a Gomera, en realidad su título original sería Los silbadores, hace de la práctica que caracteriza esa singular tradición comunicativa de la isla canaria, el silbo gomero, un pretexto y un símbolo; un divertimento y un diagnóstico. Así respira este thriller doméstico de mafiosos sacados de un filme de Kaurismaki y de damas fatales que homenajean a aquella Rita Hayworth siempre por superar y siempre insuperable. Aunque, justo es reconocerlo, su actriz protagonista, la modelo Catrinel Menghia (ella es la imagen de Giorgio Armani), conforma un personaje de alta intensidad con sabor a cine eterno e instinto de relato clásico sin tiempo ni lugar.

Tan clásico como ese Centauros del desierto, filme citado en La Gomera porque también en él se silba como forma de lenguaje para iniciados. Pero en la era covid-19, la del posthumanismo, no hay espacios para sutilezas, ni es hora de velos censores. Todo es explícito aunque todo se emborrone a través de un montaje que rompe la linealidad y oscurece lo obvio. Nuevos protocolos para convocar el misterio, mismas pasiones para repetir los mismos tropiezos.

Corneliu Porumboiu, un director rumano de media carrera y consolidado discurso, da un recital de cine de metalenguaje, de ironía e incluso de humor. Esa mezcla entre Bucarest y La Gomera, ese mundo donde el gran hermano todo lo vigila y lo controla todo, esa fusión y esa fisión entre el cine rumano que progresivamente se desprende de la servidumbre del realismo y el contrapunto de presencias hispanas como Agustí Villaronga, abonan un terreno barnizado por un extrañamiento bizarro.

Como algunas manifestaciones del cine negro hongkonés, el thriller de Porumboiu es cualquier cosa menos épico y glamuroso. Ver a policías corruptos y traficantes embrutecidos aprendiendo a silbar puede percibirse como enternecedor o como delirio. Según esa sensibilidad y en función de la cinefilia de cada persona enfrentada a este disparate, la percepción oscilará del goce al desconcierto. Ambas reacciones serán legítimas pero que conste que en La Gomera hay sentido y voluntad de estilo y su banda sonora supone una declaración de intenciones. Algo de lo que ha desertado la mayor parte del cine que se produce en las grandes plataformas tan sobradas de dinero como carentes de independencia.

Dirección y guión: Corneliu Porumboiu. Intérpretes: Vlad Ivanov, Catrinel Marlon, Rodica Lazar, Antonio Buil, István Teglas, Sabin Tambrea y Agustí Villaronga. País: Rumania. 2019. Duración: 97 minutos.