- Iratxe Ansa se fue de Donostia a Alemania con 14 años. En su dilatada trayectoria ha bailado en compañías como Basel Ballet, el Ballet de la Ópera de Lyon y también en la Compañía Nacional de Danza, a las órdenes de Nacho Duato. En 2009, tras trabajar en el Nederlans Dans Theater, inició una carrera de freelance que la llevó por todo el mundo y cuatro años después inició su colaboración con el escenógrafo, coreógrafo y bailarín Igor Bacovich, con el que en 2019 fundó la compañía Metamorphosis Dance. Mañana presentarán en el Victoria Eugenia su último trabajo, Al desnudo, una coreografía en la que se muestra la "esencia" de su método.

Siempre será agradable volver a casa.

-Volver a casa es un placer y es diferente.

La presión que sienta quizás sea mayor.

-La verdad es que sí, porque lo quieres hacer bien y que la función salga bien, que a todo el mundo le guste y lo disfrute, y se lo pase bien. La presión, quizá, sea más grande, pero es verdad que, además de la actuación en Donostia, el sábado tenemos que ir a Tarrasa a una premiere. Voy enfocada, pero también estoy con otras muchas cosas más en la cabeza y, en mi caso, esto es positivo.

¿Qué supuso recibir el Premio Nacional de Danza?

-Está suponiendo todavía, porque es como un eco. Para mí supuso una sorpresa, una alegría, muchísima emoción y agradecimiento. Desde 2019 Igor Bacovich y yo estamos con nuestra compañía Metamorphosis Dance como residentes en el Centro Coreográfico Canal. El 2020 volvimos de Canadá para el 14 de marzo, es decir, cuando se inició el confinamiento. Teníamos una gira por Australia. Nosotros, sobre todo, trabajábamos fuera del Estado. El 26 de junio estrenamos Al desnudo en Madrid, en la sala roja de los teatros del canal. Luego estrenamos Elkarrizketa ilunak. Después de esto vino el premio. Estoy muy feliz, me genera más ganas de seguir aquí, de hacerlo mejor.

Tiene una carrera muy dilatada, pero, aún así, ¿este tipo de premios siguen ayudando a lograr visibilidad?

-Absolutamente. Tengo, sobre todo, la visibilidad de la gente que conoce el mundo de la danza, pero no todo el mundo que toma decisiones conoce tanto este arte. Por supuesto que el Premio Nacional de Danza te otorga más visibilidad. Es una gran ayuda, supone un empujón para mí y hacia la manera en la que Igor Bacovich y yo vemos la danza. Dirigimos Metamorphosis Dance y tenemos una gran comunidad de bailarines que nos siguen y nos conocen muy bien porque hemos trabajado muchísimo en todos estos años, después de que yo dejara mi última compañía en Holanda. Desde 2012 hasta 2019 no hemos parado de trabajar con muchísima gente, sobre todo, fuera del Estado. Dentro, diría que menos, y este premio es como una guinda que hace que la gente se fije más o crea más en ti. Es beneficioso, positivo.

2020 fue un año muy difícil para todos los sectores pero, ¿cómo has percibido la incidencia en el mundo de la danza y las artes en vivo?

-En general, es un sector muy complicado. Es muy difícil hacer cosas bien porque no hay estructuras sólidas. La danza es un sector muy precario donde el bailarín lo da todo, sin tener nada, y ahora, con la pandemia por el covid-19, todavía más.

¿Cómo es 'Al desnudo'?

-Al desnudo somos Igor y yo. Se inicia con un paso a dos más formal con música de Philip Glass de unos diez minutos. De esta manera iniciamos un paso a dos fuerte, serio, físico y técnico. Cuando está concluyendo el paso a dos entran la música electrónica y las imágenes y comenzamos a descuartizar esa cosa tan estructurada y mostramos, en muchas escenas que tenemos, nuestra metodología. Por eso se llama Al desnudo, porque lo que vamos a mostrar en el escenario es lo que somos nosotros.

¿'Al desnudo' es una coreografía más exigente que a las que están acostumbrados?

-No podemos no ser exigentes, nos gusta demasiado. Diría que todas nuestras coreografías son exigentes. Y ser exigente depende de ti, no de lo que haces, sino de cómo lo haces. Con cualquier paso puedes ser exigente. Cuando más te gusta investigar y evolucionar, te vuelves exigente porque conoces más cosas.

Me refería a si 'Al desnudo' es físicamente exigente.

-Igor y yo estamos algo más de una hora en el escenario dándolo todo, bailando todo el rato; no es una tontería, pero a nosotros nos gusta (ríe).

¿Cómo es el método de Metamorphosis Dance?

-Desde 2012 o 2013 hasta 2019 Igor y yo hemos estado trabajando en muchas instituciones, viajando mucho: Australia, China... También hemos trabajado con diversos bailarines. Para llegar a amoldar al bailarín a nuestro tipo de lenguaje coreográfico, que es bastante particular porque no se parece a otra cosa, hemos tenido que crear diferentes maneras para ayudarle. Ha sido un proceso de aprendizaje e incorporación. Es como subir escaleras poco a poco para llegar a un lugar y a esas escaleras les tuvimos que poner un nombre. El concepto Metamorphosis, que me lo pusieron en un taller muy fuerte que hice en Pekín, se ha convertido en el nombre de la compañía y en un contenedor de todas las cosas que hemos desarrollado, entre ellas, el método. Preguntas por él y me doy cuenta que es nuestra esencia.

El propio método implicará evolucionar y querer seguir en el camino.

-Sí, y querer aprender más y ser curioso, jugar, compartir, y querer mejorar y trabajar no solo con el cuerpo, también con la mente, con la improvisación.

"Cuando actúas en casa sientes algo más de presión: quieres que la función salga bien, que todo el mundo disfrute y se lo pase bien"

"Soy visible, sobre todo, para el que conoce el mundo de la danza, pero el Premio Nacional me permite ser más conocida en el Estado"