- Una selección de imágenes de 40 fotoperiodistas de primera fila componen la exposición Creadores de conciencia, una muestra que sacude al espectador al acercarlo a una realidad dura, impactante y en ocasiones cruel que sucede en países en conflicto y también en ciudades cercanas.

Tras su paso por Madrid, Zaragoza, Gijón, Sevilla y Málaga después de que fuera inaugurada en Barcelona en septiembre de 2018 con un total de 127.000 visitantes, Creadores de conciencia recala desde ayer y hasta el 17 de julio en centro cultural Okendo de Donostia.

Producida por DKV con motivo del los 20 años de acciones de Responsabilidad Social de esta empresa de seguros y comisariada por Chema Conesa, la exposición intenta “despertar conciencias” y colocar al espectador “de cara a la realidad de un mundo del que no es consciente”, señaló ayer la directora del centro Okendo, Yolanda Martín.

Es también un homenaje a estos profesionales que arriesgan su vida por contar lo que sucede, especialmente a David Beriáin y el cámara Roberto Fraile, asesinados en Burkina Faso la pasada semana mientras rodaban un documental sobre la caza furtiva.

Creadores de conciencia refleja realidades difíciles que han tenido lugar los últimos 20 años a través de la mirada de fotoperiodistas veteranos como Gervasio Sánchez, del que se muestran imágenes de Kosovo o la revuelta de Freetowun en 2000, y Kim Manresa, con escenas de una niña que ha sido sometida a la ablación en Mali o de prostitutas menores en Brasil.

Momentos de campos de refugiados de Pakistán o de la ciudad de Kabul tomadas por Emilio Morenatti o de emigrantes afganos en Finlandia fotografiados por Carlos Spotorno son algunas de las realidades a las que se aproxima la muestra, que reúne también obras de Javier Bauluz, Sandra Balsels, Manu Brabo, Javier Corso, Andoni Lubaki y Lurdes Basolí, entre otros.

Las fotografías denuncian situaciones extremas como los naufragios de balsas de inmigrantes en las costas de Libia, las consecuencias de guerras como la de Bosnia o Siria, las penurias de trabajadores de las minas de esmeraldas en Colombia y de coltán en Congo, la violencia en revueltas como la de las Islas Comoras, o los secuestros de Boko Haram en Nigeria.

La muestra trata de “despertar conciencias” y coloca al espectador “de cara a la realidad de un mundo del que no es consciente”