Aitor(es) en Kur y Arteztu

Sarasketa, fiel a su sintaxis expresionista gestual de los últimos años, presenta en esta muestra una pintura más extendida y peinada que la anterior, más expandida hacia los bordes del cuadro, y de la propia manera de pintar, más reflejo y espejo de un paisaje entreverado y visto con ojos neoimpresionistas y cercanos a la fibra óptica de las nuevas tecnologías.

Las experiencias plásticas de Gerhard Richter, Prudencio Irazabal y Jaime de los Rios, algo tienen que ver con esta práctica, aunque la obra de Sarasketa no reniega del paisaje como fondo de su pintura, como entrevisto y entreverado.

Un paisaje lleno de colores ricos y entrelazados, verdes, rosas, azules, que giran en torno a un núcleo central o descentrado, que arroja un punto de luz que articula toda la superficie de la tela. Paisajes diurnos y nocturnos, melancólicos o eufóricos, de todo trata de transmitirnos su última obra, con un punto sobrio y elegante.

Etxeberria, pintor también, ofrece en estas muestras, en su escultura objetual, un mundo lleno de sugerencia y encuentros, que van desde la infancia a la plenitud de la vida, desde el juego a la construcción dadaísta o, a la destrucción del hábitat en el que vivimos y al que maltratamos.

Objetos encontrados y reutilizados, intersecciones de piezas a primera vista contradictorias, forman al fin y a la postre Ready made’s ingeniosos o absurdos, al borde del “arte pobre”, del encontrismo, y de la obra puzle como si de un “ensamblaje” lúdico se tratara.

Cepillos, ruedas, aviones, piedras, ladrillos, puertas y marcos son coronados, recompuestos o utilizados como base para las incrustaciones de trozos de madera, cemento, plomo, roca, figuritas populares o pomos de barandilla. Encontrismo y reconstrucción de opuestos hasta lograr la obra sorprendente, alegre y lúdica.

Mucho más interesantes son sus esculturas en bronce y mármol blanco, que se ofrecen en el fondo de galería, y que presentan repertorios Arpianos, y de geometrías diversas, sobrias y racionales.