Guggenheim, donde el arquitecto Frank Gehry ya había destinado una sala exclusivamente a la obra. Una petición que estaba acompañada de un detallado informe técnico, con el que se intentaba demostrar que un eventual traslado no influiría en el delicado estado de conservación del cuadro. Una y otra vez, el Ministerio de Cultura rechaza la cesión temporal, aludiendo a los informes negativos de los departamentos de Conservación y Restauración del Reina Sofía.

En 2007 la entonces directora del Centro Reina Sofía, Ana Martínez de Aguilar, se mostró categórica: "Es un cuadro de un tamaño tan grande que su manipulación conlleva riesgos. Poner en peligro un cuadro tan emblemático es una barbaridad para todos, no solo para el pueblo vasco, sino para la humanidad. Creo que no debe viajar, no debe sufrir un riesgo de esa envergadura".

En el Reina Sofía se muestran una y otra vez contrarios a retomar el tema. "Los que mejor conocen el estado de conservación del Guernica son los técnicos del museo, que es un departamento a la altura de los mejores del mundo. Y nuestros técnicos siguen desaconsejando el traslado. No va a haber ningún informe más sobre el Guernica", han aducido en numerosas ocasiones para negar la cesión.

En los mismos términos se manifestó el director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, para quien el Guernica es "una pieza clave que da sentido al museo e inamovible".

El cuadro del pintor malagueño fue solicitado incluso oficialmente por el Parlamento Vasco en mayo de 2010 con la aprobación de todos los partidos políticos, pero el Gobierno español lo volvió a denegar. La negativa también llegó de Rodríguez Zapatero, quien insistió en un Pleno del Senado, ante una pregunta de los jeltzales, en que únicamente las "razones técnicas" impedían la cesión temporal de la obra de Picasso. Una justificación que desde Euskadi "resulta difícil" de entender que ahora, en pleno siglo XXI, con la tecnología del momento y recursos impensables hace 25 años, exista alguna obra que se resista al traslado.

Un grupo de artistas e intelectuales vascos -entre los que estaban Chillida, Oteiza y Agustín Ibarrola, que fue uno de sus principales promotores- lanzaron una campaña en los 70 para que el Guernica de Picasso fuera instalado en Gernika. La idea era crear un centro de arte contemporáneo, vinculado a la solidaridad internacional, y a la emblemática obra junto a otras piezas de artistas contemporáneos. Esta era la de Ibarrola. Se expuso en el Bellas Artes en 1977 y 1979, y en Barakaldo en 1981. Desde entonces, ha estado en el estudio del artista.