Se colocó en el monte Aratz hace un cuarto de siglo. Realizada en bronce, era y es una réplica de la escultura Araba. El lugar para su ubicación tenía toda la intención puesto que se quería simbolizar el punto de unión entre el territorio, Gipuzkoa y Navarra. Pero al poco tiempo, un par de años después, la creación de Nestor Basterretxea desapareció. Nadie sabía dónde se encontraba, aunque artista y autoridades sospechaban que alguien había decidido coleccionarla, por decirlo de una manera fina, para su hogar. Si fue así, nadie lo sabe. En qué lugar ha estado durante todo este tiempo, tampoco. Pero, por sorpresa, la obra, de unos 40 kilos de peso, volvió a aparecer hace unos días.

En concreto, Araba se encontró cerca de la cumbre del monte, como en un pequeño zuloAraba. Estaba tirada y medio escondida. Un vecino de Araia, Aritz Albisu, se topó con la escultura, aunque en un primer momento no cayó en que se trataba de la creación de Basterretxea.

Fue su mujer, Amaia, la que al ver las fotografías realizadas por su marido se acordó de aquella colocación e inauguración de hace 25 años. Así que gracias a ellos, se procedió a rescatar la pieza y bajarla del monte para depositarla en los locales del Ayuntamiento de Asparrena.

Escultura Basterretxea

Escultura Basterretxea

Eso también tuvo su propia historia porque para rescatarla se usó un sacó de patatas para proteger la creación y ayudar a su traslado, y se subió a dos palos para llevarla casi en procesión hasta el todoterreno que se usó para bajar del monte, según relata a este periódico Gorka Basterretxea.

Al tener conocimiento de lo ocurrido, desde el Consistorio, a través de la alcaldesa Txelo Auzmendi, se pusieron en contacto con la familia de Nestor Basterretxea y ya se ha mantenido una primera reunión para ver el estado de la pieza y cómo se quiere actuar a partir de ahora, aunque como explica Gorka Basterretxea, parece que hay consenso entre las partes para que Araba se quede en Araia, pero todavía no hay una decisión tomada.

Como describe el hijo del artista de Bermeo, todo lo ocurrido ha sido una "sorpresa mayúscula". La predisposición de la familia es que la obra, más allá de que sea necesario llevar a cabo algún tipo de restauración, se quede en la zona, más allá de que se decida volver a colocarla en el monte o se le busque otro emplazamiento tal vez menos goloso para los amigos de lo ajeno.